Militares patrullan calles de una ciudad mexicana, ante el crecimiento del poder armado de los cárteles del narcotrafico. |
Walter Maierovitch
Sao Paulo, Brasil
Antes de embarcar hacia Londres para participar de la Cumbre del G20, y todavía bajo el impacto de lo que dijo la secretaria Hillary Clinton, ¿en la visita que acabó de hacer a México¿, el presidente Felipe Calderón resolvió dividir con otros culpables el fracaso de la war on drugs (guerra contra las drogas) mexicana y la responsabilidad por la tragedia representada por las inocentes víctimas fatales.
En una entrevista a la BBC, el presidente mexicano dijo: "Hay tráfico en México porque hay corrupción en México. Y si usamos el mismo criterio, si hay tráfico en EE.UU. es porque hay corrupción por allá. Es imposible enviar toneladas de cocaína a EE.UU. sin que haya complicidad de algunas autoridades estadounidenses".
Poco antes, Calderón había confirmado datos infiltrados por autoridades mexicanas por ocasión de la visita de Hillary. Es decir, el 90% de las armas usadas por los potentes carteles mexicanos de drogas fue comprado en EE.UU. En las ciudades estadounidenses fronterizas con México, destacó Calderón, funcionan 11.000 tiendas de venta de armas de fuego.
El presidente de México, Felipe Calderón, empezó la guerra contra las drogas en diciembre de 2006, el primer día de su mandato. Contó con la colaboración del entonces presidente Bush, que desperdició dólares con el denominado "Plan Mérida": una adaptación del Plan Colombia, este empezado en 1998, durante el gobierno de Andrés Pastrana, con el apoyo y la sustentación del entonces presidente demócrata Clinton.
Para tener una idea de ese fracaso mexicano, en febrero de 2009, en París, el ministro de economía de México, Gerardo Ruiz Mateos concluyó, ante el poder de los carteles de las drogas, que "el próximo presidente de México será un narcotraficante".
En la Cumbre de las Américas, marcada para este mes de abril en Trinidad y Tobago, el presidente Calderón deberá comentar las muertes de los inocentes, en la guerra mexicana contra las drogas.
En 2008, 5.600 murieron. Y lo peor, más del 70% de las víctimas fatales no tenía ninguna conexión con el tráfico de drogas, con los carteles o con bandas mexicanas. Durante los primeros meses de 2009, ya mataron a 1.501 mexicanos y los carteles vencen la guerra y difunden la violencia y el miedo por el país.
Antes de llegar a Trinidad y Tobago, sede de la Cumbre de las Américas, el presidente Barack Obama pasará por México para visitar a Calderón. Y para ir directo al asunto que interesa, Obama envía a México, para preparar su encuentro con Calderón, varias autoridades como, por ejemplo, la secretaria de defensa nacional, Janet Napolitano, y el ministro de Justicia, Eric Holder.
Durante la visita de Hillary Clinton, el presidente mexicano se mantuvo en silencio. Hillary, secretaria de estado del gobierno Brack Obama, cobró la prisión de Blanca Margarita Cazares, lavadora del dinero sucio de los carteles y admitió que el consumo por parte de los estadounidenses es crucial en la explosión de la violencia en México.
Como se nota, Calderón resolvió desahogarse después que se fue Hillary. Paralelamente, él designó más militares para las ciudades fronterizas más problemáticas, como, por ejemplo, Juárez (frontera con El Paso, EE.UU.) y Tijuana (frontera con San Diego, California).
De las casi 6.000 muertes de 2008, casi 1.600 sucedieron en Juárez, donde actúa el cartel que tiene el nombre de la ciudad. Según Calderón, están en Juárez 10.800 agentes de orden del estado mexicano. El aumento gradual del número de soldados y policías representó, en los últimos 30 días, una disminución en la violencia estimada en un 73%.
PANEO RÁPIDO: El gobernador de Río de Janeiro ensayó una "guerra contra las drogas" al estilo Calderón. Cuando se dio cuenta de que la población pobre estaba en el medio del fuego cruzado entre policías y traficantes, resolvió, felizmente, suspender el espectáculo, que le rendía el apoyo de los moradores de la zona sur, alejados del campo de batalla.
Ahora, el secretario de seguridad de Río reedita el truismos de Bush y del ex gobernador Garotinho al afirmar que los usuarios son los responsables por la violencia.
Siempre que faltan (1) políticas adecuadas para contrastar el fenómeno de las drogas, (2) la capacidad de los agentes para desfalcar la economía movida por la criminalidad organizada y la (3) represión policial eficaz, se elige al usuario, eslabón más débil de la cadena, como el culpable.
Uno todavía no cree que no existe una sociedad sin drogas, como se infiere de la lectura del historiador Heródoto (siglo V a.C.).
Para los que se ponen felices con la veracidad de que "sin consumo no hay oferta", se pueden decir tantas otras: "sin oferta no hay demanda" y "sin los US$ 400 mil millones sucios que circulan por el sistema bancario internacional anualmente, la industria de las drogas no sería tan potente".
Realmente. La guerra contra las drogas y la criminalización del usuario no solucionan el problema.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2009::
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