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martes, abril 24, 2007

Opinión.- Germán Robles

Cuarta República
Germán Robles
24 de abril de 2007


Aborto: lo liberal, lo humanista, lo salomónico.

Un día en plena mañana en un mercado japonés, en uno de sus corredores, un hombre de avanzada edad desfalleció a causa de un ataque respiratorio, quienes se hallaban a su alrededor repararon de inmediato a recargarlo en un lugar seguro; cundieron los gritos de desesperación pidiendo la ayuda de los servicios médicos. El hombre con el poco aliento que le quedaba les dijo que no llamaran la ayuda, luego se relajo dio sus últimos suspiros y ahí murió.

Esta anécdota podría ser la analogía más cercana al concepto de la libertad, una que no es determinada por el entorno, ni por dogma o estado de derecho alguno; el hombre japonés no pidió ni la ayuda médica, ni a un sacerdote, ni nada parecido; sólo solicito que lo dejaran ahí para morir en paz.

El tema tan controvertido y candente del aborto, se debate en un falso dilema, tratando cada actor de la vida social- política y religiosa de justificar si el aborto se trata de una cuestión dogmática, religiosa o una cuestión de estado per se: ninguna de las dos por sí misma. En la historia moderna de México tratar el tema era motivo de linchamiento de los resabios inquisitorios de la jerarquía y grey católica, hasta hace diez años era impensable la legalización efectiva del aborto en México y aún en los centros urbanos con tendencia más liberal como lo es el D.F., el debate se diluía en medio de trivialidades morales que nos metían en una discusión bizantina que tronaba cualquier intento de despenalización y reforma, de ahí no pasaba; hubo un avance con la ley impulsada por la otrora jefa de gobierno Rosario Robles; pero al aprobarse el día de hoy la despenalización del aborto en el D.F., ha quedado demostrado que las leyes, ni sus derechos como penalidades, no pueden sostenerse bajo criterios estrictamente morales, ni de religión particular alguna.

En lo personal no estoy de acuerdo con la práctica del aborto, porque lo idóneo y preferible es abrir paso a la vida y de una forma responsable, pero la realidad es otra; aún cuando reconozco el derecho de las mujeres a elegir sobre su propio cuerpo físico; esto muchas veces es confundido con abortar. Esto es una cuestión de mujeres claro, pues ellas nos traen al mundo y es encomiable que decidan por si mismas sea cual sea su decisión, que rompan con el esquema de sociedades monoteístas y patriarcales que les quieren imponer que hacer o no con su cuerpo y sangre desde el nacimiento hasta la tumba.

Empero, si una mujer cree que elegir sobre su cuerpo es sinónimo que le significa solamente abortar, puede hacer de su derecho un ridículo eufemismo. Los malos razonamientos sólo distraen el debate de fondo. Tan estúpida es la idea difundida de que si mujeres como las madres de Hitler, Stalin, hubieran abortado el mundo su hubiese librado de millones de muertes y el mal, como más estúpida es la idea de considerar que si se aborta se podría tratar del Mesías; que de tonterías se ha dicho.

Así el aborto no es meramente una cuestión de estado o religiosa, nadie más que las mujeres en un ejercicio de libertad se pueden abrogar ese derecho; elegir sobre si mismas implica tener una vida sexual responsable e informada con todos los medios a su alcance y si falla esta instancia, toda la información para decidir abortar o no hacerlo; máxime tener todas las herramientas informativas y preventivas para evitar esa instancia en lo posible.

Que bien que se haya aprobado la ley, basta de que la jerarquía católica quiera imponer los criterios legales y de interés públicos basada en su tradición oscurantista; que exista la despenalización no significa un cheque en blanco para que todas las mujeres aborten a mansalva, significa llanamente que el estado no tiene porque diablos penalizar una actividad que está sujeta a una decisión personal y a un alud de valoraciones de tipo moral y religioso. El estado representado en este caso en la ALDF, se ha flexibilizado, con criterios de técnica jurídica universal, la iglesia en cambio se ha radicalizado, haciendo valer ex comuniones por doquier y de forma virulenta. Si así es como castiga, ojalá que queden contentos, pero no se atrevan a reclamar al estado su omisión al castigo. Lo que es del Cesar al Cesar.


No estoy, insisto, de acuerdo con el aborto, y eso no implica una postura moralina o religiosa, tampoco se trata de una postura netamente legalista; se trata de una postura neutral con un amplio sentido humanístico, a nadie le conviene el aborto como salida fácil a los problemas, ni conviene un problema de salud pública; mucho menos la ignorancia y la desinformación de las mujeres, filtros rotos por los cuales se llega al final a la difícil disyuntiva de abortar o no.

Es buena la despenalización, pero es exigible también toda una estrategia jurídica moderna, que permita políticas públicas de avanzada tendientes a informar oportunamente, la despenalización y la creación de leyes no implica que exista un estado promotor o pro abortista; hay leyes o despenalizaciones que están ahí, que bueno que existan y que mejor que no echar mano de ellas (quién no entienda esto, lo de la flexibilidad de las leyes, ve el mundo de forma cuadrada), dotar a todos los niveles de métodos preservativos gratuitos, la apertura de los temas de salud sexual sin pudor alguno en medios electrónicos.

Información y más información, alternativas, para que se prevenga un embarazo irresponsable (eufemismo: embarazo no deseado), y si este se da, que las mujeres elijan libremente con la seguridad de que el estado no las castigará por su elección, además de que le ofrecerá las garantías de salud pública, si por lo demás la mujer quiere valorar las opciones no abortivas, está también en su derecho, ya es cosa de su moral y la influencia religiosa, que estos hagan su papel; (Esta es una discusión pública no de simple Sinagoga) el estado al no penarlas también debe conminar a las mujeres a ver otras opciones, finalmente por eso es arbitro, para equilibrar la balanza salomónica de la vida pública.

La izquierda se caracteriza por la lucha de la dignidad humana, es la corriente más liberal, la que aboga por los desvalidos, los pobres, las minorías, por los derechos fundamentales de la sociedad y la convivencia, por las reinvidicaciones gregarias y humanas. Si protege a las personas desde su nacimiento y procura todos los derechos y servicios, ¿Por qué no luchar igual por su derecho al nacimiento, a la existencia? Estoy seguro que la izquierda sabrá ponderar en la práctica todas las medidas tendientes a informar, prevenir, asesorar y proteger a las mujeres antes y durante el aborto, pero sobre todo antes con políticas preventivas para que no lleguen a las condiciones aborto.


Y no lo harán con sermones, sino con políticas públicas eficaces, con leyes, con información masiva y sin cortapisas, con condones, promoción, educación y lo que se pueda. Que nadie venga que con el aborto se evitaría que la iglesia y el sistema capitalista se hicieran de más agentes supernumerarios, más proletarios al servicio del capital. Por favor, si no, ¿para que existen entonces escuelas públicas?, ¿para que entonces la lucha social y de clases? Si nos desviamos por falsos criterios entonces sólo los ricos deberían tener hijos y si eso ocurriese ni habría ni revolución, ni clase, ni izquierda que valieran en medio de la regresión medieval. Así mismo que Próvida y la iglesia católica no nos venga con las mafufadas de que con la despenalización y el aborto los think tanks americanos, y el “Satanás de los rojos y la izquierda” nos llevarán a una purga étnica y racial. (¡Súper SIC!)

¿Cuántos de nosotros no nacimos en condiciones difíciles de nuestras madres?; después de partos malogrados y abortos involuntarios por problemas de salud; ¿Cuántos de nosotros no llegamos al mundo siendo algo tan esperado, después de infertilidades o intentos fallidos?; y si nacimos pobres, pero igual, diario luchamos por nuestros derechos y la justicia social. Aún, que lamentable, son válidas las excepciones de abortar por casos de malformaciones congénitas, riesgos a la vida de la madre y violaciones; aunque en el caso del D.F; estas causales quedarán diluidas con la despenalización. Empero la irresponsabilidad y el “valemadrísmo” del mexicano no pueden ser premiados con la libertad de elegir sobre tu cuerpo, todo derecho implica una responsabilidad, antes, a la hora y después de que se practique un aborto.

Que las mujeres elijan libremente, que el estado no las castigue con criterios morales por su decisión, pero que procure los mecanismos a su alcance para que la medida abortiva se de en lo más mínimo posible -que incluso le sirve para su salud financiera-, que la iglesia haga su entripado; utilice sus propios fueros y haga mejor un trabajo social en lugar del terrorismo fundamentalista. Estado e iglesia que jueguen su papel; que la libertad y el humanismo sean los espacios determinantes para que la mujer decida en su fuero interno; si estos factores coinciden seguro la vida llevará mano cuando sea preciso•
Arquitecto y analista político.
Redes Ciudadanas de Jalisco

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