Hacia una asamblea estatal de las organizaciones sociales, civiles y de ciudadanos
Nuestras utopías han de
consensuar nuestras ideas y
anhelos para reunirlas como
gotas de agua, creando la
lluvia que permita el florecer
de México.
consensuar nuestras ideas y
anhelos para reunirlas como
gotas de agua, creando la
lluvia que permita el florecer
de México.
Cada que una persona concluye una actividad trascendente, en relación con su proyecto de vida, detiene su andar con la finalidad de reflexionar críticamente acerca de la validez y pertinencia de ese quehacer en su existencia y, a la vez, determinar qué sigue para ir llegando a los diversos objetivos que se ha planteado.
Si lo anterior es necesario en el proceso de la vida individual de un sujeto, con mayor razón, lo es cuando esos movimientos son colectivos. Es por ello que culminada la etapa electoral presidencial con el resultado por todos conocido, el movimiento social – redes ciudadanas; organizaciones civiles y sociales, así como ciudadanos- que formó parte de la Coalición por el Bien de Todos, bajo el liderazgo de Manuel Andrés López Obrador, junto a sus partidos políticos miembros se dieron a la tarea de reorganizarse para convocar a la Convención Nacional Democrática (CND) de la cual se derivaron las siguientes tareas: a) Posibilitar que AMLO sea –realmente- el presidente legítimo de México, junto a su gabinete; b) avanzar en el llamado nacional a un nuevo constituyente y; c) fundar la Nueva República.
Pienso como muchos integrantes de las redes ciudadanas u otras agrupaciones populares y sociales que es imprescindible hacer un recuento crítico del papel que ellas han jugado, tanto en la etapa electoral como en la poselectoral, para esclarecer qué hemos aprendido en este lapso y qué de ello nos sirve para esta nueva etapa, y qué ya no podemos seguir haciendo, a riesgo de detenernos o retroceder en nuestro proceso fructuoso. El recuento tendría que transitar bajo las siguientes características: franco, abierto, colectivo y colectivizador, lo que también constituye un ejercicio democrático; su espacio natural es una asamblea estatal de las organizaciones sociales, civiles y de ciudadanos.
En esta nueva etapa social y política para el país, provocada por la CND, necesariamente pasa por un reagrupamiento de las fuerzas sociales y políticas. Este fenómeno afectará especialmente a los partidos políticos que entrarán en crisis de diversas magnitudes cruzadas por reconsideraciones ideológicas en torno a su posición frente al capital y al trabajo, es decir, cómo ahora, afrontarán la lucha de clases.
Este suceso tendrá especial significación en los casos de los gobiernos estatales y presidencias municipales cuyos representantes pertenecen al Frente Amplio Popular, porque dependen económicamente del presupuesto federal -directa o indirectamente- lo que puede constituir objeto de chantaje político, o bien, renunciar a un apoyo pleno a las determinaciones de la CND. Ejemplo de lo anterior es lo declarado a la revista Proceso, de esta semana, por el gobernador de Guerrero, Zeferino Torreblanca Galindo, ”Me parecería un acto suicida que un gobierno como el mío, que tiene una dependencia del 96.5% de la Federación, pueda hablar de aislacionismos o ínsulas, cuando el que va a pagar los platos rotos es el sector de los más pobres de Guerrero”. Una vez más surge el vínculo de subordinación económica en las formas de hacer la política…
A su vez, las organizaciones y ciudadanos que apoyaron el programa de AMLO, sintetizado en los cinco puntos acordados en la CND, no están sujetos –necesariamente- a crisis sustanciales, porque muchas de ellas existían antes del proceso electoral. Además, desde un largo tiempo hemos sido víctimas de una serie larga e ininterrumpida de agravios por aquellos que detentan o han detentado diversas instituciones federales, estatales y municipales, cuestión que les ha pasado de noche, y al ser interpelados, hacen como si la virgen les hablara, frases como: “No los veo, ni los oigo”, “ No traigo cash”, “¿Y yo por qué?” “Violaron el proceso electoral, pero no tanto” aún laceran nuestros oídos colectivos, porque atentan nuestra condición humana.
Por parte de las instituciones y sus representantes se ha producido un desconocimiento secular de los reclamos legítimos planteados por las voces populares; el señalarle a una misérrima vendedora ambulante, el Tlatoani en turno, que pertenecía a otra sociedad donde impera el dólar; el no siquiera ocurrírsele asumir sus potestades legales de su cargo para el cual fue electo con la finalidad de reestablecer el estado de derecho violado impúdicamente, habla de una frivolidad con que se asume el encargo.
Toda esta insolencia, banalidad y ninguneo desmedido responde al respaldo que le otorgan los poderes fácticos a éstos y otros “representantes” institucionales. Por eso que frente a su quehacer político antiético e inmoral señalan impúdicamente que” La moral es el árbol que da moras” y si alguien no comparte sus decisiones, lo amagan con aquello que “el que se mueve no sale en la foto” y los sesudos analistas y politólogos levantacejas dicen que sólo es parte de la picaresca mexicana, cuando es reflejo de la impudicia y frivolidad en sus encargos ciudadanos.
Cuando borroneo estas líneas recuerdo dos principios jurídicos aprendidos en la facultad, aplicables a estos hechos: “El que puede lo más, puede lo menos” y “El nombre no hace a la cosa”. Cómo entonces se nos demanda que en este país cabemos todos, o bien, que somos un peligro porque no respetamos las instituciones. Estos cipayos no saben o no quieren enterarse qué sociedad han generado, cuyos principales rasgos son: corrupción; tremenda injusticia social; la falacia, acompañante permanente del doble discurso; inexistencia del estado de derecho, por citar algunos. Precisamente en contra de esto se manifiesta la CND y la fundación de la nueva República
Resulta obvio que la mayor fuerza política de la CND se encuentra en el pueblo de México, siempre que esté debidamente organizado, es decir, que sus modos de enfrentar y conducir los procesos que permitan cumplir los fines que en la convención establecimos, entre cuyos elementos está la democracia real, así desde las bases populares-ciudadanas establecer vínculos válidos y pertinentes hacia los dirigentes con contenidos que permitan asumir la batalla de las conciencias, tomando una clara e inclaudicable posición en torno al trabajo y no al capital.
Este rasgo suele olvidarse, porque se escabulle mediáticamente el fenómeno de la desigualdad. Para prueba un botón: 80 familias unidas al capital trasnacional ordenan y dirigen al país, lo que implica estadísticamente que 400 personas mandan a 104 millones, es decir, 80 familias mangonean el destino social de 2 millones 80 mil. Este es uno de los graves problemas de la falsa democracia en México la concentración del poder económico y político, fruto de la aplicación del modelo neoliberal que casi cumple 20 años, y ya nos quieren recetar otros 30, casi medio siglo. Asunto a debatir, entre otros, en una asamblea estatal de las organizaciones sociales, civiles y de ciudadanos para ir bosquejando la agenda de la convocatoria al nuevo constituyente que dará lugar a la nueva República.
Alfredo Villanueva Mercado
alfredoevmprepa2@yahoo.com.mx
Redes Ciudadanas de Jalisco.
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