Lucha Castro.
Centro de derechos Humanos de las Mujeres. A.C.
Las Mujeres somos seres humanos plenos, forjados a imagen y semejanza de Dios, por lo que las católicas feministas reclamamos el reconocimiento de nuestra capacidad moral para definir y conducir nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestra sexualidad de manera autónoma.
Sabemos el papel decisivo que tiene la sexualidad en la construcción de nuestra identidad, por eso es importante reconstruir los mandatos sociales que pesan sobre la mujer, construyendo desde la libertad de dirigir nuestros destinos y nuestros cuerpos.
En Nuestro País se ha reabierto el debate sobre el aborto, que por años se había postergado.
Le correspondió a la izquierda reiniciar el debate, ante la exigencia de hombres y mujeres que hemos puesto el tema, como un problema de salud pública, tomando en consideración los índices de mortandad derivados de esta problemática.
No se hicieron esperar las voces de los sectores mas conservadores del PAN, algunos del PRI, de empresarios, y desde luego la Iglesia católica", quienes han orquestado en complicidad con algunos medios de comunicación, una campaña de linchamiento contra legisladores que son consecuentes con el estado laico y su responsabilidad de legislar para una sociedad plural como la mexicana y sostienen que sus creencias religiosas o posiciones morales no deben influir en su labor pública.
El discurso y las políticas oficiales defienden adhiriéndose a una doctrina religiosa, la existencia de normas que violan los derechos sexuales y reproductivos de las personas.
Por motivos históricos y políticos la iglesia católica ha llegado a ejercer considerable influencia sobre las políticas del estado, logrando que los códigos morales influyan sobre las normas legales.
Ante esta intromisión, rechazamos la injerencia de la jerarquía de la iglesia católica conservadora que nos ha asignado el papel de entes pasivas, incapaces de tomar decisiones, receptáculos de la procreación, destinadas al sacrificio, sumisión y a la obediencia al mandato patriarcal y que intenta imponer su propia visión de la moral en sexualidad y reproducción, ejerciendo un poder alejado de los derechos humanos.
No hay sustento teológico ni científico que permita afirmar que desde el momento de la concepción podemos hablar de una persona. Así lo ha reconocido la Iglesia en su Declaración del Aborto, de 1974.
Quienes se oponen al derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo no-deseado o no-planeado bajo el argumento que "defienden la vida a ultranza", guardan silencio ante los feminicidios; el narcotráfico, la violencia doméstica o ante el escándalo de los pederastras, recurriendo a la complicidad y protección cuando se trata de sus sacerdotes.
Reivindicamos el derecho de las mujeres a la primacía de la conciencia fundamentado en las siguientes consideraciones:
Existe una pluralidad en el discurso católico en el campo de la sexualidad aunque se pretende oficialmente aparentar un discurso monolítico y dogmático.
Documentos desde el inicio del cristianismo muestran posiciones diferentes sobre el aborto. Es decir, no hay una opinión única exclusiva.
Una doctrina poco conocida por los fieles que fundamenta la diversidad de opiniones cuando se establece un debate moral es la doctrina del "probabilismo" elaborada por teólogos católicos del siglo XVII. Basada en el derecho de las o los fieles de disentir de la jerarquía eclesiástica en cuestiones morales si sus argumentos estuvieran basadas en "probabilidades firmes.
Las probabilidades extrínsecas, se refieren a la posibilidad de buscar apoyo en autoridades teológicas para divergir sobre cuestiones morales. La tradición católica considera como suficiente la existencia cinco o seis teólogos de reputación moral que defiendan puntos de vista diferentes.
Segundo Daniel C. Maguire señala: "cuando se sabía que por lo menos cinco o seis teólogos eminentes tenían un punto de vista progresista sobre una cuestión moral, la ley canónica exigía que los confesores informaran a los feligreses que había diferentes puntos de vista también legítimos para que pudieran recurrir al probabilismo ".
El probabilismo actualmente es una teoría que respalda el recurso a la conciencia individual esclarecida, en este sentido, cada vez mas fieles católicos creen a conciencia que no siempre el aborto es inmoral.
Actualmente hay más de seis teólogos y teólogas serios que defienden la posibilidad de que la decisión de un aborto sea un acto moral.
Otro pensador católico el profesor Malherbe de Bélgica, especialista en cuestiones de ética señala: "recurre en este tema a una propuesta clásica de la iglesia, que es "el mal menor" cuando se tiene que escoger en una situación difícil se opta por la alternativa que cause un menor mal.
Es decir el mejor camino, en el caso concreto que una mujer tenga que escoger entre su felicidad y el respeto a una vida humana potencial, nada hay que nos impida pensar que una decisión ética y religiosamente optará por la propia felicidad.
El teólogo Richard MC Brien escribe: "si después del estudio apropiado de reflexión y oración, una persona está convencida de que su conciencia está en lo correcto, a pesar de estar en conflicto con las enseñanzas morales de la iglesia, la persona no sólo puede sino debe seguir lo que le indica su conciencia, en lugar de la doctrina de la iglesia."
Por lo tanto concluimos que:
A ninguna mujer le gusta abortar, quienes toman esa opción se enfrentan a un serio dilema ético, en donde se toman en cuenta todos los factores en pro y en contra; y la decisión se resuelve de acuerdo a los dictados de su conciencia .
Reivindicamos el derecho a la primacía de la conciencia como el recinto más íntimo de las personas y las decisiones tomadas a conciencia son decisiones moralmente válidas. Después del Concilio Vaticano II, se considera que LA CONCIENCIA INDIVIDUAL ES INVIOLABLE y debe ser seguida incluso en los casos de desacuerdo con las enseñanzas de la iglesia.
Proponemos una ética católica y feminista construida a partir de la resistencia de las mujeres al patriarcado, valoradas y reconocidas plenamente en la iglesia y en la sociedad, una ética que favorezca una vida mas plena, una nueva humanidad donde se reconozca la capacidad moral de las mujeres para tomar decisiones éticas sobre sus vidas.
Proponemos una iglesia comprometida con las mujeres que reconozca nuestros derechos sexuales y reproductivos como parte inherente de los derechos humanos fundamentales.
Esto implica aceptar como decisiones moralmente válidas aquellas que tomamos desde la libertad de conciencia, garantizando el sexo seguro y protegido, el respeto a la diversidad sexual y el uso de métodos anticonceptivos seguros y eficaces para ejercer nuestra sexualidad con placer y responsabilidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario