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viernes, septiembre 22, 2006

Felipito
Felipe Calderón está teniendo serios problemas para encontrar
el camino hacia la silla presidencial. Y se le está haciendo tarde
Estrictamente personal
Raymundo Riva Palacio
El Universal / 22 de septiembre de 2006

Para ser presidente, también hay que parecerlo. Cuando ni se parece, ni se actúa como un hombre a cargo de su destino, aun en el periodo de presidente electo, lo que resulta de ese potaje es un Felipe Calderón. En este momento de crisis política y un largo horizonte de conflicto, quien se supone dirigirá el destino nacional hasta el 2012, no parece encontrarse en su plenitud. No muestra empuje, ni garra, ni imaginación, y menos aún el músculo de un equipo que lo arrope. ¿Podrá gobernar?

Definitivamente, si no hay un cambio radical, corre el riesgo de llegar a la Presidencia con una debilidad por cuanto a poder que no se comparará siquiera con aquella, por la sombra de fraude, que persiguió a Carlos Salinas durante el arranque de su Presidencia. Esta semana, que se comenzó a reunir con el gabinete político y de seguridad del país, su equipo cercano reforzó sus intentos por establecer puentes políticos con la oposición. El resultado fue patético. En las dos últimas semanas le ha llovido a Calderón desde adentro, con un intento de sometimiento por parte del presidente Vicente Fox, y desde afuera, donde a quienes responsabilizó de los enlaces políticos sencillamente naufragaron.

La responsable de establecer la negociación política con la oposición, Josefina Vázquez Mota, ha llegado a tales niveles de descrédito, que varios líderes de la oposición, cuando les avisan que les va a hablar por teléfono, apagan sus aparatos. No tienen intención de hablar con ella, a quien consideran una frívola y carente de capacidad real de negociación.
A quien perfila Calderón como su jefe de gabinete en Los Pinos, Juan Camilo Mouriño, le han tomado la medida.

En fechas recientes, un priísta se presentó en las oficinas de Calderón y le dijo al joven Mouriño que iba en nombre de Roberto Madrazo para establecer acuerdos políticos. Lo llevó con el Presidente electo, quien descubrió que David Penchyna, el visitante, no tenía ese mandato. Sin importarle el traspié, llegó otro priísta para decirle que era él, y no María de los Ángeles Moreno o Beatriz Paredes, quien controlaba al partido en el Distrito Federal, ofreciéndole sus buenos oficios para neutralizar al PRD. Mouriño lo llevó con Calderón, quien recibió a este priísta durante una hora, descubriendo que Mauricio Cortés, como se llama el coordinador de la bancada del PRI en la Asamblea de Representantes, en realidad recibe órdenes de Moreno y Paredes.

Mouriño, de enorme confianza de Calderón, no tiene ni el oficio ni conoce a la clase política mexicana. No es el único. Uno de los principales enlaces de Calderón en el Congreso, el ex diputado de Baja California, Cuauhtémoc Cardona, ya fue víctima de sorna. Hace unos días se presentó con uno de los dirigentes del PRI y se suscitó el siguiente diálogo:

-Hola, ¿cómo estás?
-Mmmm. Bien, ¿y tú?
-Bien, gracias. ¿Qué hay de nuevo?
-Mmmm.
-Qué bueno que nos conocemos, yo soy el enlace de Felipe Calderón con el Congreso.
-¿Sí?
Ahí quedó. Llegó a ninguna parte ese diálogo. El priísta diría después: "Si yo hubiera hecho menos en alguna etapa de mi vida, ahí se hubiera acabado mi carrera política". No es el caso de los calderonistas, quienes han continuado intentando establecer el cabildeo.

-¿Cómo verían que Felipe se llevara la relación con las cámaras a Los Pinos? -preguntó otro enlace legislativo.
-Muy mal.
-¿Por qué lo ven así?
-Una regla básica de la política es que si vas a tener una relación conflictiva, lo que más conviene es alejarla del Presidente.
-¿Va a haber conflicto con el Congreso?
-¿Pues qué no se han dado cuenta?
No se han dado cuenta, ciertamente. El diálogo político no ha podido iniciarse por la falta de talento de los operadores de Calderón. A Vázquez Mota la irrespetan y a quien se perfila como secretario de Gobernación, Francisco Javier Ramírez Acuña, gobernador de Jalisco, le tienen una profunda desconfianza por sus relaciones con la extrema derecha, política y religiosa. "No saben qué hacer", confió un dirigente partidista. "Están hechos bolas".
-¿Cómo verían en el PRI a Genaro Borrego en el nuevo gabinete? -preguntó un enviado calderonista.
-Nos da igual.
-Pero cómo. ¿No tienen opinión al respecto?
-Nosotros no vamos ni a opinar ni a vetar sobre lo que quiera hacer Felipe Calderón en su gabinete.
-¿Pero no sería un enlace con los priístas?
-Dudo que algún priísta se quiera sentar con Genaro Borrego.
- ..
La ingenuidad en el equipo calderonista no tiene límites. Uno de los enviados del Presidente electo trató de iniciar un diálogo político, pero fue recibido con una acusación directa de que ellos habían promovido la difusión de las grabaciones del líder de la bancada priísta en la Cámara de Diputados, Emilio Gamboa, con el textilero y sospechoso de pederastia Kamel Nacif. "Eso no es cierto", respondió. "Ustedes saben que no fuimos nosotros". Es más, les habían confiado previamente los panistas, Gamboa "es el más receptivo de todos los priístas a nuestras iniciativas".
Calderón enfrenta, además, la hostilidad del presidente Fox. La semana pasada, les informaron que esta, la Suprema Corte de Justicia resolvería a favor del gobernador Mario Marín en el caso de la escritora y activista Lydia Cacho, que se combinaba con la reunión amable de Calderón con la dirigencia del PRI. A la mañana siguiente vinieron las grabaciones de Gamboa y Nacif.
Poco después, el secretario de Gobernación Carlos Abascal les aseguró que esta semana, si lo pedían, la Policía Federal Preventiva entraría a Oaxaca. Pero resultó todo lo contrario. Abascal dijo que esa era una decisión de Fox, y el Presidente, en Nueva York, dijo que no usaría la fuerza. Mouriño suplicaba: que limpie el gobierno de Oaxaca antes de que entremos. Qué tierno. De buenas intenciones, que lo recuerde Felipe Calderón, también está lleno el infierno.

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