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lunes, agosto 17, 2009

El país que se va cayendo: ¿qué sigue? -Jorge Gómez Naredo-

Foto: César Huerta/Extensión Medios

Jorge Gómez Naredo

La Jornada Jalisco

¿Qué se aproxima?, ¿qué se espera?, ¿hacia dónde irá la economía mexicana?, ¿hacia dónde la política económica seguida por Felipe Calderón?, ¿seremos mañana más pobres de lo que ahora somos?, ¿se multiplicarán las lágrimas derramadas por la ausencia de dinero para comer, para vestir, para educación?, ¿cuántas historias sombrías, tristes e inaceptables surgirán de esta “crisis” económica, de esta, como dijo Felipe Calderón (con cinismo supino), “tormenta perfecta”?, ¿continuará creciendo, a raudos pasos, el desempleo?, ¿persistirán los fracasos en la administración federal?, ¿aumentarán las medidas erráticas, las acciones tomadas sin sustento ni previsión por parte del “gobierno” calderonista? ¿Qué vendrá?, ¿el país seguirá cayéndose a pedacitos?, ¿la nación, los mexicanos, se callarán?, ¿se mantendrán en mutismo, esperando lo peor, acostumbrándose al sufrimiento, al dolor, a eso que es la pobreza y la desigualdad? ¿Qué se aproxima?

Abajo, por todas partes hay miedo, por todas partes hay falta de seguridad: no se sabe a ciencia cierta qué sucederá. Pero arriba la situación parece otra: se habla de crisis que han sido derrotadas, de efectos nocivos internacionales nulificados, de grandes acciones del gobierno para mantener todo bajo control, con pocos costes para la sociedad, con pocos costes para los que menos tienen. Felipe Calderón argumenta todos los días que su administración hace lo posible y lo imposible para que todo lo malo se vaya y venga todo lo bueno. Casi se inmola. Dijo el viernes pasado en Uruguay: “Y le debe quedar claro al pueblo de México que el primer sacrificio lo hará mi propio gobierno […] la meta que tiene mi gobierno es enfrentar esta enorme restricción presupuestaria que tenemos para el próximo año con la menor afectación posible para los ciudadanos, para los contribuyentes y, particularmente, para los mexicanos que menos tienen”. Arriba, en el avión que traslada de un país a otro a Felipe Calderón, la nación va bien: deslumbra. Abajo, desgraciadamente, las percepciones son distintas. Y las vivencias diametralmente opuestas.

El país se cae en pedacitos: gente recorriendo empresas, fábricas, buscando un espacio para desenvolverse, hojeando un periódico con la esperanza de encontrar un lugar para ganar unos cuantos pesos y vivir dignamente. Y nada: no hay fuentes de trabajo. Según datos oficiales, 2 millones 400 mil mexicanos no tienen empleo (5.2 por ciento de la población económicamente activa); 12 millones 200 mil sobreviven en la economía informal, cifra que iguala, por primera vez, a las personas afiliadas al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), es decir, a las que tienen un empleo formal. Estos datos oficiales que llaman a la alarma no le impiden a Felipe Calderón decir en su reciente visita a Uruguay: “hemos protegido a 440 mil familias más cuyos jefes hubieran sido despedidos en esta crisis económica”. ¿Qué pensará de esta visión el obrero desesperado que va, fábrica tras fábrica, buscando un empleo digno?

Los ayuntamientos son, sin duda, la base del gobierno en el país, pues es ahí, en esa institución, donde se da la mayor cercanía con los gobernados. En el México de hoy, el México de Felipe Calderón, el 70 por ciento de los ayuntamientos está al borde de la quiebra. Y esto porque las asignaciones federales se han reducido (dizque no hay dinero en las arcas públicas). Cuauhtémoc Calderón Galván, presidente municipal de Zacatecas y quien dirige la Asociación Nacional de Alcaldes de Acción Nacional, mencionó que los ayuntamientos del país están prontos a desmoronarse, pues en menos de un mes no habrá recursos para pagar salarios, patrullar calles, recoger basura, etcétera. Sentenció el panista: “Si no hay una pronta solución entraremos en un estado de ingobernabilidad”. ¿Qué se aproxima?

Felipe Calderón y su gabinete aceptan que no hay dinero, que faltan 300 mil millones de pesos para completar el presupuesto del próximo año, que habrá que hacer recortes: menos recursos a obras de infraestructura, menos capital para la Comisión Federal de Electricidad (el futuro energético en la humanidad es la energía eléctrica), más impuestos para los contribuyentes cautivos y mayor endeudamiento “moderado” (según palabras de Agustín Carstens, secretario de Hacienda y Crédito Púbico). ¿Hacia dónde vamos?, ¿hacia dónde nos dirigen?

Pobreza y desempleo, desigualdad indignante: cientos de miles transitando por todas partes en busca de un empleo, de dinero. Delincuencia. Narcotráfico. Migración cada vez más complicada, más peligrosa, menos beneficiosa económicamente. Lágrimas por todas partes. Carencias en educación, en salud, en servicios básicos. Endeudamiento. Crisis, crisis y más crisis. Es el México de Felipe Calderón, el México de quien, en campaña (y antes del fraude electoral de 2006), dijo sería el presidente del empleo, de la estabilidad económica y de la seguridad. No cabe duda: sus palabras fueron y son tan pequeñas como él. ¿Qué se aproxima? ¿Qué sigue?


::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2009::

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