A LA NOCHECITA
. . . con Jaime Avilés (La Hora del Pueblo)
¿Qué tan poderosos son los poderosos? Milenio se dobló ante Arreola
Hace una semana, la pareja que forman Emilio Azcárraga y Bernardo Gómez en Televisa canceló el programa de Víctor Trujillo en el canal 4, llamado "El cristal con que se mira", para sacar del aire a Julio Hernández López.
Ayer, en una decisión arrebatada que tomó a las doce de la noche, Carlos Marín (o Barín, por su escandaloso culto al baro), corrió de Milenio Diario al periodista Federico Arreola.
Si algo tienen en común Julio Hernández y Federico Arreola, aparte de haber nacido al norte del Distrito Federal, uno en San Luis Potosí, otro en Monterrey, es el hecho de simpatizar abiertamente con el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Y si a uno lo cortaron de Televisa y a otro de Milenio fue exactamente por eso. Por miedo, por odio, por impotencia, por falta de poder.
Se trata de un doble acto de censura en contra de la libertad de expresión de dos periodistas pero también en contra del derecho a la información de todo el pueblo de México. Se trata de un doble acto de censura, contra ellos y contra nosotros. Se trata de un doble acto de censura contra el país.
Desde que decretó la inexistencia del movimiento de López Obrador, que representa a la mitad del electorado mexicano, el prestigio, el alcance publicitario y por tanto los ingresos de Televisa por la vía del rating (o reiting como se pronuncia) se han desplomado, lo que no parece importarle al consorcio de Azcárraga y Gómez ya que éste obtiene mayores ganancias por medio de los casinos, la prostitución on line y los table dance de Adal Ramones, entre muchos otros rubros que les dejan más dinero.
En cambio, desde que sustituyó a Federico Arreola al frente de la cadena de diarios de la marca Milenio, Carlos Barín (o Marín, como el gober precioso de Puebla) no ha hecho más que perder lectores y, en consecuencia, anunciantes. Su periódico cada día está más flaco y sus números cada vez más rojos, mientras sus colaboradores "de lujo", Gómez Leyva y López Dóriga, han caído por soberbia, por espanto, por desesperación, en el más grotesco de los ridículos.
Ciro, por ejemplo, se atrevió a escribir que el programa Tercer Legrado de Televisa, en el que también mueve la cola como un chihuahueño el propio Barín, "es más exitoso que el lopezobradorismo" (resic). Y López Dóriga, bueno, al pobre López Dóriga ya ni siquiera recuerdo su último balbú, su último balbucé, su último balbuceo. Se han convertido en imágenes que aparecen en la pantalla chica y se mueven nebulosamente sin que a nadie le importe ya lo que digan o dejen de decir. Están acabados, lo cual no nos garantiza que no los mantengan a cuadro todos los meses o años o décadas que dure la dictadura neofranquista de Felipe Calderón.
Ante la arbitrariedad cometida por Barín contra Federico Arreola han surgido propuestas de acción que deben ser analizadas con detenimiento. Protestar frente a las instalaciones de ese diario no es la más efectiva. Las imágenes podrían ser usadas en contra de quienes de tal suerte quieran externar su indignación. En México no hay libertad de prensa sino libertad de empresa. Los dueños de los diarios hacen y deshacen y ninguna ley protege a sus lectores cuando incurren en conductas antidemocráticas o arbitrarias como es el caso.
Además, un periódico no forma parte de los poderes fácticos de este país, no es una fuerza que entra en nuestras casas, en nuestros coches, en los restaurantes donde comemos y en nuestras cabezas a toda hora del día y de la noche como en cambio sí entra, inevitablemente, la televisión. Protestar frente a las instalaciones de la televisión es una de las pocas cosas que los ciudadanos podemos hacer, pero protestar frenta a las instalaciones de un periódico que sólo puede afectarnos si lo compramos y leemos es absurdo.
Ergo, incorporemos a Milenio a la lista de las empresas que están sometidas al boicot popular. No volvamos a mencionar siquiera su existencia. Ni a reproducir uno solo de sus textos, por canallescos que sean. Poco a poco, ese diario que alguna vez fue atractivo, interesante y plural pasará a incorporarse a la nómina de los pasquines que el poder subisidia para que los voceadores los cuelguen en los ganchos de los kioscos y la gente los vea al pasar sin que a nadie se le ocurra comprarlos.
Vean por favor lo que sucede con unomásuno y La Crónica de Salinas. Nadie los menciona en los blogs ni en ninguna parte y nadie paga un peso por ellos. A Milenio le sucederá lo mismo. Preocupémonos, en cambio, por los buenos reporteros que hay en ese diario y por la suerte de comentaristas como Jairo Calixto Albarrán y Marcela Gómez Salce que no ocultan su simpatía por El Peje. ¿También los recortará don Barín?
Aceleremos la creación de medios alternativos. Los "poderosos" que apoyan a Calderón se sienten más bien débiles: Televisa no tuvo suficiente fuerza para soportar las críticas de Julio Hernández, a Milenio le faltó fibra para no doblarse ante las palabras de Federico Arreola. Qué poderosos tan debiluchos. No van a poder con el país.
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