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lunes, mayo 07, 2007

La puta de Babilonia

Por : Antonio Jáquez.

Ni un solo ápice de consideración intelectual –menos aún de conmiseración– existe en el ánimo, en el pensamiento o en la obra de Fernando Vallejo, escritor colombiano naturalizado mexicano, cuando se trata de juzgar lo que él llama los horrores, actuales y presentes, de la Iglesia católica en el mundo. Con la reciente publicación de La puta de Babilonia --libro de la editorial Planeta, inexorablemente destinado al escándalo-- Vallejo declara contra la Iglesia del Vaticano su guerra personal con argumentos históricos implacables…a los cuales agrega sus ácidos juicios en esta entrevista exclusiva con Proceso.

Hereje de corazón, el autor de origen colombiano –ya naturalizado mexicano– Fernando Vallejo ha exhibido su aversión a la Iglesia católica en su novelística, como lo hizo en La virgen de los sicarios y La rambla paralela, por ejemplo, en la que de pasada arremetió contra Karol Wojtyla (“zángano” fue lo menos que le dijo al papa polaco), refiere Proceso en su edición 1591.

Nunca, sin embargo, Vallejo había dedicado una obra completa a cuestionar los crímenes y pecados de la Iglesia católica, apostólica y romana, hasta ahora que publica La puta de Babilonia, un ensayo feroz, rabioso, corrosivo, en el que no deja Papa con cabeza ni dogma incólume, incluidos la existencia de Cristo y la virginidad de María, de las que por supuesto duda.

“La impune bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar”, advierte Vallejo en el arranque electrizante de su libro, una especie de antisalmo:
“La puta, la gran puta, la grandísima puta, la santurrona, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora (…) la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la estafadora de viudas, la homofóbica, la corrupta, la hipócrita, la parásita (…) la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei…”, dice acerca de la que muchos consideran “Santa Madre Iglesia”.

–¡Qué barbaridad, don Fernando! ¿Pero qué le hizo la Iglesia, cuáles son esas cuentas pendientes? –se le pregunta a Vallejo en entrevista con Proceso.

–Me arruinó la infancia con la amenaza del infierno. ¡Cuál infierno como no sea el de este mundo! Ah, e hizo que mi mamá pariera veinte hijos. Diecinueve hermanos son otro infierno.

A sus 64 años, Vallejo parece que no rompe un plato, con su mirada tranquila, voz cantadita y ademanes suaves. Su prosa es otra historia, sobre todo en su nuevo libro: sarcástica, injuriosa, provocadora, cabrona, personalísima. Le preguntamos si su libro no hubiera ganado más credibilidad y público si fuera más mesurado en su lenguaje. Y responde:
“No. Yo sé lo que hago. Lo que mis lectores están oyendo detrás de las palabras impresas es mi voz. Y no están leyendo un libro: me están leyendo el alma”.

En la entrevista habla también de otros temas. Refiere, por ejemplo, su desprecio por Gabriel García Márquez, entre otras razones por la cercanía del escritor con el dictador Fidel Castro, “Dios los hace y ellos se juntan”. Se congratula de la derrota de la derecha –y de la Iglesia––en la asamblea capitalina en el caso del aborto; “se le ganó una batalla al oscurantismo, es un gran paso libertario para México. Me da gusto que la Iglesia haya quedado en ridículo. Con todo su poder y sus aliados apenas juntó 70 mil firmas…”

“Por el amor de Dios…”
A Vallejo le fascina el internet: le facilita sus indagaciones y le ahorra tratos con gente, según platica en su departamento en La Condesa, la colonia de moda intelectual de la Ciudad de México. Cuenta cómo armó La puta de Babilonia, título por cierto tomado del Apocalipsis:
“Lo estuve escribiendo desde siempre, en la cabeza: en dos años lo pasé al papel. Con Amazon y el internet la documentación me resultó más fácil de lo que en un principio pensaba. Todos los padres de la Iglesia, griegos y latinos, están allí. Orígenes, San Jerónimo, San Agustín... Con el internet desapareció la erudición. Buscas por ejemplo en Google Miguel Cerulario (el emperador bizantino que el actual Papa citó en su conferencia de Ratisbona provocando la ira de los musulmanes) y con un clic tienes junta una información inmensa que antes te habría costado una vida entera reunir.
El peor enemigo de la Biblia es la Biblia misma; para destruirla no se necesita más que conocerla. La lees con atención y vas descubriendo sus contradicciones, sus imbecilidades, sus inmoralidades, sus infamias. Cuando Lutero la tradujo al alemán abrió la caja de Pandora. Pues bien, a las traducciones de la Biblia a las lenguas vernáculas que siguieron a la de Lutero al alemán se ha venido a sumar ahora el internet. La historia monstruosa de la Iglesia ya está al alcance de todos y no la van a poder ocultar ni un día más. Esta institución delincuente, que ya no puede matar, ni torturar, ni quemar, libros y gente, no podrá impedir un día más que salga a luz la verdad de su impostura y sus horrores y el cuento burdo que se inventaron del tal Cristo.”

En la primera parte Vallejo habla de los Papas. Hay historias de vértigo, como muchas de las ocurridas en tiempos de la Inquisición, en particular las relativas a la quema de herejes. Apunta Vallejo:
“Inocencio IV autorizó la tortura y las cámaras de la Inquisición se convirtieron entonces en mazmorras del infierno. A los acusados los encerraban en celdas aislados, les impedían ver a los familiares y les ocultaban los nombres de sus acusadores. Al que no confesaba pronto le aplicaban como aperitivo las empulgueras, unas abrazaderas que se cerraban con un tornillo y que iban triturando y dislocando dedos. ¿No confesaba? Lo pasaban entonces a las botas quiebratibias, para sentarlo luego en la silla ardiente a descansar: una silla con una hornilla bajo un asiento metálico erizado de clavos afilados que se calentaban al rojo vivo (…) O le desencajaban las mandíbulas abriéndoselas hasta lo máximo. Por el amor de Dios, confiesa para que salves tu alma –le imploraba el inquisidor–, no me hagas sufrir tanto…

–¿Qué pasaje oscuro de la Iglesia le impresiona más a usted? La quema de supuestas brujas es impresionante, ¿no? –se le inquiere al autor de El desbarrancadero.

–Dices bien, “supuestas” brujas, pues brujas reales nunca las hubo. Haciendo el recuento de los crímenes cometidos en nombre de Cristo (un invento de las muchas sectas cristianas del siglo II de nuestra era que nunca existió como un ser real de carne y hueso), lo que más me impresiona es justamente lo que mencionas, el quemar gente viva. Difícil concebir algo más monstruoso que esta forma de matar de la Inquisición. A Cristo le fue muy bien, tan sólo lo crucificaron. ¡Conmovámonos por Giordano Bruno o por Miguel Servet!

Sin embargo, dice el escritor –quien también es biólogo––, ningún Papa ha condenado a la Inquisición de manera clara, “no con la tibieza que lo hizo Wojtyla”. La Inquisición fue fundada formalmente en 1232 por Gregorio IX, de manera que está por cumplir ocho siglos. “¡Ocho siglos de impunidad! Con la Contrarreforma le cambiaron el nombre por el de Santo Oficio. Hoy se llama Congregación para la Doctrina de la Fe, y de allí -- como saltó Putin, el ruso de la KGB, al Kremlin--, así saltó al papado su prefecto, Joseph Ratzinger. La Inquisición es la mejor prueba de la existencia de Dios. ¡Claro que existe el monstruo! Y nada de que sus designios son inescrutables. Son límpidos como la turbiedad de su esencia”.

–Wojtyla pidió perdón por los pecados de la Iglesia. ¿Basta pedir perdón para borrar todo?

–Por supuesto que no. Es como si los nazis pidieran perdón por las víctimas de los campos de concentración. Los crímenes de la Iglesia no tienen disculpa, dondequiera que se hayan cometido, y debería ser perseguida y castigada por ello. Desde aquí, lanzo la idea para que en México la Iglesia católica sea proscrita. Su impunidad de siglos debe terminar.

–Usted señala a Karol Wojtyla como el Papa “más dañino”. ¿De verdad así lo ve?

–Sí. El más asesino es el genocida Lotario da Segni, alias Inocencio III, el de la Cuarta Cruzada contra los albigenses. Pero el más dañino es Karol Wojtyla, alias Juan Pablo II, que en sus 26 años de pontificado ayudó como nadie a subirle a un planeta atestado dos mil millones, que se dicen rápido pero que excretan mucho.
Y mira el resultado: los ríos convertidos en alcantarillas y el mar en un desaguadero de cloacas, la capa de ozono rota, el calentamiento global, los polos derritiéndose, la proliferación de tugurios y villas, miseria, y gente y más gente y carros y carros, más carros y más carros por donde vayamos. Y sobre todo, la suerte cada vez más desventurada de los pobres animales. Los pollos, los cerdos y las vacas, producidos en esos galpones y criaderos monstruosos que no son sino fábricas de carne y luego despescuezados o acuchillados en los mataderos... ¡Y cuándo dijo una palabra Wojtyla en su favor!
Tantas cuantas dijo Cristo.

–¿El silencio o la complicidad del Vaticano ante los crímenes de Hitler equivale al silencio de la Iglesia ante los horrores de la guerra de Irak?

–Benedicto le tiene pavor a los musulmanes. Tanto como le tenía Pío XII a Hitler. Y levantará su voz contra los terroristas islámicos tanto como este Papa cobarde la levantó contra los nazis. En estos días el Vaticano está muy indignado porque en Israel, en un museo sobre el holocausto, pusieron una foto de Pío XII con la leyenda de que no había hecho nada por evitarlo. Pues yo digo más que los mesurados judíos: no sólo no hizo nada sino que lo alcahueteó: todo el episcopado alemán se plegó a Hitler y se prodigó en panegíricos alabándolo y echando al vuelo las campanas en su honor sin que el autócrata ensotanado de Roma hiciera nada por contenerlos. Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli, alias Pío XII, fue un tartufo cobarde. Él fue el más grande alcahuete de Hitler, de Mussolini y de Franco.

La zanahoria y el garrote
Vallejo se ve muy contento. Dice que tiene buenos motivos estos días: libro nuevo, estrenó ciudadanía mexicana –el miércoles 25 le entregaron su carta de naturalización– y la aprobación de la ley de despenalización del aborto en la capital. Se le comenta que en su ensayo no le basta meterse con los Papas; se va también contra el mismo Cristo e incluso contra textos considerados sagrados. ¿Era necesario llegar tan lejos en su revancha contra la Iglesia? ¿Ni siquiera como mito le despierta simpatía la imagen de Cristo?

–El Cristo de los cuatro evangelios canónicos (que es el que pesa hoy en día sobre nosotros y que en el siglo II era uno entre muchos de las muchas sectas cristianas que la llamada secta católica luego reprimió y exterminó) era un hombre contradictorio, rabioso y loco que no tuvo una sola palabra para repudiar el sometimiento de la mujer, la esclavitud y los atropellos del hombre a los animales. ¿Cómo puede ser el paradigma de lo humano uno que no vio que los animales, los mamíferos cuando menos, también son nuestro prójimo? Ni una sola palabra de compasión tuvo por ellos.

En su libro, Vallejo afirma que Cristo es “un engendro fraguado por Roma, centro del imperio y del mundo helenizado, a partir del año 100, juntando rasgos tomados de los mitos de Atis de Frigia, Dioniso de Grecia, Buda de Nepal, Krishna de la India, Osiris y su hijo Horus de Egipto, Zoroastro y Mitra de Persia y toda una serie de dioses y redentores del género humano que lo precedieron en siglos y aun en milenios y que el mundo mediterráneo conoció a raíz de la conquista de Persia y la India por Alejandro Magno”.

Entra en detalles: Atis murió por la salvación de la humanidad crucificado en un árbol, descendió al submundo y resucitó al tercer día. Mitra tuvo doce discípulos; pronunció un Sermón de la Montaña, fue llamado el Buen Pastor, se sacrificó por la paz del mundo y resucitó a los tres días. Buda enseñó en el templo a los 12 años, curó a los enfermos, caminó sobre el agua y alimentó a quinientos hombres con una cesta de bizcochos; sus seguidores hacían votos de pobreza y renunciaban al mundo; fue llamado el Señor, Maestro, la Luz del Mundo, Dios de Dioses, Altísimo…Krishna fue hijo de un carpintero, su nacimiento fue anunciado por una estrella en el oriente y esperado por pastores que le llevaron especias como regalo…

–En México, los priistas solían justificar sus crímenes y corruptelas diciendo que lo que fallaban eran los hombres, no las instituciones. He oído decir lo mismo a algunos clérigos. A juzgar por su libro, usted considera que la Iglesia y sus hombres son la misma porquería…
–Los priistas sólo han sido corruptos. La Iglesia, además de corrupta, hasta cuando pudo fue genocida y asesina: hasta mediados del siglo XIX, cuando Pío Nono perdió a manos del Risorgimento italiano el poder temporal que le quedaba y los dientes y las garras, y el Santo Padre, de corrupto y asesino que había sido hasta entonces como bien sabían sus súbditos inmediatos, los habitantes de la ciudad de Roma y de los Estados Pontificios, pasó a ser un santurrón. Sí. Todos estos travestidos tonsurados son una solemne porquería y desde aquí les declaro la guerra. Su hora ya les llegó.

–¿Cómo se explica usted la larga sobrevivencia de una institución tan profundamente corrupta e incluso criminal –según su libro– como la Iglesia católica, apostólica y romana? Si es tan mala, ¿por qué ha durado tanto? Según Savater, el mito de Cristo es parte de la explicación. ¿Usted qué cree?

–Ha durado tanto porque es la puta más puta entre las más putas. Porque desde que en el 312 se montó al carro de la victoria del emperador Constantino, el genocida, siempre ha sabido encaramarse al lecho de los poderosos por más criminales que sean: Carlomagno, Carlos V, Mussolini, Franco, Hilter... Porque siempre ha sido la gran ramera del poder. Los comunistas fueron sus enemigos porque no la dejaron arrimar. Esa meretriz trata siempre de estar con el que gane. Si la deja, a su cama se sube.

–En su libro apenas hay referencias de pasada al papel de la Iglesia en los pueblos latinoamericanos. ¿Cómo juzga usted el papel “evangelizador” de la Iglesia en nuestros pueblos? ¿Qué piensa de la Virgen de Guadalupe?

–El papel “embrutecedor”, querrás decir. En cuanto a la Virgen de Guadalupe, no es nadie: una más entre las Once Mil Vírgenes. Vale más un premio en un festival de cine, de los que hay hoy en el mundo como cinco mil.

–En nuestros días mexicanos, dominados políticamente por el conservadurismo ramplón del PAN, la Iglesia cabalga de nuevo… aunque se caiga del caballo. Predica en vano contra los matrimonios homosexuales y contra el aborto, siguiendo las directrices del Santo Padre… ¿Cómo la ve usted? ¿Le tiene usted simpatía a personajes como el cardenal Norberto Rivera y el obispo Onésimo Cepeda?

–En el entierro del profesor Hank González, uno de los hombres más honestos que ha producido México, Norberto Rivera dijo que “bendito sea nuestro hermano Hank porque ha multiplicado los bienes de Dios”.Y Onésimo va a las corridas de toros a darles la alternativa a los pichones de torero y se jacta de que es muy macho y come carne. Lo anterior nos describe muy bien a este par de varones ilustres, orgullo de la Iglesia. Y no me preguntes por el padre Maciel porque le tengo mucha envidia. ¡Con semejante jardín florido y no haber compartido una sola de esas florecitas con el prójimo! ¡Qué avorazado!

Dice que le encantaría polemizar con Norberto, Onésimo, el cardenal de Guadalajara Sandoval Íñiguez “y el santo varón” Carlos Abascal. “Estoy puesto a debatir con ellos. Es más: les doy tiempo de ventaja para que digan lo que quieran. Creo que el debate podría ser en un auditorio de la UNAM. Propongo que el encuentro sea el 13 de mayo, día de la Inmaculada Concepción”.

–Su libro anticipa que el día del ayatola se acerca y que “la Gran Bestia Negra se nos viene encima”. ¿Será un oscurantismo peor?

–En la Colombia de mis tiempos decíamos: “ésa es carga que no se ladea”. Si no nos invaden los musulmanes, la Puta de Babilonia nos vuelve a las tinieblas medievales. ¡Adiós Siglo de las Luces! ¡Adiós Revolución Francesa! ¡Adiós movimientos libertarios del siglo XIX y principios del XX! ¡Adiós, adiós!

–Parece que la Iglesia quiere modernizarse. Acaba de suprimir el limbo, por ejemplo, ¿qué le parece?

–Si no existe ya el limbo, ¿dónde están ahora los aborígenes de América anteriores a la Conquista y los niños inocentes que murieron antes de Cristo? O los niños inocentes que están naciendo en China, ¿dónde están? Al limbo se mandaba a los niños y a los justos. ¿Por qué no suprimen el purgatorio? Éste fue una fuente de enriquecimiento de la Iglesia, base de las indulgencias que produjo la reforma protestante: esa fue la intención, sacarlos del purgatorio para que entraran directamente al cielo.

“El infierno no lo pueden suprimir. Si lo suprimen, tienen que suprimir el cielo. Si no hay infierno, todo mundo se tiene que ir al cielo. El gran anzuelo del catolicismo es el cielo. La otra gran razón es que el ser humano quiere perdurar, ser eterno; la zanahoria que ha movido la Iglesia al humano es la promesa de la eternidad y el garrote es la amenaza del infierno.”

–Su libro deja en claro que usted es su perfecto hereje. ¿No tiene temor de Dios? ¿No necesita el hombre de Dios y de algún tipo de religión, aunque sea como bálsamo? ¿No se arrepentirá en el último minuto?

–Cuando Napoleón le preguntó al astrónomo Laplace por Dios, éste le contestó: “Señoría, yo no necesito de esa hipótesis”. Lo mismo te contesto ahora. Por supuesto que no me arrepentiré: yo moriré en la impenitencia final, seré enemigo de la Iglesia hasta mi último aliento.

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