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miércoles, mayo 16, 2007

"Era como si estuvieran poseídos…”

Dijeron que eran soldados.
Por: Carolina Velásquez / apro-cimac
“Dijeron que ellos eran soldados; que eran superiores a cualquiera; que tenían derecho a hacer lo que quisieran. Además, nosotras éramos unas putas y para eso estábamos, para complacerlos en todo."

“Primero fue uno de ellos. Me tomó por la fuerza, me golpeó y me hizo mucho daño. Se portó como un loco, como un verdadero cobarde. Yo estoy acostumbrada a tratar con todo tipo de hombres y algunos son groseros, pero esto era muy diferente. Los soldados disfrutaban con nuestro dolor, era como un juego perverso, en el cual todos querían ganar”.

“Mimí”, la autora de estos dos párrafos, narró -en un texto de cinco páginas titulado “Prisionera de la vida”-, una experiencia que la marcó para siempre. Lo hizo ante 200 mujeres reunidas en el encuentro Mujeres en Resistencia, realizado en la ciudad de Oaxaca, del 26 al 28 de abril pasado.

Ella es una de las víctimas de la violación cometida por militares a 13 mujeres en Castaños, Coahuila, el 11 de julio de 2006.

Después de lo sucedido esa madrugada en los bares “El Pérsico” y “La Playa”, en la zona de tolerancia de Castaños, “Mimí” dice que se armó de valor y con la ayuda de algunas personas decidió hacer una denuncia.
“Por una parte, para que estos desgraciados paguen por lo que hicieron, para que se haga justicia, pero principalmente porque de esta forma puedo recobrar mi dignidad. He pasado por mucho; mi calvario aún continúa. Entre los peritajes, las declaraciones y las visitas con la psicóloga transcurre mi vida, pero gracias a eso he aprendido que, independientemente de mi oficio, yo tengo derecho a decidir y que nadie puede ni debe forzarme a hacer algo que yo no quiera”, señala.

“Mimí” habló ante mujeres de San Salvador Atenco, Zongolica, la APPO de Oaxaca, migrantes en Estados Unidos y representantes internacionales.

Castaños, ubicado a 260 kilómetros de la frontera con Estados Unidos, es un municipio pobre habitado por 24,936 personas (12,257 mujeres), que vive de la agricultura y, sobre todo, del trabajo en la zona industrial de Monclova. A casi un año de los hechos, de un proceso judicial por la vía civil contra 8 soldados detenidos (cuatro aún están prófugos), se espera que la resolución del juez se dé a conocer a fines de julio próximo.
Esta es la tortura vivida por “Mimí” la noche del martes 11 de julio.

“Una nueva y terrible sorpresa me deparó la vida, a mí y a todas mis compañeras, cuando todo un batallón de soldados llegó hasta los salones de la zona de tolerancia en que yo trabajaba. Eran muchos. Venían a bordo de vehículos Hummer de los que usan en el Ejército, con uniformes y todo tipo de uniformes."

“Ahora sé que se trataba del 14 Regimiento Motorizado. Yo no tengo idea de que signifique eso. Sólo sé que no tuvieron piedad. Era como si estuvieran poseídos o como sí un odio irrazonable provocara su iracundo y depravado proceder. Me dolió y mucho. Eso que nos pasó no lo merece ninguna mujer. Fue como ellos quisieron. Me desnudaron y tuve que bailar mientras observaban y se reían. En todo momento me apuntaron con sus armas. Me gritaron un sin fin de groserías, me humillaron, me hicieron sentir peor que basura."

“Vino uno, otro y todavía otro más. Mientras mi miedo crecía, pensaba que era el fin. Yo casi podía jurar que me iban a matar; a todos nos iban a matar. Después de que abusaron de mí, esos tres degenerados me llevaron junto a las demás. Nos pusieron desnudas de frente en una pared y simularon un fusilamiento. Tengo muy grabada la voz de uno de ellos, que era el que daba las órdenes. Yo me sentí morir. Es lo peor que me ha pasado en mi vida."

“Justo cuando esperaba el tiro que terminaría con mi vida, cerré mi ojos y recé. Pensé en todo lo que hasta ahora había sido mi vida. Fue entonces que pude escuchar las risas. Eran carcajadas burlonas. Abrí mis ojos y dijeron ¡bang! Ese momento jamás se me olvidará; aún tengo pesadillas por las noches. Tengo miedo y siento que continuamente alguien me persigue. Es horrible, como en un momento pueden arruinarte la vida para siempre”.
“La impunidad del fuero militar”

La prensa local y nacional han reportado sistemáticamente el caso de las 13 mujeres violadas por elementos del Ejército mexicano en Castaños, Coahuila, el 11 de julio de 2006. Aun cuando no es la primera vez que este tipo de hechos suceden, es el único en el que, hasta ahora, en México se juzga por la vía civil a 8 elementos del Ejército. El proceso ya concluyó y las víctimas están en espera de que se castigue a los culpables.
Desde 1994 en Chiapas y hasta 2006 en Coahuila, los elementos del Ejército mexicano involucrados en delitos de violación sexual contra mujeres, no han sido castigados. En tanto, sus víctimas, mujeres indígenas o pobres, viven el calvario del miedo y la intimidación, señala la reportera Soledad Jarquín Edgar en el texto “La impunidad del fuero militar. Violación sexual contra mujeres”.

Jarquín documenta los casos pendientes y los señalamientos de ong`s defensoras de derechos humanos, como Amnistía Internacional (AI) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), respecto de la causa de su no solución a favor de las víctimas: el fuero militar.

“El fuero militar ha sido el principal obstáculo para la realización de acciones justas e imparciales y es una flagrante violación a los derechos humanos que ninguna autoridad legislativa se atreve a corregir, como la existencia de una ley particular que se aplica a militares sobre la propia Constitución mexicana”, señala.

Seis son los casos pendientes: tres tzeltales violadas en Chiapas (junio 4 de 1994); dos tlapanecas violadas en Zopilotepec, Atlixtac de Álvarez, Guerrero (diciembre 3 de 1997); 12 mujeres violadas en la zona Loxicha, en Oaxaca (1997); dos mujeres violadas de Barrio Nuevo San José, Tlacoachixtlahuaca, Guerrero (abril 21 de 1999); una mujer agredida sexualmente en Barranca Bejuco, Acatepec, Guerrero (febrero 16 de 2002), una mujer violada en Barranca Tecuani, Ayutla de los Libres, Guerrero (marzo 22 de 2002).

A éstos se suma el reciente caso de la indígena nahua Ernestina Ascencio, presuntamente violada y asesinada por elementos del Ejército en la Sierra de Zongolica.

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