Metodologías
Publico
Como nuncamente antes habían ido a esos lugares de perdición y vicio, cuando los diputados cachondos llegaron al table y vieron el tubo preguntaron “¿Y este tubo qué sostiene?”. “Como a doscientas familias, jefe”, fue la respuesta que les dio el encargado.
La educación se imparte y se adquiere a través de diversos métodos. A veces sus vías también son inescrutables y ninguna metodología, por más extraña y absurda que parezca, debe ser desdeñada como forma de aprendizaje.
Por eso, nadie debe hacer mofa de la metodología que los diputados locales escogieron para incrementar sus conocimientos pensando siempre en ponerlos al servicio de la sociedad.
En este caso, la sana competencia que los poderes del Estado mantienen por acrecentar sus conocimientos va a redundar en beneficio de la investigación pedagógica y de las nuevas metodologías para la enseñanza. Los resultados pueden llegar a ser sorprendentes.
La pregunta es: ¿cómo se adquieren mejores y más sólidos conocimientos acerca del mundo y sus verdades para ser aplicados al desarrollo de la sociedad jalisciense? ¿Tomando cursos de Biblia gubernamental o visitando directamente los lugares en los que puede obtenerse el mismo conocimiento?
Pongamos por caso que se trata de conocer la historia de Judith y Susana, mujeres bíblicas, y de Salomé, de cuyas historias se desprenden grandes valores como el heroísmo, la castidad y el desinterés por la vida para ponerla al servicio del bien común.
Hay dos caminos. Leer en voz alta la historia de estas tres mujeres, rodeado de funcionarios aburridos, asistentes que interrumpen con recaditos, señoras que se ven unas a otras presumiendo el nuevo vestido que les compró su marido secretario, tomando agua de jamaica, té de manzanilla o café y galletitas, y después pasar a la sesión de preguntas y respuestas: “¿Verdad padre que Judith era inteligente y osada? ¿Se puede decir que fue de las primeras feministas? ¿No le dio asco a Salomé la sangre que chorreaba de la cabeza de Juan el Bautista?”.
El otro camino es ir a visitar en su templo a las modernas Salomé, Judith y Susana, cuyas vidas son verdaderas muestras de valor, heroísmo, fidelidad, desinterés, traición y engaño, en medio de olores rancios, rodeados de fariseos borrachos que aúllan cada vez que una mujer se desliza por el tubo, entre copas de tequila, coñac o whisky. Ellas contarán de viva voz eróticas historias con sus padrastros y viejitos lascivos.
Pareciera una historia de Brozo, pero es verdadera.
Lo dicho. Los métodos educativos pueden llegar a sorprendernos
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