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sábado, julio 05, 2008

Transición frustrada

Alejandro Encinas
El Universal
05 de julio de 2008


Iniciar una transición a la democracia y alcanzar niveles de competitividad electoral que permitan la alternancia no asegura arribar al destino deseado, menos en regímenes que se han sustentado en una cultura autoritaria.

En muchos países, la alternancia en el poder trajo la transición a la democracia; en otros, los nuevos líderes continuaron e intensificaron las prácticas autoritarias de sus predecesores. En este último caso se inscribe México. Como señala Larry Diamond: si en las democracias de reciente creación no se avanza en su profundización, se retrocede. ¿Puede hablarse de transición en México cuando se ha impedido que la izquierda llegue a ocupar el cargo público de mayor envergadura? En 2006 se asestó un fuerte golpe a la transición mexicana. Pero el escenario adverso venía configurándose desde antes:

2000: La oportunidad histórica desaprovechada. Tras su victoria, Fox lejos de confrontar al sistema representado por el PRI, lo convocó a cogobernar “el cambio”, con lo que el modelo económico y los pilares del autoritarismo no se vieron afectados.

2003: La renovación de las autoridades electorales resultado de un acuerdo unilateral del bloque PRI-PAN trajo un vicio de origen que puso en duda su imparcialidad, objetividad e independencia.

2004: El desafuero de López Obrador descubrió la intención de las élites en el poder de acotar las opciones electorales a sólo las alternativas que no modifiquen el estatus de privilegios, confiriendo a nuestra democracia un carácter excluyente.

2006: La campaña electoral privilegió el odio y el miedo. La falsa disyuntiva entre “defensores de las instituciones y quienes representan un peligro para México”, la inequidad en la contienda, la intromisión ilegal de empresarios y alto clero, el corporativismo sindical, el activismo de Fox y la falta de imparcialidad en la mayoría de los medios dejaron una sociedad agraviada y una profunda polarización.

El IFE, además de sus omisiones, negligencia y limitaciones, mostró su parcialidad al negar durante los cómputos distritales la apertura de los paquetes electorales que presentaban inconsistencias en el llenado de actas (por dolo o accidente), incumpliendo la ley. Y el fallo del TEPJF sentó el precedente de que en el sistema electoral mexicano es más redituable incumplir las reglas que acatarlas. El fallo reconoce la inequidad de la contienda, la participación ilegal del presidente y los empresarios y la presencia de una guerra sucia que pusieron en riesgo la elección. Pero convalida la rentabilidad de violar la ley al declarar triunfador a quien la transgredió, erosionando la confianza de una gran parte de la ciudadanía en las instituciones y en los procesos democráticos.

2008: El déficit de legitimidad de la autoridad de facto emanada de la contienda, el pago de favores, las tentaciones hegemónicas de la derecha, las iniciativas de reforma vinculadas a negocios y privilegios, la falta de mando en la conducción del país y la violencia criminal mantienen a México en una creciente tensión y ahondan la polarización.

Sería irresponsable desconocer los avances políticos que había alcanzado nuestro país, pero también es absurda la complacencia y la simulación cuando se ha violado el voto libre y efectivo. Las interrupciones en los procesos de transición no son permanentes, pero para que nuestra transición camine se requiere que partidos y ciudadanos asuman, desde la pluralidad, un papel más activo en la transformación de los asuntos públicos que demanda el país.

aencinas@economia.unam.mx

Profesor en la Facultad de Economía de la UNAM

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