25 de Abril, 2009 - 16:25
7 de la tarde.- Abordo el metro para pasar al centro, tengo que comprar todavía algunas cosas antes de salir de viaje a Veracruz. Me enfrasco en la lectura de La Jornada; el editorial da cuenta del atropellado manejo de información que han hecho las "autoridades" federales y se pregunta lo mismo: ¿por qué? Levanto la vista, y veo un cuadro escalofriante: frente a mí, un niño de no más de 7 años me mira fijamente, su carita cubierta por un tapabocas azul. Tomándolo de la mano, su madre, también cubierta con tapabocas, se distrae leyendo un TV Notas. El joven sentado a un lado mio, también usa el trapito azul cubriendo la mitad de su cara. El de más allá, lo mismo; el del extremo del vagón, también. Súbitamente caigo en la cuenta: de 30 o 40 personas que vamos a bordo, cuando mucho somos 5 o 6 quienes no usamos el tapabocas. Me siento como en una escena de la película Epidemia. Lejos de sentir temor a contagiarme de algo, me pongo a pensar en el pánico colectivo que las supuestas autoridades de salud han dicho querer evitar, y que en realidad han fomentado de manera tan efectiva.
7:30 de la tarde.- Mientras cruzo la Alameda Central rumbo a la esquina de Bellas Artes, voy pensando en el libro que deseo comprar en Gandhi, y de manos a boca me encuentro con dos soldados que se acercan a mi. Lo primero que pienso es: "ya llegaron los retenes también al DF" e instintivamente me hago para atrás. Uno de los soldados, medio desconcertado, extiende su mano: me ofrece un tapabocas. Sorprendido, pero con amabilidad, lo rechazo. Así que por esto es que medio mundo trae puesto el trapo azul en la cara. Quien ideó esto sin duda es inteligente: aprovechando el pánico colectivo, sacan al Ejército a reivindicar su imagen, lastimada por los innumerables abusos en los inconstitucionales retenes y operativos en que lo han metido con el pretexto de la lucha contra el narco. De pasadita, mandan el mensaje a la ciudadanía: las autoridades civiles no pueden con el problema, pero aquí está la milicia salvadora. ¿A quién le conviene todo esto?
Central de Autobuses, 11 de la noche.- La misma escena que he venido observando en la ciudad, decenas de personas con la cara cubierta por el omnipresente trapito azul, esperando salir a sus destinos de viaje. Abordo el camión que ha de transportarme al puerto; mi compañero de asiento usa el trapo. Me ve, con cierta desconfianza. Por puro ánimo de joder, toso de manera artificial y escandalosa. No menos de tres pasajeros voltean a verme suspicazmente. Mi compañero de asiento de plano se voltea hacia la ventanilla e intenta dormir. Los minutos pasan. Va a ser un largo viaje, sin duda.
¿A quién le conviene todo esto?
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Lic. Andrés Manuel López Obrador en 2009::
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