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jueves, septiembre 28, 2006

Al mejor postor

Monica Perez Taylor

Todavía no es presidente y Calderón ya comprometió el agua de todos los mexicanos a 700 empresarios del ramo ¡Aguas!

De quién es el agua

Creyéndose dueño y señor del agua de todos los mexicanos, el licenciado Calderón atendió, en días pasados, la invitación de la Asociación Nacional de Empresas de Agua y Saneamiento (ANEAS) en donde respaldó cada una de las peticiones que sus 700 representantes le demandaron.

Se comprometió a eliminar los subsidios al agua potable que actualmente se otorgan a la población y a los agricultores de toda la nación, así como a desaparecer el financiamiento a fondo perdido en las inversiones en infraestructura hidráulica que se realicen durante su sexenio.

Le exigieron que el gobierno deje de ser operador y pase a ser únicamente un ente normativo dejando la extracción, conducción y distribución del agua potable, y de todas las aguas nacionales, en manos de los empresarios de ese ramo. Y, por si fuera poco, le instaron a eliminar la actual atribución que tienen los municipios para fijar las tarifas y aplicar una única en donde se cobre todo el costo del agua incluyendo la amortización de las obras que se realicen.

Todo lo anterior entre otros manidos argumentos de que con estas acciones se podrá dotar del servicio a los más de 12 millones de mexicanos que no lo tienen y que sólo cuando los sistemas consiguen “autonomía sin injerencias políticas” se obtienen “buenos resultados”.

Olvidando la obligación que tiene el Estado de proveer de servicios públicos a los ciudadanos, que el agua es propiedad de la nación, un derecho de todos y no una mercancía para lucrar, Calderón a todo dijo que sí para recibir los vítores de los empresarios que ya se relamen los bigotes ¿Y su paleta de limón?

Pero el primer argumento es cuestionable pues simplifica la compleja problemática social en torno a los recursos naturales ignorando las desigualdades económicas extremas que existen en México. El segundo ídem porque la experiencia de privatización del agua en nuestro País está más llena de fracasos y de corrupción que de éxito.

Nadie va a negar que México enfrenta problemas para financiar el sistema público de suministro de agua, que la disponibilidad es escasa y de pésima calidad, que la sobreexplotación de acuíferos es alarmante y que los municipios del País adeudan a la Comisión Nacional del Agua (CNA) miles de millones de pesos por no tratar sus aguas residuales y que así las cosas es forzosa la inversión privada y el derecho de los empresarios a ganar dinero.

Pero las transnacionales y los gobiernos neoliberales manipulan los datos de la crisis para justificar el despojo y la privatización culpando a la gente común, a los campesinos y a los servicios públicos por mal uso y administración cuando es el Estado el que la ha provocado al irse deslindando de su obligación como ente rector.

En las ciudades de Cancún, Saltillo y Aguascalientes se concesionaron los sistemas de agua a subsidiarias de las corporaciones Enron, y tras su quiebra a Suez, a Aguas de Barcelona y a la francesa Vivendi, respectivamente. La experiencia es desastrosa pues, según el caso, no cumplen con los planes de inversión y/o de saneamiento y las tarifas son las más altas del País, además de estar agotando los acuíferos sin consecuencia alguna.

Lo anterior contrasta con el sistema de agua de la ciudad de Monterrey, controlado por una agencia pública que ha tenido éxito en asegurar la disponibilidad del recurso, otorga subsidios, trata al cien por ciento las aguas residuales y reduce pérdidas invirtiendo en nuevas redes de distribución y colectores.

La razón por la que millones de mexicanos carecen de agua potable se debe a que los constantes recortes presupuestarios de la CNA se transfieren directamente a comunidades de alta y muy alta marginación para provocar la “crisis” continua y creciente. En cambio, las transnacionales que controlan el monopolio del agua embotellada (Coca-Cola, Pepsico, Nestlé y Danone) obtienen agua mediante subsidios estatales asombrosamente generosos y la venden en botellas de plástico hasta en miles de veces más de lo que les costó conseguirla.

El liberalismo salvaje que muestra Calderón y la voracidad de los empresarios de la ANEAS raya en lo inaudito. No me cabe duda de que algunas empresas dentro de esta asociación sean la cara de los corporativos extranjeros que pretenden hacer enormes negocios con el agua de la nación, y que Calderón está dispuesto a ceder incondicionalmente, sin importarle el fuerte rechazo de la mayoría de los mexicanos a que se privatice nuestro recurso vital y las protestas sociales que de esto se van a derivar.

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