Código Político.
3 de septiembre de 2008
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El capo: nexos y alianzas
En los últimos días fuimos participes de una exhibición de contundente -y no menos lamentable- “espaldarazo” que dio buena parte de la clase política en Jalisco al capo mayor Raúl Padilla en momentos de crisis universitaria y confusión legal por tener una rectoría bicéfala.
Misma lanzada que con cierta sutileza hicieron tanto la nobleza, potentados económicos, como personajes de injerencia política sumados al “porrismo académico” es decir el de los vasallos al seno de la segunda universidad del país –por tamaño, no crea que por otra cosa- ; unos a nivel intramuros, pasillos y algunos otros frente a cámaras dejaron entrever el interés que tienen por la continuidad de la gestión cultural, caciquil, política y de intromisión al modelo de vida académica que ha mantenido hasta el día de hoy el “capo”.
Pero más allá de la filia o fobia por uno u otro rector o personaje “innombrable” –que más que “en medio de”…es el principio y fin de la disputa- está el amor por los millones de pesos en juego, la componenda, la extensión de compromisos comerciales, contratos y conciencias compradas. Por eso no dudamos que por encima de personajes hay también intereses de derecha que quieren meter mano en la UdeG, sino es que claro ya está metida en la práctica.
Móvil económico sin el cual no se entiende el apoyo moral, institucional y el reconocimiento por parte de órganos de gobierno de todos los colores para el nuevo rector atrincherado, lo señalaremos como un señor de apariencia bonachona y actitud porril.
Reconocimientos implícitos por parte del Emilio “el metrojaliscience”, el alcalde de Guadalajara Alfonso Petersen y el congreso del estado de Jalisco principalmente. Golpe de poder y “de quedito” asestado a Carlos Briseño, pero suficiente para que el “rector de repuesto” escupiera al cielo para reclamar que tiene el aval, la razón y “legitimidad” política gracias al reconocimiento expresado por los mismos órganos de gobierno. Aún así cuando en los poderes del estado no dejan de comunicarse con Carlos Briseño, tampoco han hecho pronunciamiento sólido alguno sobre su estatus como autoridad universitaria. Sólo es “una de las partes en conflicto”.
Pero eso sí, para el porrismo padillista en pleno en este caso no hay intromisión “por fuera” y luego dicen que su legalidad tiene base total en la sesión del golpista consejo general universitario del pasado viernes. Que con esa basta y les sobra. Tan seguros están que pepenan para su causa los atrevidos pronunciamientos públicos de los distintos poderes. Que por cierto si tienen peso, pero es político y frente a las resoluciones judiciales no avalan ni sirven de nada.
Mismos poderes que hacen llamados a la mesura, a la legalidad y terminan pasándose “por el arco” la espera y el contenido de resoluciones legales superiores como las judiciales. Jurisperitos que le dieron a Carlos Briseño material para darle otro “mazazo” mediático y legal a Raúl Padilla. ¿La razón?
Porque en tanto no haya una resolución definitiva, Carlos Briseño ante la ley sigue siendo rector de la UdeG, pueden pasar hasta tres meses para que llegue la misma y en tanto no concluya el alegato judicial, los nombramientos y actos de gobierno que haga “el rector hechizo” podrían al final carecer de validez legal aun sin la restitución plena de Carlos Briseño como rector de la universidad; en tanto que el último sigue teniendo los reflectores para su campaña política, se rearma se reagrupa y alista para devolver el golpe.
Más allá de que nos simpatice o no, a Carlos Briseño le concedemos el temporal y delicado beneficio de la duda que puede fortalecerse en proporción a la congruencia y consistencia de su renovada postura política en donde entre otras reformas termine por “poner en el basurero de la historia a Raúl Padilla” –dixit, con la penosa agua que destila por los ojos ante temores y amenazas familiares-.
Lo anterior porque en el fondo estamos en contra del cacicazgo que ejerce Raúl Padilla desde hace una veintena de años, de la poca cultura democrática que padece la universidad, y tanto mecanismo de cooptación, clientelismo y corporativismo político ha creado para manejar la universidad como una dictadura política y de grosero enriquecimiento personal a costa de los sustantivos de una universidad.
Detestable cultura política -pero también actitud social y personas- porque en el discurso la reprueban muchos pero en la práctica la solapan todos, de ahí que lamentamos el conformismo de los universitarios, su temor, doble moral, el silencio cómplice y vasallaje; pero más aun su escasa cultura política, de debate interno e impostura hacia las causas democráticas y por si fuera poco esa reprochable actitud social de aplaudir el “circo y el espectáculo” a costos sociales muy altos.
Todos, sí todos, por “mangas o anchas” han permitido y tolerado coexistir con los mecanismos de poder y control que hasta la misma “dictadura perfecta priísta” del siglo pasado envidiaría.
Raúl Padilla, creó su propia “familia” cuando escindió al “grupo universidad” que algunos de sus leales motejaban como el “mini sanedrín" a modo de burla involuntaria que no hace referencia al consejo de sabios judío, sino a auténticas juntas de la mafia llevadas por no más de doce tipos, diligencias hechas en casonas privadas, “en la menudería” y demás alcantarillas fuera de las aulas.
En su historia de alianzas “el capo” para derrocar a los Ramírez Ladewig supo que tenía que echar mano, pedir ayuda de un poder superior al costo que fuera posible y recurrió al auxilio y concertacesión con el ex presidente Carlos Salinas para solicitar su apoyo para tomar por asalto la universidad en 1989 y enterrar a piedra y lodo a la FEG extirpándola como órgano de estudiantes perteneciente a la UdeG. Esa fue una de sus primeras alianzas de peso.
De ahí vinieron otras con tanto partido político y grupos de poder alcanzaran sus tentáculos, se apropió del PRD Jalisco, hizo alianzas con el PAN y PRI, sacándole toda la raja posible a su relación con quién gobernaba Jalisco –durante su rectorado- de manera interina hasta 1995 el priísta Carlos Rivera Aceves y de ahí en adelante supo negociar políticamente con los gobernadores azules en turno que le siguieron en el poder, hasta llegar con Emilio González pactando civilidad política en Casa Jalisco después del destripadero y por demás cuestionado proceso electoral del 2006 que los hizo parte de intercambios verbales en la llamada guerra sucia.
Sus alianzas y nexos son tan amplios, conocidos y casi innumerables que rebasan incluso la esfera estatal y llegan hasta la cámara federal de diputados con uno de sus incondicionales frente a la comisión de educación así como con amplios sectores del perredismo nacional, los llamados “chuchos” quienes le arrendan la franquicia PRD Jalisco.
De tal suerte que el capo no necesita hablar, hacer escándalo mediático ni asomarse en la prensa, ni para hacerse notar ni defenderse; por el contrario delega el trabajo sucio de su intromisión, las labores difíciles, las posturas impopulares y de cuestionamiento público de la universidad a su claque y personeros; él por el contrario en dos décadas se encargó astutamente de crear los anticuerpos sociales -totalmente cuestionables- para beneficio de imagen pública y legitimidad para hacer inexpugnable su prestigio… ¿a través de qué? De encabezar patronatos, fideicomisos y empresas culturales que lo han llevado a la proyección internacional con eventos como la FIL y el mal llamado auditorio Telmex. La construcción del mito.
Hemos sido testigos de que en el extremo de su poder, basta y sobra que se cuestione y vulnere por un momento al mismo, para que “sin meter las manos” sea defendido no sólo por los suyos, sino con una mayor ferocidad por quienes están por fuera de la universidad. En un kafkiano símil de hermandad y tregua de la mafia cuando atacan a uno de los suyos, haciendo posible lo impensable, y es que en Jalisco, como muy pocas veces, hemos sido testigos de que cuando un jefe de las “cinco familias de la mafia” de occidente es vulnerado entran las otras cuatro a su protección y arropamiento. Lo que nos faltaba en medio de una ambiente nacional enrarecido por la fiesta de la complicidad política y la impunidad total.
De este modo PRD Jalisco, los diputados locales amarillos Enrique Alfaro, Samuel Romero, Carlos Orozco Santillan, sectores de todos los partidos, tanto azules como rojos, gobiernos municipales panistas de la zona metropolitana -donde tiene asiento “el circo de tres pistas culturales”-, ex gobernadores y un largo etcétera han demostrado que no sólo están bajo la influencia del capo; que en la crisis actual se suman como sus incondicionales sino que además están auténticamente bajo su bota.
Y acudimos al padre putativo de la ciencia política a Nicolás Maquiavelo para encontrar algunas claves básicas para comprender la crisis universitaria, triste reflejo de la propia podredumbre, pobreza y crisis social; y nos referimos a la resistencia a los cambios donde dice: “Los hombres viven tranquilos si se les mantiene en las viejas formas de vida”.
La otra no menos importante que representa el antiviral social de mayor impacto para el sostén e imagen personal “favorable” que la sociedad jalisciense en su grueso tiene aún de “el capo”: Entretener al pueblo: “Se debe entretener al pueblo en las épocas convenientes del año con fiestas y espectáculos”. Claro el “pan y circo”… con todo y su millonaria propaganda, al que hasta los llamados universitarios sucumben y justifican a toda costa, opio con máscara cultural que muestra los verdaderos tamaños democráticos en Jalisco.
Guadalajara y su sociedad feudal, como esa suerte de la otrora Nueva York de la familia de Carlo Gambino, pero con auténticos parásitos del presupuesto público. Luego no lloren como “magdalenas” por los muertitos y secuestrados que más que por las manos de la delincuencia, caen por las garras del capital. ¿De qué tamaño es el conformismo, la irresponsabilidad social, la fobia a los cambios sociales y a los “pejes “a los “briseños”?, ¿Cuánto es el terror a que se modifique el statu quo en Jalisco?
Adivinó del tamaño de ser la entidad clave que con sus votos en 2006 quiso y lanzó al “señor legal” directo a la silla de los Pinos. Y del mismo tamaño con el que amplios sectores defienden al “grupo universidad” en la UdeG, es decir, sus vicios.
No en vano, nos dicen el gallinero de la república, luego nos quejamos de la delincuencia, el nivel de la educación y hasta de los fraudes electorales.
Y por último, para concluir con Maquiavelo, otra cita política que significa veneno puro para los conformistas, silenciosos y lacayos que cohabitan la universidad: los neutrales; frase que a Carlos Briseño le convendría saber bien en su aventura política como “Constantino de resortera” -que por ahora parece ser-… y dice el autor de El Príncipe: “El vencedor no quiere amigos sospechosos, que no le auxilien en la adversidad, y el vencido no acogerá al neutral, puesto que se negó a tomar las armas, para correr las contingencias de su fortuna”.
De tal suerte que por un lado “el capo” está tomando nota de la labor porril de sus leales y también de quién se manifiesta públicamente en su apoyo; pero eso no nos importa, en todo caso acusamos la neutralidad crítica de la izquierda más que política del PRD en pleno, tanto nacional, como local, incluida para el caso toda la neutralidad de la resistencia civil es decir la de AMLO.
Neutralidad de no pocos periodistas, intelectuales de la izquierda, periódicos como la Jornada -que con honrosas excepciones- en esta coyuntura no se han caracterizado por pronunciamiento o crítica contundente a la mafia imperante… ¿Qué pasó?, ¿Dónde está toda esa carga crítica, decenas de periodistas que ferozmente –y con justa razón- atacaron el “macrolimosnazo” de Emilio González? ¿A dónde se fueron? …como si “el capo” y su grupo no dieran suficiente “carnita” tan igual o peor como dar donativos con dinero público a la iglesia.
¿Ya se les olvidó que el "grupo universidad" y que en particular Raúl Padilla se encargó de reventar la atalaya de representantes, organización y el apoyo electoral de López Obrador en Jalisco, antes y el día 2 de julio de 2006?... Para este grado de incongruencia, usted lector me disculpará, y es que ni consultando a Maquiavelo entre líneas, ni asistiendo a razón pragmática alguna encuentro explicación. Es cuando el análisis político no alcanza, hace falta uno de tipo psiquiátrico.
Y bien. Carlos Briseño, está en una difícil, pero interesante aventura política, y si sabe ser más político avezado que universitario comprometido no sólo está obligadísimo a cumplir sus posturas por escrito y con hechos sino que en caso de avanzar en su apuesta deberá escupir no sólo a quién tenga nexos o haga nueva alianza con “el capo”, también a quién en su adversidad se mantuvo neutral con él -sea propio o extraño a su grupo- así igual con los “amigos sospechosos”.
Incluidos para el caso “los callados” -quienes con su silencio exhibieron por si mismos su tamaño real- del partido amarillo, universitarios, gente que se dice de izquierda y del más calado “progresismo cultural” ya sea que estén en la cúpula universitaria o en el mismo lumpen.
En adelante habrá que tomar con reserva a los "callados" no con las causas propias de Briseño, sino ante las de la sociedad; y que aun así tengan el cinismo de decirse parte de “la resistencia civil” u “organización cívica o ciudadana” dónde unos se desgañitan por la defensa de la patria y el petróleo de la nación y otros tantos organizan la protesta civil en contra de presas, “macro limosnas”, la creación de “ciudadelas” y quienes se dicen los nuevos próceres de “la movilidad urbana” pero eso sí no son capaces de denunciar y oponerse a los cacicazgos y la antidemocracia en su propia casa. Buen ejemplo el que nos dan... sigan por ese camino.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando a Andrés Manuel López Obrador en 2008::
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