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domingo, julio 20, 2008

Jorge Gómez Naredo Sobre el instituto Electoral y de Participación Ciudadana

Sobre el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana

Los diputados de la actual Legislatura local han decidido fundar una nueva institución que sustituya al Instituto Electoral del Estado de Jalisco. Le han denominado ostentosamente Instituto Electoral y de Participación Ciudadana. Quizá algún ingenuo piense, al escuchar el nombre del nuevo organismo, que los diputados se han dado cuenta de la necesidad de involucrar a la ciudadanía en los asuntos públicos. Sin embargo, esta percepción es errónea: nada hace pensar que nuestros “representantes populares” busquen incentivar la participación ciudadana.

En México (y por supuesto en Jalisco), existe un problema con los tan cacareados beneficios de la democracia. Una parte de la población piensa que los regidores, alcaldes, diputados, senadores, gobernadores y el presidente de la nación son personas alejadas de la ciudadanía que nada piensan en el bienestar colectivo y mucho en el individual, grupal o partidista. Hay, pues, un desencanto con la “democracia” y una crisis de representatividad. Pocas personas pueden decir que confían en su diputado, en su senador o en su gobernador.

Por otro lado, los canales de participación ciudadana son pocos y la mayoría de ellos están cerrados, bloqueados, cooptados. En Jalisco vivimos claramente este proceso: los organismos que supuestamente deberían estar manejados por probos ciudadanos, son encabezados por personas impuestas ahí por los partidos políticos, a los cuales les deben el puesto y también obediencia. Este problema se ha agravado en últimas fechas. La confianza en estas instituciones “ciudadanas” se ha deteriorado. El caso del IFE es emblemático: desde su creación este instituto fue construyendo día a día un prestigio que, en 2006, quedó totalmente destrozado. Ahora pocos confían en él.

La organización ciudadana es vista, por buena parte de la clase política jalisciense y nacional, como un problema en lugar de una virtud. Quizá sea miedo. Quizá desprecio. Quizá soberbia. El caso es que organizaciones sociales que poco a poco y con mucho esfuerzo se van conformando, siempre se topan con los oídos sordos de la mayoría de los funcionarios públicos. Van de aquí para allá, protestan, buscan entablar un diálogo con las autoridades, idean nuevas formas de manifestarse para que allá, arriba, en su burbuja, la clase política los mire. Y ésta rara vez lo hace. Por eso resulta un insulto y un agravio que hoy, los diputados locales, pretendan crear un instituto de “participación ciudadana”: ellos, que siempre dicen una cosa y hacen otra, que siempre miran desde arriba a las organizaciones sociales, que siempre desprecian.

El viernes pasado, en el Congreso local las comisiones de Puntos Constitucionales y Asuntos Electorales pasaron al pleno para su aprobación el proyecto para crear el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana. Habían dicho varios diputados de diversos partidos políticos que habría discusión, que invitarían a la ciudadanía y a especialistas para que todos juntos reflexionaran sobre el proyecto. Nada de esto ocurrió. Rauda, la iniciativa se aprobó en las comisiones. El diputados panista Gustavo González Hernández justificó este proceder: “Los ciudadanos están bien representados porque no hay una dicotomía partido–ciudadano. ¿Cuándo dejo de ser ciudadano yo?” Estas declaraciones o muestran un inefable cinismo o expresan una total y monumental ignorancia: ¡ahora resulta que vivimos en el país de la efectiva y eficaz democracia representativa!

Los diversos poderes del Estado de Jalisco recurren siempre a discursos pro organización y participación ciudadanas. Crean instituciones u organismos para tal efecto. Sin embargo, en los hechos, la organización del pueblo les resulta repugnante. La evaden, la combaten, la amedrentan. Los líderes de organizaciones ciudadanas muchas veces son intimidados de diversos modos. El caso de Raúl Muñoz es emblemático: cuando estaba en El Salto listo para participar en una manifestación, fue capturado por las autoridades municipales; después de varias horas sin saber por qué se le retenía, supo que era acusado de llevar varios envoltorios de marihuana, los cuales no vio hasta estar en Guadalajara. Esta es una forma de respuesta de las autoridades a quienes deciden participar en asuntos públicos.

Mientras las autoridades no muestren en los hechos disposición a incentivar la participación ciudadana, los discursos y las iniciativas para que el pueblo se organice y participe en asuntos públicos serán palabras, palabras falaces, palabras llenas, pletóricas de hipocresía.

jorge_naredo@yahoo.com



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