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martes, agosto 28, 2007

Golpismo a la radio crítica, el IMER corre hacia la privatización.

Cuarta República
Germán Robles
28 de agosto de 2007

Golpismo a la radio crítica, el IMER corre hacia la privatización.



Primero fue Ricardo Rocha; luego Gutiérrez Vivó, quién el 29 de junio anunció el cierre de Monitor tras no poder sortear las presiones económicas y adeudos a sus trabajadores debido al asilamiento publicitario y comercial; por la acción fustigante del “legal” desde su llegada a los Pinos; para nadie es un secreto que la postura crítica de Vivó así como su empeño por informar lo que sucedía durante el plantón de reforma y los actos de la CND provocaron la furia del go-bierno; en una reedición del “no pago para que me peguen”.

Ahora el turno tocó al IMER –Instituto Mexicano de la Radio- que al haberse visto arrebatado por un caballo de Troya calderónico, hoy está pasando por un proceso de privatización. Ese es Héctor Villareal Ordóñez quién fue recomendado por Santiago Creel para dirigir el IMER y así fue designado por el “legal”.

Ese había sido el trato con el grupo televisa una vez aprobadas las reformas a la Ley de Radio y Televisión en el Senado en marzo de 2006, la llamada “ley televisa”; el hecho es que Héctor Villareal asumió la dirección del IMER para imponer las políticas de “renovación” y “autosustentabilidad” dictadas desde los Pinos y Santiago Creel sólo quedo en el ridículo; ni tuvo derecho a replica en un noticiero de canal 2, siendo que el mismo había redactado “el decretazo” de radio y TV en 2002 donde se regulaba la figura de ciencia ficción del “derecho a réplica”.

En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre la salida de la barra de opinión matutina “Café encuentros”, de los cambios de programación en las 17 estaciones del grupo, de las cuales la mayoría se ubican en el D.F; así como la salida del aire de más de una decena de comentaristas, intelectuales y locutores que nutrían la programación.

Lejos parecen estar aquellos días donde la otrora directora del IMER y predecesora de Villareal la señora Dolores Béistegui, establecía la necesidad de crear la figura de un ombudsman para la radio pública y legislar los huecos en materia radial administrada por el estado. Ese discurso ya no existe. Y más lejos aún los días donde esta directora encabezo una rebelión radial en los momentos donde la discusión de la ley televisa se hallaba en su punto más álgido.

Como olvidar la anécdota de las barras de opinión maratónicas en franca oposición crítica a la ley y en pugna por la democratización de los medios, en pos de mantener a la comunicación como un derecho social, fomentar la competencia y la pluralidad, así como no desaparecer a las A.M. Y como dejar de lado ese día en que durante 24 horas las estaciones del IMER “tocaron la misma canción” una y otra vez, en alusión de que si se aprobase la ley Televisa –tal como ocurrió- eso mismo sucedería con el monopolio comunicativo: nos cantarían la misma nota siempre, una y otra vez.

El desmantelamiento del estado pasa desde luego por todos los medios de comunicación y agencias noticiosas a cargo del gobierno, tal es el caso de la privatización de la agencia Notimex durante el régimen foxista. Luego el quebranto inducido del grupo monitor, que si bien es una empresa privada se sostenía por la publicidad paga del gobierno en turno, como lo hacen la mayoría de estaciones, sea radio hablada o no; de las que se sabe el 80% de su publicidad es contratada por el gobierno.

“La mayoría de las radios europeas, -se aduce-, son autónomas y autofianciables. La cuestión es que en México no está regulada la figura de los organismos públicos de comunicación; el gobierno sólo regula los medios operados por si mismo”. Héctor Villareal habla de la falta de regulación en la materia que efectivamente existe y eso a dado motivo a que cada gobierno en turno manipule a la IMER a su antojo, siendo de facto, medios de gobierno, pero con fachada de públicos y plurales.

De tal manera Héctor Villareal, fiel a la política privatizadora de su jefe inmediato “el legal” menciona todas las impericias gubernamentales, los vicios del antiguo régimen que dictaba línea política y armaba cuerpo de editorialistas y locutores a modo; también los vacíos legales lo que siempre generó la discrecionalidad en el manejo del IMER; sólo que omite un par de detalles; el primero es que nunca presento alguna iniciativa de reforma a la ley a fin de ajustar el marco normativo a los principios de autosustentabilidad y autonomía del instituto. Segundo que lo que el precisamente está haciendo es aplicar la discrecionalidad.

Discrecionalidad y antojo de unos cuantos, y sin explicación a nadie; como si se tratase de una empresa privada; el director del IMER dice que “no se les cerraron las opciones, se les presentaron otros esquemas de participación dentro de programas periodísticos o de opinión” en alusión a las críticas por despido y censura de más de una decena de colaboradores de la barra “café encuentros”. En contraparte todos ellos aseguran que fueron despedidos, tratados de forma despótica y que sólo recibieron una escueta notificación días antes del cese de la programación.

En el caso de estos programas Villareal insiste en que los motivos de su cancelación y la “renovación programática” se deben a que dichos programas tenían baja incidencia en la conformación del debate público (sic); un criterio bastante subjetivo contra la opinión de muchos radioescuchas que hallaban en la programación contenidos frescos y críticos, opciones distintas a la programación comercial que se enfrasca en una lucha encarnizada por el rating.

Lo objetivo y lo real para el director del IMER son los pesos y centavos, la búsqueda de spots privados en la lucha por tener un mayor rating; privatizar, rentar los espacios; bajo el subterfugio de la “independencia gubernamental” y en “aras de la autonomía financiera”. En los entrecomillados, la palabra es el dinero privado, existe también la confusión -quizá deliberada- del papel que el gobierno debe tener, que es simplemente mantener una rectoría del estado, es decir, que el manejo del IMER responda a una política de estado; el que no existían reglas claras no exime la necesidad de tal política.

Donde existe la lógica del rating y “la incidencia en el debate público” para manipular la programación; la entrada de actores comerciales; no puede haber apertura y pluralidad en las ideas y los contenidos, máxime de las expresiones minoritarias por las cuales es sustantiva la radio o medios públicos. Persiste ese dilema que advertía el sociólogo y marxista Ralph Miliband en el sentido de que mientras sea el gobierno quién financie o administre los medios de comunicación públicos, dichos medios no serán más que heraldos oficiales. Villareal nunca asume la responsabilidad de superar la calidad de los contenidos en base a los recursos con que contaba; la única alternativa viable es el dinero privado, fiel a la falsa disyuntiva neoliberal tomada como entelequia para resolver los problemas financieros. Así el "legal" se desliga financieramente del IMER y asegura con la inversión privada contenidos y comentaristas a modo: lo que es del agua al agua.

El mismo autor -volviendo al teórico Miliband, consultar Socialismo para una época de escépticos, siglo XXI editores- insistía sobre la necesidad de equilibrar y potenciar los espacios y tutelar en las comunicaciones; una parte medios de estado o públicos –que no del gobierno en sí- otra medios privados- bajo estricto control democrático, y con número limitado de concesiones-; y el otro núcleo fundamental y que en México se ha hecho poco o nada por su promoción: los medios sociales de comunicación, forjados por grupos de periodistas, sectores de la sociedad civil, comunicadores, grupos minoritarios, entre otros. Donde su financiamiento fuese equilibrado para no depender de ninguna línea oficial o privada y donde los cooperativistas fueran los propietarios y quienes hiciesen efectivo el uso de los medios.

No hay duda, en México existen los medios tanto privados, que constituyen un duopolio televisivo y un monopolio comercial; le secundan los medios públicos que sufren un penoso proceso de convertirse sistemáticamente en sociedades anónimas. El resto de los sobrevivientes como canal 22 de CONACULTA, canal 11, TV UNAM entre otros, son medios alternativos destacados, que hacen frente a la porquería de la Tv. comercial; empero siguen siendo medios de estado, sí medios públicos pero lejos de la sociedad en términos de su manejo y contenidos; ligados aún a cierta línea política gubernamental por estar atados a su presupuesto; en todo caso no dejan ser medios de estado; en ninguno de los dos hay existencia alguna –ni testimonial- de lo que se entendería por medios sociales.

En el caso de propuestas como un canal de televisión para la ciudad de México que propugna Marcelo Ebrard, no sería en la práctica más que un medio del gobierno y una plataforma político electoral a nivel nacional; de nuevo la parte social de los medios sería carente. Fórmulas van y vienen desde arriba; se pueden subsanar las oquedades legales y equilibrar la balanza de la radio pública del IMER más allá de la privatización que pretende su actual director.

En todo caso preocupa la privatización del IMER porque perdería su caracter público por el subterfugio de una “autonomía financiera y gubernamental”. Pasa de una dependencia oficial a otra de tipo económico- privado. El punto es que se cierran los espacios que se supondría son de dominio público y en respeto a la pluralidad; y abajo no se están construyendo los medios sociales de comunicación de manera efectiva, y sin embargo esa debe seguir siendo la apuesta.

La verdadera pluralidad, una autonomía financiera y de gobierno que deriva en una de carácter editorial y ergo supera la calidad de los contenidos, parecen que sólo encontraran salida en los medios sociales; empero lamentamos la actual situación del IMER y más las ocurrencias de otro caballo de Troya afín al “legal” que se encargo con la “renovación programática” de pulverizar el carácter público de otro medio de comunicación. Está política sólo se compara con la de Luis Echeverría durante el golpe a Excelsior, sólo que en pedacitos.

Analista político.

gerarq22@hotmail.com

roblesg2@gmail.com



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