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Los buenos modales - Rogelio Campos
Mural 14 Oct 2006
Es común que un diputado enfoque sus baterías hacia el partido “de enfrente”, y también lo es que los panistas hagan del discurso rito exorcizante del pasado donde todo fue malo y nada fue bueno. Lo novedoso sucedió el 21 de septiembre: la diputada jalisciense Rocío Morgan Franco (PAN) pronunció un discurso donde acusó al tricolor de “haber sido una pesadilla de 70 años para México” y de “pedir con una mano y golpear con la otra”. Hasta aquí todo normal. Lo extraordinario del caso estriba en que la diputada se retractó de lo dicho, se disculpó y pidió que las palabras que se consideraran ofensivas se borraran del diario de los debates.
La forma en que esto sucedió fue la siguiente: posterior a su “enardecida intervención”,como la cali. caron algunos medios, el coordinador de los priistas, Emilio Gamboa, fue a la curul de su homólogo panista y le reclamó el tono de la jalisciense. Héctor Larios correspondió la visita y ofreció que su compañera se disculparía, se retractaría y pediría que se borrara lo que fuera ofensivo y… conforme a lo ofrecido, así sucedió.
El episodio amerita analizarse por lo menos en dos vertientes: la “línea” o disciplina partidista y el nuevo lenguaje en el diálogo PRI-PAN.
La línea o disciplina partidista no es algo nuevo, ni siquiera es una aportación de México al mundo, a pesar de que algunos así lo crean. Desde 1840 el whip era aplicado en el parlamento británico. Esta práctica tiene origen en la caza del zorro, donde el whipper-in (el fustigador) es el encargado de disciplinar a los perros cuando abandonan el camino, contenerlos agitando el látigo whip, para asegurarse de que éstos cumplan con el objetivo de localizar a la presa.
El whipper–in sigue existiendo con ese nombre o con el de chief whip en varios Parlamentos del mundo y su significado corresponde con lo que los mexicanos llamamos “línea”; las instrucciones de la cúpula que deben ser obedecidas por los integrantes de un grupo parlamentario. Dejando claro que “la línea” no es algo propio de México, el episodio de la diputada Morgan viene a corroborar que el whip está más vigente que nunca en nuestro país, que no es algo propio del pasado y que en el PAN, como en todos los partidos, hay disciplina y fustigadores que vigilan que se cumpla.
Lo anterior reaviva el debate respecto de la función que tienen los diputados: si
representan a la nación, a los electores de su distrito o a su partido político. Lo único cierto es que ni la nación ni los electores tienen forma de pedir cuentas, ni de indicarles qué decir o callar, mucho menos de obligarlos a que se disculpen de sus dichos y hechos. Los únicos que sí tienen esa posibilidad real son los partidos, mediante sus fustigadores.
La segunda vertiente de análisis es el nuevo lenguaje en el diálogo PRI-PAN, donde las primeras víctimas son los que no saben hablarlo. En los tiempos del priato el lenguaje del PAN gravitaba en torno
al villano favorito, el PRI-Gobierno, y en hacer señalamientos contra éste: corrupción, violación de los derechos humanos, mentiras, 70 años ominosos, mal Gobierno, entre otros.
Este lenguaje alcanzó su máxima expresión en los tres años de precampaña y campaña de Fox, con las tepocatas, víboras prietas y alimañas. Encarrilado como Presidente, Fox ejercitó un discurso de contraste donde el pasado era todo lo malo y el presente lo bueno. Con el paso del tiempo fue sustituyendo algunas bondadesde “su” presente con esperanzas de futuro. Al tiempo que se solazaba en esta terapia de contraste, Fox cerraba toda posibilidad de que el PRI colaborara en las reformas propuestas por el Presidente. El resultado: Fox no pudo sacar sus reformas, el PRI se fue a la tercera fuerza electoral y tenemos en el PRD al nuevo villano de la historia… y de la histeria.
El PRI está decidido a hacer valer su tercera fuerza a un costo alto y el PAN está dispuesto a pagarlo. Los priistas han pedido resultados tangibles e inmediatos; su primer logro es establecer otro lenguaje. El mensaje es claro: si Felipe Calderón y el PAN quieren los votos del PRI lo primero que tendrán que ofrecer es respeto verbal. Se acabaron los discursos del “antes y ahora” y de “los 70 años ominosos”. El caso de Rocío Morgan es emblemático porque marca un cambio de lenguaje y constituye un parteaguas en este diálogo.
El PRI ha pasado de ser el principal enemigo del PAN y se ha convertido en poderoso aliado. Algunas tepocatas de ayer despachan en curules blanquiazules hoy; los votos de las alimañas y de las víboras prietas (llamadas así por los panistas) son indispensables para sacar las reformas y contener al nuevo villano, el PRD. Para el PAN debe ser tanto el peligro que el PRD representa que se han unido en el Congreso con quienes ellos cali. caron como artífices de un pasado lúgubre y trágico.
Hoy vemos prácticas del pasado que no cambian, como es el caso de la línea whip. Lo que cambia es el lenguaje, los aliados y el villano.
rogelio_campos@yahoo.com
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