JORGE GÓMEZ NAREDO
La Jornada Jalisco
Joaquín El Chapo Guzmán Loera anda suelto, anda suelto desde que se fugó del penal de “máxima seguridad” de Puente Grande, en Jalisco. Se escapó: o altos funcionarios le ayudaron a escapar. Se salió con la suya. Ahora recorre el país; pelea con sus enemigos (que no son pocos y sí violentos como él); mantiene, en esta época de crisis económica, el tráfico de drogas sin sobresaltos y con ganancias pingües; hace negocios: es un empresario. Incluso ha sido incluido en la lista de los hombres de dinero más ricos del mundo. El Chapo Guzmán sonríe. Y sonríe porque sabe que no lo aprehenderán, que no lo capturarán. Sabe que él manda.
Felipe Calderón, quien llegó a la Presidencia de la República (nunca se debe olvidar) gracias a un fraude electoral, emprendió una guerra en contra del narcotráfico. Una guerra de antemano perdida, de antemano destinada al fracaso. No importó el amplio nivel de infiltración de los cárteles de la droga en las policías y en la administración pública, no importó que no se tuviera un plan maestro, no importó la carencia de planeación. Lo que verdaderamente se necesitaba era “legitimar” a Calderón. Y la guerra comenzó.
Pero una guerra extraña: los cárteles de la droga más golpeados han sido el del Golfo (y su brazo militar, Los Zetas), el de Juárez y el de Tijuana. El cártel de Sinaloa parece estar protegido por el gobierno federal: es el cártel dirigido por Joaquín El Chapo Guzmán.
El viernes pasado, el arzobispo de Durango, Héctor González Martínez, declaró que El Chapo habita en el norte de Durango: “más adelante de Guanaceví, por ahí está El Chapo, por ahí vive, pero bueno, todos lo sabemos, menos la autoridad”. ¿Qué quiso decir con estas palabras González Martínez?, ¿acaso el paradero de El Chapo Guzmán es por todos conocido?, ¿acaso las autoridades, en lugar de buscar a El Chapo, se dedican a esconderlo, a protegerlo de sus enemigos (los demás cárteles) o simplemente a ignorar su localización? Misteriosas preguntas que no tienen una respuesta.
Al ser cuestionado sobre si interpondría una denuncia por todo lo que ha visto y sabe, el arzobispo de Durango contestó: “todos estamos muy convencidos de que no tiene mucha eficacia”. Es decir, no hay confianza en las autoridades: ¿por qué será?, ¿sabe algo al respecto González Martínez?
Si es verdad lo que dice el arzobispo de Durango, y el escondite de El Chapo “todos lo sabemos”, ¿qué hacen las autoridades por aprehenderlo? Algunas semanas atrás, el 19 de marzo, fuentes de la Procuraduría General de la República mencionaron que era una “prioridad” de Felipe Calderón la “recaptura” de El Chapo Guzmán. El Chapo seguramente sonrió ante estas “prioridades”.
La “guerra” contra el narcotráfico ha costado miles de vidas. México, hace tiempo, parecía un país en paz. Pero Calderón nos dijo que no, que en esta nación no existía la paz y sí la guerra. Y declaró la conflagración y la sigue declarando en cada acto donde se presenta. Sí, México está en guerra. Pero, ¿de quién es la guerra?, ¿a quién o quiénes beneficia?
El negocio del narcotráfico es de millones de dólares. Es una industria que tiene empleados a cientos de miles de mexicanos que carecen de oportunidades de trabajo digno, de dinero y de esperanzas. Hay que comer, y si comer significa delinquir, muchos optan por esta opción (quizá la única opción). Esto no lo comprenden quienes declararon la guerra al narco: siempre han tenido vestido, comida, puestos públicos y dinero.
Joaquín El Chapo Guzmán se ha convertido en un ser mitológico: logró escaparse de uno de los penales de más alta seguridad, ha sufrido varios atentados y de ellos ha salido ileso. Algunos intentaron atraparlo, pero siempre se escurre, siempre escapa, siempre se escabulle. En marzo de 2009, un oficial antidrogas de Estados Unidos mencionó que El Chapo “es casi intocable […] En el momento que enviamos un helicóptero a algún lugar cercano donde creemos que se encuentra, somos delatados por informantes”. ¿Quiénes son esos delatores?, Misterio, misterio y más misterio.
El arzobispo de Durango declara que todos saben dónde vive El Chapo, excepto las autoridades. Para Calderón es una “prioridad” recapturar al jefe del cártel de Sinaloa. ¿Y si “todos sabemos” dónde habita El Chapo, por qué no se le ha capturado?, ¿acaso el gobierno defiende a un cártel y ataca a los demás?, ¿acaso la guerra contra el narcotráfico debería llamarse la guerra contra algunos cárteles de la droga? Hay muerte y sangre corriendo por las calles; a diario, cuerpos inermes (algunos descabezados) aparecen en cajuelas de autos, en banquetas, por todos lados; las balaceras son ya comunes: cosa de todos los días; hay estados completamente dominados por algún cártel de la droga. Mientras tanto, El Chapo sonríe. Y Calderón, ¿también?
jorge_naredo@yahoo.com
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2009::
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