Camilo Nà
Hoy en La Jornada Jalisco, aparece una carta de Enrique Alfaro Ramírez, uno de los tres diputados del Partido de la Revolución Democrática en el Congreso del Estado. En ella confirma su convicción de no reconocer a Felipe Calderón como presidente de México y de apoyar a la presidencia legítima que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Es, digamos, el único diputado del sol azteca estatal que ha mostrado, en este caso, un poco de congruencia. Los otros dos no lo han hecho. Incluso el coordinador del grupo parlamentario del PRD, Samuel Romero Valle, más parece un panista de derechas convicciones que un diputado electo bajo las siglas de un partido que se dice de izquierda.
La verdad es que el PRD en Jalisco es un partido demasiado disminuido y sin probabilidades de convertirse en una fuerza política que compita con los dos partidos hegemónicos: el PAN y el PRI. El PRD precisa realiza algo que todo partido necesita hacer: trabajo de base. Se le ha estigmatizado, desde la derecha, como un partido violento si tiene posibilidades de ganar y como moderado y ejemplo de “vida democrática” si coopera; desde los movimientos sociales se le considera como colaboracionista.
La cuestión es que un partido de izquierda precisa siempre estar cercano a la población, adherirse a toda lucha justa y digna y mostrar congruencia con sus ideales. No podemos tener diputados que se alejan del vivir del común de los jaliscienses, que viven siempre arriba y piensan, por eso mismo, desde arriba. Se necesita que la población haga suyo al partido de izquierda, que observe el trabajo del partido en la lucha por el bienestar de todos y por hacer más iguales las cosas, más democráticas, más justas. Es un trabajo titánico, sin duda, pero se necesita hacerlo para sacar al PRD del lugar en donde está, del atolladero en que se encuentra. Democracia al interior, congruencia, apertura, en fin, luchar por causas comunes y siempre pensando más en la gente que en los posibles puestos y prebendas que se pudieran lograr. Ése debería ser el objetivo, no solamente aquí, en Jalisco, sino en todo el país. Desgraciadamente, parece ser que no se logra, que no se lleva a cabo y que se prefiere colaborar y tener mayor presencia electoral que emprender un cambio que solamente los que piensan en el bien de todos arrostran.
La salida, pues, a este desbarajuste del partido de izquierda es la organización apartidista, la organización de todos, de cada uno de los pobladores. Y eso no es tarea fácil, pero se precisa hacerla, se necesita que cada día los jaliscienses peleen más y mejor por sus derechos, esos derechos que a diario son pisoteados y vilipendiados. La lucha continúa, aquí, allá, acullá, en todas partes y en todo momento. Y esa lucha se ganará con inteligencia, con amor, con democracia y con mucho esfuerzo, de ello no quepa la menor duda.
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