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viernes, abril 20, 2007

La Culebra.

Cuento de: Roque Dalton.

La Culebra.

-Ve pué, ahora que miacuerdo, todo esto no es ni mierda; lo verdaderamente serio fue cuandonos manió la culebra al viejo Ramos y a mí. Se trataba de infiltrarse en la nocturnidad entre una cantidad de vigilancia impresionante, dinamitar teóricamente el puente de la carretera central y volver al camión donde nos esperaba el capitán, ROLEX en mano, todo ello en 30 minutos. Distancia de arrastre en zona sin vegetación: cien metros de campo no minado. El viejo sabía arrastrarse como un topo, parecía que iba bajo tierra y yo lo que hacía era pegármele, poniéndole la cabeza en los carcañales.

A medio camino decidimos dejar allí las pistolas y los cuchillos y quedarnos solo con las cargas para mayor comodidad en el arrastre.

-No había luna, pero aquello no era precisamente una boca de lobo y además los camiones y los autos de la carretera pegaban de cuando en cuando unos brochazos de la luz que se te encogia el seretete. Los centinelas estaban ahí nomás, bien recortados contra el cielo, con sus ametralladoras de mano con bayoneta calada.

-De pronto el viejo se detuvo, yo pensé que él creía que se había dejado ver, pero como vi que se tardaba me le aparée y le soplé: "qué pasa viejo cerote, nos quedan 16 minutos". Y el viejo como furioso, él que nunca me había faltado al respeto, a pesar de mi eterna jodedera, me dijo: "¿qué no estas viendo pendejo?".

Yo no miraba nada, sólo lo oía respirar cansado, pero cuando fui a tocarlo para puyarle las costillas como se hace con los bueyes para que caminen, me di cuenta:tenía una e-nor-me culebra enrollada en el cuerpo. Un escalofrío me recorrió todo el mío, aunque pronto oí una voz del cielo:"es masacuata, baboso, Majá de Santa María, no es venenosa ni es capaz de matar a un hombre por constricción". De tal manera que cuando la culebra me atrapó a mí también por los brazos, no salí dando alaridos y pude reprimir la sensación de asco helado, por el roce y el tufo a saliva de loco.

El viejo me dijo que le pellizcará la cola a la animala, con toda mi alma, pero qué va, la masacuata como que si ni tal, tenia dura la nalga payuda, más bien yo me jodía el dedal. El viejo se puso en arco... casi de culumbrón tensándose para zafarse, pero la imbécil coyunda seguía firme. Yo pensaba que por la tal culebra nos iban a alcanzar a ver y se iba a armar la del diablo con la tirazón y las bengalas y se iba a joder todo.

De repente, ella sola, sin que mediara nada por nuestra parte, la masacuata se fue zafando como zoguilla rota y nos dejó libres. Con aquel susto lo demás fue babosada. Llegamos hasta bajo el puente, colocamos la carga y les dejamos un papel con insultos a los centinelas. Regresamos por el mismo lugar un poco contumeriosos por si aparecía de nuevo la amiga, recogimos las armas y llegamos al camión con dos minutos de retraso.

Cuando volvíamos al campamento y el capitán nos dio permiso para fumar, le contamos y él se doblaba de la risa: "por mi madre que ustedes son de a caballo Atila -decía- si a mí me pasa, se jode la operación y la tercera guerra mundial, porque yo salgo gritando despavorido y no paro hasta encontrar un bar". Y nosotros bien culones de que el capitán dijera eso, porque sabíamos que era mentira, que el tipo habría cumplido así lo enredara por las canillas un dragón echando fuego de azufre, tan es así que una vez se había agarrado a tiros con un tanque y ganó la batalla, embarrancó el tanque, mató a los 3 que iban adentro, desatornilló la 30 , se la echó al lomo y se la llevó.

Roque Dalton. Nació en San Salvador el 14 de mayo de 1935 y murió el 10 de mayo de 1975. Poeta, periodista, ensayista y novelista. Cursó estudios en el Externado de San José. Publica sus primeros poemas en la revista Hoja (Amigos de la Cultura), y Diario Latino, en San Salvador. Militante revolucionario desde muy joven, fue fundador del Círculo Literario Universitario en 1956. En 1957, viajó a Moscú como representante salvadoreño en el Festival de la Juventud. Realizó estudios de Jurisprudencia, Ciencias Sociales y Antropología en universidades de El Salvador, Chile y México. En 1969, ganó el premio de Casa de las Américas. Por sus ideas políticas, fue encarcelado varias veces, se exiló desde 1964. Vivió y trabajó en Guatemala, México, Praga y La Habana; realizó viajes a Sur América, Europa, Corea y Vietnam. A finales de 1973 regresó al país bajo el seudónimo de Julio Delfos Marín, para integrarse al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Muere asesinado el 10 de mayo de 1975.

Obras: Mía junto a los pájaros (San Salvador, 1957) La Ventana en el rostro (México, 1961) El Mar (La Habana, 1962) El turno del ofendido (La Habana, 1962) Los Testimonios (La Habana 1964) Poemas (Antología, San Salvador, 1968) Taberna y otros lugares, Premio Casa de las Américas (La Habana, Cuba, 1969) Los pequeños Infiernos (Barcelona 1970) Ensayos: El Salvador (monografía, 1963) César Vallejo (La Habana 1963) El intelectual y la sociedad (La Habana, 1969) ¿Revolución en la revolución? y la crítica de la derecha (La Habana 1970) Miguel Mármol y los sucesos de 1932 en El Salvador (1972) Las historias prohibidas del pulgarcito (México, 1974) Obras póstmas: Poemas clandestinos (1980) Pobrecito Poeta que era yo (narrativa, 1981) Un libro rojo para Lenín (1986) Un libro levemente odioso (poesía, 1988) Los Hongos (poesía, 1989)


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