AGOSTO 23-2007
Desde la campaña presidencial de 2006, mi equipo de asesores económicos, Rogelio Ramírez de la O, Adolfo Hellmund y Mario Di Constanzo, me advirtió sobre la fragilidad económica de Estados Unidos y los impactos que podría tener sobre nuestra economía.
Para nosotros estaba claro que debíamos trabajar desde el primer día para protegernos de adversidades externas. Por desgracia esta turbulencia ha empezado hoy a manifestarse y el gobierno espurio, en forma totalmente irresponsable, no ha tomado las medidas para hacerle frente.
Debe decirse que la implantación de la política neoliberal dejó a nuestra economía muy expuesta a factores externos. Esta era y sigue siendo una de las razones para proponer un cambio del modelo económico que fortaleciera las actividades productivas, el mercado interno y la creación de empleos. Sin embargo, al continuar la misma política e incluso profundizarse, nuestro país se ha vuelto más vulnerable. Debido a ello, al reventar la crisis hipotecaria en Estados Unidos y contagiar los mercados internacionales de crédito, nuestra economía se encamina a un estancamiento de graves consecuencias para la mayoría de los mexicanos.
La doble pinza sobre México
En un ambiente internacional adverso, México se encuentra atrapado por una doble pinza que disminuye su actividad económica real y a la vez presiona su balanza de pagos.
En la actividad económica tendremos menor crecimiento, nula capacidad de generar empleo y menor posibilidad de emigración a Estados Unidos. Aunque estos problemas se encuentran vinculados con el exterior, las políticas seguidas por el gobierno usurpador ahondan la crisis. Es una contradicción que si el 90% de nuestras exportaciones van a Estados Unidos, las políticas públicas van en contra de la competitividad. Por ejemplo:
1) Los altos precios de los energéticos no sólo afectan a los consumidores nacionales, sino que impiden a las empresas nacionales competir en el exterior;
2) La bajísima inversión pública en infraestructura, los trámites burocráticos y la corrupción aumentan los costos de exportación;
3) Los altos precios de los bienes y servicios vendidos por los monopolios son un lastre para las empresas que enfrentan competencia. La complicidad del gobierno con unos cuantos afecta a los consumidores nacionales y pone en peligro la planta productiva nacional.
Por el otro lado, la balanza de pagos – los ingresos y egresos de México en su intercambio con el exterior – se deteriora por la disminución de las remesas de trabajadores y de los ingresos petroleros.
La parálisis de la construcción de vivienda en Estados Unidos, provocará que muchos mexicanos pierdan su empleo. Además, como caerá el empleo de todos los estadounidenses, las autoridades de ese país darán otra vuelta de tuerca sobre los inmigrantes.
Las remesas venían creciendo a una tasa del 15% anual para llegar en 2006 a 24 mil millones de dólares. En 2007 se encuentran estancadas, creciendo sólo 0.6% y con pronósticos a la baja. Un estancamiento prolongado o una caída tendrán consecuencias muy negativas para el ingreso de millones de familias.
En cuanto a los ingresos petroleros, sólo en el primer semestre de este año se redujeron las exportaciones en 2 mil millones de dólares.
La balanza de pagos está prendida con alfileres. En los años recientes sólo el alto precio del petróleo y las remesas evitaron una crisis devaluatoria. La recesión estadounidense va a quitar los alfileres.
Aún con petróleo y remesas, somos el único país importante de Latinoamérica con déficit en la balanza de pagos (la cuenta corriente), y además, por si fuese poco, somos el de menor crecimiento. Como muestra de la pérdida de competitividad: si quitamos el aumento de petróleo y de remesas, nuestro déficit corriente externo aumentó 22 mil millones de dólares entre 2000 y 2006. En 2007 la tendencia es hacia un deterioro de 10 mil millones más. Si este déficit se combina con la pérdida de confianza en los mercados globales de crédito, puede desembocar en una devaluación, con pérdidas patrimoniales para empresas y familias.
Hay síntomas claros de nuestra debilidad económica:
1) El crecimiento económico (PIB) pasará de 4.8% en 2006 a 2.5% en 2007 y puede ser aun más débil en 2008;
2) El mercado interno se está debilitando; se está cayendo el poder adquisitivo y la confianza del consumidor. Un dato: Wal-Mart, la mayor cadena de autoservicios, ha registrado la primera caída en sus ventas desde la crisis de 1995;
3) La producción manufacturera bajó 0.3% en junio.
4) La tasa de desempleo comenzó a subir
5) Las remesas ya se estancaron
6) En el primer semestre de este año, la caída del ingreso petrolero en el Presupuesto fue de 6% en términos reales;
7) Las deportaciones de mexicanos de Estados Unidos están en aumento
¿En dónde está la responsabilidad?
No queremos que el gobierno de facto invente que todos estos problemas son producto de la casualidad o de otro “error de diciembre”, como se sostuvo en la época de Carlos Salinas.
Debe quedar muy claro que nosotros advertimos sobre la necesidad de reducir los precios de la energía para hacernos competitivos. Sin embargo, el gobierno impuesto ha seguido cobrando las tarifas eléctricas más caras del continente.
También enviamos al Senado una iniciativa de Ley de Precios Competitivos para impedir los abusos de los monopolios y reducir los precios de muchos bienes y servicios, como cemento, telefonía, crédito bancario, Internet y otros. A pesar de que esta ley beneficia a los consumidores, y a las empresas les permitiría competir en mejores condiciones en el exterior, los senadores del PRI y del PAN la mantienen congelada.
Advertimos que es necesario rechazar la libre entrada del maíz y del frijol del extranjero, como una decisión inmediata para frenar el abandono al campo y la emigración. No obstante, los tecnócratas del gobierno usurpador hicieron oídos sordos y ahora se proponen firmar más acuerdos de libre comercio.
Advertimos la necesidad de fortalecer a Pemex y utilizar al sector energético como palanca del desarrollo nacional. Sin embargo, se ha continuado con la misma política establecida desde la época de Carlos Salinas: falta de inversión en exploración, desarticulación de las cadenas productivas, exportación de petróleo crudo e importación de gasolina, abandono de la petroquímica, sobre-endeudamiento mediante los Pidiregas, corrupción, y ordeña de la renta petrolera para el gasto de la alta burocracia.
Hemos insistido en la necesidad de darle valor agregado al petróleo crudo. Desde hace 25 años no se construye una nueva refinería en el país. Estamos importando el 40 por ciento de la gasolina que consumimos; sólo en junio compramos en el extranjero 1,500 millones de dólares, casi la mitad de lo que cuesta construir una refinería. Lo peor es que en 2010 el valor a las importaciones de gasolina va a superar al de las exportaciones de crudo.
Advertimos sobre la necesidad de reducir el gasto corriente para poder financiar responsablemente la inversión social y en infraestructura. Pero el gobierno espurio siguió aumentando el gasto corriente, que durante el sexenio de Fox creció en 60 mil millones de dólares, 85% en términos nominales. Mientras, de manera absurda, la inversión en obra pública, este año ha bajado 9% en términos reales.
Advertimos que era indispensable incrementar la recaudación, quitando privilegios fiscales en el Impuesto Sobre la Renta, que sólo aprovechan los que tienen más capacidad de pago. En lugar de ello, el gobierno usurpador engendró el CETU (Contribución Empresarial de Tasa Única) que golpeará aun más a las pequeñas y medianas empresas y limitará la generación de empleos.
Por todo lo anterior, el gobierno legítimo no puede más que alertar a los ciudadanos de lo que sus técnicos sostienen en torno a esta inminente crisis. Al mismo tiempo, con este señalamiento busca que los encargados de la política económica actúen con responsabilidad y urgencia en bien del interés general. Y de manera específica hace las siguientes recomendaciones.
A los ciudadanos:
a) Prudencia en el uso de las tarjetas de crédito;
b) Contratación de créditos a tasa fija;
c) Cuidar con esmero el empleo;
d) Moderación y austeridad en el gasto familiar
A los gobiernos progresistas:
a) Aplicación de programas de austeridad republicana sin afectar a los trabajadores;
Al movimiento democrático nacional:
a) defensa del petróleo;
b) rechazo al aumento de impuestos y a nuevos impuestos como el pretendido a la gasolina y al diesel;
c) Combate a los monopolios;
d) Defensa de la actividad productiva, del campo y del empleo;
e) Hacer valer el estado de bienestar;
f) Y defender ante el maltrato y violación de derechos humanos a los trabajadores mexicanos migrantes.
Por el bien de la nación, desearía que estos pronósticos no se cumplieran; pero considero que es mi responsabilidad dar a conocer estas preocupaciones, producto de un análisis serio y responsable de nuestros especialistas. Además, la crítica también es una forma de gobierno
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