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domingo, marzo 15, 2009

Felipe Calderón en su aislamiento

JORGE GÓMEZ NAREDO

Un presidente sin legitimidad, sin carisma y sin mucha idea de cómo se gobierna una nación. Un país en crisis política, con un remedo de democracia y ahogado en un vendaval económico. Una clase política corrupta, insensible y petulante. Una sociedad muchas veces adormecida, otras reprimida, unas más manipulada por los dueños de los grandes medios de comunicación. Una guerra entre cárteles de la droga que todos los días arroja muerte, dolor y lágrimas. Una autoridad infiltrada por la delincuencia organizada y la no tan organizada. Un país vecino hipócrita, intervencionista e imperialista. Así se mira el sexenio de Felipe Calderón. Aunque allá, desde las nubes de Los Pinos, se niegue la realidad y se pinte un paraíso lleno de logros y de avances. El futuro de México, simple y llanamente, se observa oscuro, demasiado oscuro.

El jueves pasado, en su intervención en el evento “México: perspectivas y oportunidades económicas en el nuevo entorno mundial”, Felipe Calderón criticó al gobierno de Estados Unidos y a la prensa internacional que no ven lo que él observa a diario: “Yo reto a quien diga eso [que hay zonas del país donde el Estado no tiene control], que me diga a qué punto del territorio nacional quiere ir y lo llevo. Lo único que le pido es que no venga de vacaciones, como parece que vienen algunos analistas a México”. Con tono autoritario, de ebrio bravucón, quien en 2006 dijo sería el “presidente del empleo”, mencionó: “Yo lo que exijo es que vayamos, precisamente, al punto que quieran del territorio nacional para conocer el imperio del Estado. Sí tenemos problemas, por supuesto, como los tiene también Estados Unidos; pero lo que tenemos nosotros es una firme determinación de terminar un problema que no ha sido creado en nuestro país; que sufre nuestro país como consecuencia de estar al lado del mayor consumidor de drogas del mundo y del mayor proveedor de armas del mundo”.

Las declaraciones de Calderón no nacen, es obvio, de la sincera defensa de la soberanía nacional. No. Lo que expresan las palabras del panista es miedo, inexperiencia política y un aislamiento (nacional e internacional) indescriptible. Estados Unidos es el aliado natural de Calderón; sin embargo, éste ha optado por confrontarse con él. Y lo hace de la manera más ridícula que se pueda: como un borracho pendenciero.

Desde su llegada (fraudulenta) a la Presidencia de la República, Felipe Calderón decidió emprender una “guerra” contra el narcotráfico para solucionar su déficit de legitimidad. Pero lo hizo sin planeación, sin atajar las causas profundas del problema. No cabe duda, el tráfico de sustancias ilegales es un asunto multinacional, pero no solamente eso: es una cuestión económica, de pobreza en el país, de falta de oportunidades. Más de 400 mil personas en México están relacionadas con el narcotráfico. Si en el país no existen las condiciones para que miles de mexicanos puedan sobrevivir, las opciones son claras: migrar a los Estados Unidos o integrarse de una u otra forma al negocio del narcotráfico. Si no se soluciona esto, el problema continuará profundizándose. La manera como Calderón afrontó al narco fue la más desatinada posible: con una supuesta “guerra”, una guerra donde uno de los bandos estaba infiltrado por el otro. El fracaso, pues, era muy anunciado, inexorable.

Hoy Calderón se muestra como un presidente débil en lo local y en lo internacional. Ejemplos hay muchos: el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, vino a México y exigió (sí, exigió) que una secuestradora gala (sentenciada ya) fuera trasladada a Francia a cumplir su condena. Calderón no pudo decir que no. En lo local, cada día son más las personas desilusionadas (que anteriormente apoyaron o fueron engañadas por Calderón y sus costosas campañas mediáticas) con la gestión del michoacano. Aunque el gobierno federal ha hecho lo posible y lo imposible para convencer a los mexicanos que la crisis económica proviene de fuera y que todo va viento en popa, es muy claro que pierde apoyo cada día que pasa.

¿Qué indican los exabruptos de Calderón?, ¿por qué critica con tanta enjundia a los Estados Unidos? Por el aislamiento en que se encuentra. Calderón se muestra débil al interior y débil al exterior. Sin asideros. Desgraciadamente, la ineficacia de un gobierno puede provocar que los vecinos poderosos decidan intervenir en el país con cualquier argumento, con un baladí pretexto. Por eso, lo mejor para México, para todos los mexicanos, es que quien llegó de manera ilegítima al poder en 2006, se vaya. Que renuncie. Sería lo deseable para el país. Entre más tiempo pasa, los daños, sin duda, se incrementan. Después será demasiado tarde.

jorge_naredo@yahoo.com

::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2009::

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