desde el correo de redes ciudadanas
Carlos Antonio Villa
La herramienta ideológica parroquial convertida en semanario que reparte la diócesis o arzobispado de Guadalajara entre sus feligreses, pudiera tomarse simplemente como eso: un órgano informativo que da cuenta del quehacer religioso de sus huestes. Mas cuando éste se inmiscuye en política o en asuntos de salud pública u otros del orden civil, los argumentos pueden cambiar de tesitura y volverse envalentonados y miopes desafíos a tontas y a locas, literalmente. Visto así, el referido medio de comunicación eclesiástico es un instrumento que se utiliza para hostigar políticamente a los contrarios, teniendo como única posibilidad argumentativa una descolorida diatriba que denota una penosa carencia de formación intelectual en la que resalta además el desconocimiento profundo del entorno que se vive. Por ello es recomendable leer otras cosas que no sean bíblias.
En nuestro país, no solamente padecemos ya desde años atrás una incapacidad absoluta en los distintos niveles de gobierno como para dar otro rumbo a la realidad de los mexicanos, sino también nos daña la ignorancia de la cúpula católica que no ha logrado salir de sus telarañas esquizofrénicas que ya han causado peligrosos y sangrientos episodios y lo último que se desea por parte de quienes ejercen la racionalidad y la congruencia es que se repitan.
Cuna de pederastas al por mayor y encubridores de los mismos y de otros criminales, no creo que tengan credenciales para juzgar la moral de nadie. Pero en fin, este es el destino histórico que le ha tocado en suerte tener a esta sufrida y aún vigorosa nación.
Tampoco juzgo, como ellos, a rajatabla, a todo el clero. Seguramente participan hombres y mujeres entregados a una vocación que antepone los valores espirituales sobre cualquier objeto terreno, sin embargo, a todas luces prevalece más bien un contexto demasiado mundano hasta rayar en lo banal como lo son los autos y residencias de lujo, francachelas con gente chic y en el colmo de la anticonstitucionalidad, una abierta y cínica participación en la vida política de la sociedad.
Si se discute un asunto en el congreso atañe a este órgano legislativo y punto. Los promotores del catolicismo deben entender que conviven con ciudadanos laicos o que simplemente no concuerdan con sus posturas y opiniones. Igualmente, la diversidad cultural que habita la patria da lugar a musulmanes, judíos, masones, protestantes, agnósticos y toda la gama posible de credos.
Que por favor dejen en paz al resto de la sociedad que no es como ellos. Total, que cumplan con sus creencias y ritos y dejen que otros hagan lo propio. Incluso abortar como derecho inalienable y único de la mujer en cuyo cuerpo se gesta algo que no alguien aún y aunque así fuere; es suyo y de nadie más en tanto no seamos como hormigas o abejas donde todos los individuos sirven a la reina. ¿O acaso piensan estos sectores ligados al clero respecto de la comunidad como una gran colmena?
Los patricios u optimates colocados por un lado (derecha) y los plebeyos o populares por otro, (izquierda) representados juntos en el Senado romano, dieron lugar a estas dos categorías cuyo origen ignora el autor del editorial del semanario mentado. Una savia medida de encontrarse las distintas clases sociales en búsqueda de consensos que evitaran los choques y guerras civiles, aunque éstos no siempre fueron conjurados. Le llevó a la humanidad un buen trecho de siglos y tinieblas para construir esta forma de convivencia que llamamos democrática y ahora la Iglesia Católica Apostólica y Romana de Guadalajara pretende erradicarla del planeta para despejarle el camino a la “derecha” como única salvación de los vicios de la sociedad. Para que todos puedan sonreír.
Prefiero quedarme con el ceño fruncido y bien encabronado por vivir en un país de ultrajes e impunidad donde la anquilosada institución del catolicismo es cómplice de la ignorancia y la opresión que exhiben las mayorías y de la insultante opulencia de unos cuantos.
Frunzo el ceño también de vergüenza por el atraso cultural del pueblo domesticado desde el púlpito e incapaz de sumarse a los verdaderos movimientos emancipadores. Allá ellos y sus nuevos amos trasnacionales y perfectamente desconocidos.
Las marchas en las que anduvimos y andaremos con el ceño fruncido pero también bailando salsa y escuchando a Silvio, han servido además para recordársela a Fecal por espurio e inepto. Del señor Sahagún ni hablar.
¿Por qué no se pronuncian estos editorialistas en contra de las decapitaciones cotidianas, de los abusos del hampa y los corruptos gobernantes? ¿No les mueve la enervante y criminal política neoliberal que ha convertido a México en el país que más expulsa emigrantes en el mundo aún por encima de la India ? ¿Los niños que mueren de hambre y las violaciones de mujeres campesinas e indígenas? ¿Esto no atenta contra la paz? A estos radicales fanáticos los veo con muchas culpas y de todas maneras lanzan piedras. Vaya cáncer en la sangre de un pueblo dotado de tantos dones.
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