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martes, noviembre 07, 2006

Bombazos: ¿planeados por guerrilleros o por el porrismo institucional?

La Cuarta
República.

Bombazos: ¿planeados por guerrilleros o por el porrismo institucional?
7-11-06

Germán Robles Castañeda.

La madrugada del pasado lunes cruzando la media noche estallaron en el D.F., tres artefactos en las instalaciones del PRI Nacional, en la sede del TEPJF, y una más en una sucursal bancaria. Otras más fueron halladas y desactivadas a lo largo de la jornada del lunes.

Evidentemente dichos actos fueron planeados con la única intención de hacer ruido político, la coordinación fue profesional, más allá que dichas bombas hayan sido elaboradas con materiales caseros o asequibles para su fabricación. No se utilizó alta tecnología, lo anterior para no dejar pistas de una fabricación hecha por profesionales en las áreas de seguridad, de gobierno o instancia pública con capacidad de armamento, dicha fabricación hace además más fácil adjudicar estos actos a grupos guerrilleros o radicales que claro no es una hipótesis descartable del todo.

La operación buscó hacer actos destructivos específicos sin desencadenar una ola explosiones o incendios que pudieran expandirse. Además los compuestos químicos utilizados no producen fuego. Así mismo las bombas fueron rotuladas con avisos de bomba y peligro para evitar que fueran tomadas por curiosos y se diera aviso a la policía. Por la hora en que detonaron se procuró no acusar daños o pérdidas humanas. Es decir, no califican estos actos como terrorismo convencional, ni tampoco pueden ser crónicos porque los grupos radicales y guerrilleros no funcionan bajo esa lógica de invertir en bombas y cartuchos quemados para retos o mensajes meramente políticos.

El asunto no es menor, por ello se debe ser muy cuidadoso en las hipótesis de trabajo, en estos casos como analistas resulta muy difícil establecer a priori la adjudicación de estos actos de violencia, aún cuando sabemos que por medio del temor y el terrorismo actúan las derechas para legitimarse en el poder, también por la razón de que las autoridades no han arrojado mayores resultados en sus investigaciones; aunque no resulta tampoco descabellado pensar que quizás hayan sido grupos guerrilleros los autores de estos estallidos que tienen al D.F. cerca de una psicosis colectiva.

Lo cierto es que dichos eventos tienen un mensaje político, y pueden ser una cortina de humo mediática ante la multitudinaria marcha oaxaqueña del pasado domingo y el repliegue de la PFP; pero si la intención es distraer la atención pública por le caso Oaxaca, se trata de pólvora mojada porque si bien todos los noticieros se dieron vuelo con la nota, todos en sus editoriales y entrevistas ligaban el tema Oaxaca, ergo, el asunto cobra más vigencia; amén de que la nomenclatura mediática endilgue o no los acontecimientos a la APPO o grupos guerrilleros, estos últimos supuestamente responsables por comunicados enviados a la prensa.

Quizá el lector busca que una columna le otorgue un análisis con una sóla hipótesis elaborada y una síntesis o conclusión; lo que menos busca son mayores conjeturas, pero el tema las hace inevitables. No nos distraigamos de lo fundamental que es Oaxaca, la APPO, su férrea lucha, las muertes, los desaparecidos, la demanda por la renuncia o licencia de URO y las presencias policíacas en esa entidad. Empero no echemos en saco roto lo de los bombazos porque todas sus lecturas preocupan. No se trata de trasladar el conflicto al DF con estos actos, por rebote o “efecto de gravedad” todos los conflictos terminan en la capital, sin necesidad de bombazos, más que la traspolación de una crisis social, los bombazos en el D.F. tienen un efecto multiplicador mucho más efectivo en los medios que busca meter a la administración de Encinas en problemas. Eso da un fuerte tufo panista.

¿Porrismo institucional?

I. Porrismo oficial.

La grave crisis política de nuestro país, la descomposición no es propia de manifestaciones sociales; sino que abarca la esfera institucional, el conflicto político hace posible también que dentro de los partidos, incluso en instituciones de estado existan grupos de inteligencia (testaruda) y porriles que puedan planear este tipo de actos; una hipótesis podría conducirnos al Yunque y su partido que quizá buscan desestabilizar al gobierno del D.F; y hacer de los bombazos un ardid para justificar el uso de la fuerza contra “la violencia izquierdista” inventarse, ergo nuevas amenazas a la seguridad, (como lo haría Bush con el 11/09-con una auto conspiración, posible con la caída de las torres gemelas-) y así buscar un pretexto, un golpe espectacular que le de un poco de legitimidad tan carente para el arranque de su espurio sexenio. A saber también que el efecto mediático de dichos actos dan pie a descalificar y buscar el desprestigio de la labor valerosa de la APPO, que se calcula, se alargará el tiempo del conflicto. Si fue la derecha esto no será más que una llamarada de petate mediático, un distractor, un plan que augura la búsqueda de un futuro golpe espectacular de Calderón para ganar legitimidad a falta o insuficiencia de algún “quinazo”. Para estos fascistas lo mejor es tomar por enemigo las causas y revueltas populares que alguna “quina” posible dentro del maridaje prianista.

II. Porrismo tricolor.

Es bien sabido que amplios sectores priístas ya no toleran el arropamiento de Ulises Ruiz, saben que para el PRI podría salir más caro el caldo caciquil, que las albóndigas del futuro partidista y su sobrevivencia. Las tácticas gansgteriles del viejo régimen son proverbiales, quizá dichos artefactos fueron un mensaje del priísmo para el priísmo, y aquí casualmente coincide el impacto político con el que pudieran tener grupos guerrilleros, presuntamente adjudicantes de dichos bombazos: coinciden en la demanda a la salida de Ulises Ruiz; y las explosiones hechas al Tribunal electoral y al PRI las liga el hecho de que este partido sabe (y por eso chantajea a el PAN) que Calderón “ganó” por medio del fraude. Es un “te lo digo Méndez para que me escuches Federico”. Si bien las hipótesis de si fue el propio PRI (que su ideología por el poder y el síndrome de Caín le son sustantivas) o los grupos supuestamente guerrilleros, coinciden en la salida de Ulises y en la amenaza a no respaldar a Fe-Cal, eso no exime de que los grupos guerrilleros hayan actuado también de forma aislada.

III. Los grupos guerrilleros.

Los grupos guerrilleros coinciden en lo general con las mismas demandas que pudieron haber llevado a los mismos priístas porriles a llevar los actos de los bombazos, pero eso no quiere decir que hayan actuado en contubernio. Ayer por la tarde justo a la hora de los noticieros nacionales de las 6 de la tarde cinco grupos guerrilleros coincidieron en la adjudicación de los actos; aquí lo curioso es que hayan coincidido y se hayan coordinado sin que nadie lo notara; no hay precedentes de tan casual ecumenísmo, la táctica mediática tiene más un tufo partidista que de grupos radicales, no son la publicidad, ni quemar pólvora mojada los móviles de estos grupos, ni la táctica frecuente la de no dañar vidas humanas. Tampoco son unos advenedizos para fabricar bombas que no van hacer estallar, ni mucho menos rotularlas ni advertir de su ubicación. Eso corresponde más bien a una planeación de grupos políticos fascistas que con cierta noción “humanista” quieren jugar al terrorismo.

Pensar en hechos aislados, por grupos guerrilleros, que como cenicienta salen a la luz pública a actuar radicalmente porque estaban en la espera de muertes en la APPO provocadas por el arribo de la PFP, no es algo que cuadre. El terrorismo y las tácticas explosivas históricamente han sido monopolio de la autoridad y característica del viejo régimen, los actos guerrilleros e independientes, fuera de grupos partidistas poco han ganado por medio de explosivos y violencia, el terrorismo en México no es una estrategia política eficiente, no alcanza notoriedad cuando es cometida por grupos guerrilleros o marginales; a lo más que hemos llegado fue al aplicado por el viejo régimen priísta y el narcotráfico. De ahí que la acción voluntarista y conjunta de grupos guerrilleros para cometer estos actos puede resultar una tesis insostenible.

Lo cierto es que estos ataques con bombas tienen un alto contenido político, que por medio de una planeada estrategia mediática busca más un impacto político que publicitario, a los grupos guerrilleros no les hace falta la publicidad, y el impacto político no les beneficia directamente a no ser que se cumplan las demandas de la salida de Ulises Ruiz; los mayores beneficiarios políticos son los partidos. Para el PAN si fue quién planeó esto, su ganancia es más mediática (aunque inútil) que política, pues busca desprestigiar a los movimientos populares, al Obradorismo, la APPO y la izquierda en su conjunto, sin tener ningún efecto al interior. Empero quién puede dar el efecto político más devastador es el PRI dado que se juega la vida, y sostener a URO le está costando muy caro, si suponiendo, los sectores inconformes priístas perpetraron estos ataques están lanzando un fuerte mensaje a la cúpula priísta, y de paso cuestiona el respaldo de Fecal para el primero de diciembre. Así Calderón está sentenciado a caer por las dos vías, la social y la política; si cae Ulises con la venia panista, cae Calderón por vía priísta, si por el contrario se sostiene a Ulises pasando el primero de diciembre, la pugna social buscará derribar a Calderón de cualquier forma.

Las tesis anteriores dejan más preguntas que respuestas, y llevan a un sinnúmero de especulaciones, lo importante no es distraer la atención en lo fundamental y es la lucha del pueblo oaxaqueño, sus condiciones, sus demandas y gesta por la defensa de su movimiento. Los bombazos ocurridos me inclinan a pensar más por el porrismo oficial que por actos guerrilleros o marginales; que el impacto político y el mensaje más destructivo van al interior de los partidos mismos, contrario al efecto mediático. El PRI se juega la vida, su existencia política, pero el PAN se juega mucho más: la instauración del régimen Calderonista. Pierde más quién se juega más. Saque sus conclusiones. La pregunta sigue abierta.

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