Reseña Estratégica, 4 de julio de 2008 (http://www.msia.org.br).-
Está claro a esta altura de los debates que transcurren tanto en el Senado de la Republica, como en la UNAM y en el IPN, que el gobierno de Felipe Calderón fue derrotado, en el campo de las ideas, en su pretendida reforma energética presentada como panacea a los problemas económicos de México. No obstante durante su visita a España, Calderón mostró que persistirá en su propósito de imponer con los acostumbrados corruptos acuerdos políticos una reforma que en contraste será repudiada en las varias consultas populares que ocurrirán en el país.
Así mismo los verdaderos dueños de Calderón, -la oligarquía financiera anglo-americana-española-, se deshacen en elogios a la reforma. Más claro no podía ser que lo expresado campechanamente por el presidente del consorcio español BBVA, Francisco Gonzáles. "Háganse las reformas lo más pronto que se pueda, lógicamente con todo el consenso que se necesite y eso dará a México todavía más velocidad de crucero...No dejemos pasar el tiempo sin utilizar en beneficio de la comunidad, en este caso, el petróleo mexicano".
Para entender a que se refiere con "comunidad" y "velocidad de crucero", véanse las circunstancias en que Francisco Gonzáles se encontraba en la ciudad de México. Nada menos que para celebrar la reunión anual de consejeros de su grupo bancario propietario del mayor conglomerado financiero de México, el BBVA-Bancomer, del cual el grupo trasnacional obtuvo el año pasado 34% de su ganancia total mundial. La felicidad bancaria con el régimen de Calderón es plena porque durante el primer trimestre de su segundo año de gobierno, la banca que opera en México obtuvo una utilidad neta de 54.22% mayor en relación al mismo periodo del año anterior, según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
Así están perfectamente demarcadas las líneas de la confrontación social que se avecina. El sistema bancario efectivamente marcha a "pleno vapor" mucho más que a "velocidad de crucero", aunque con el casco rasgado por el tímpano del mercado inmobiliario anglo-americano-español, lo que no le impide regar su enfermedad a través de una inflación generalizada impulsada por los precios del petróleo y de los alimentos. La "comunidad" bancaria española también se enfrenta con serias amenazas anunciadas por uno de sus verdaderos controladores el Royal Bank of Scotland, que anuncia para septiembre un derretimiento bancario.
En realidad el debate sobre el petróleo en México es una disputa sobre el manejo efectivo de los excedentes financieros. O se utilizarán de salvavidas para mantener a flote un sistema oligárquico que se hunde irremediablemente, o serán la palanca para satisfacer demandas sociales que crecen galopantes gracias a la propia crisis económica. Para hablar claro y diferenciarnos de las migajas que ofrecen los organismos multilaterales, no es un mero distribucionismo lo que se exige sino la utilización de esos recursos para provocar una revolución en la infraestructura, en la ciencia y en la tecnología nucleada en el propio sector energético. México tiene que ingresar firmemente en la era atómica, retomar el proyecto que hace 30 años ya planeaba la construcción de 8-10 plantas nucleares y que fuera suprimido por las falsas ilusiones que prometía el libre comercio salinista. Transformar un recurso agotable en garantías para el desarrollo económico y social; en una nueva etapa de la vida civilizada de México.
Resistencia pacifica sí, pero radicalismo en las metas para formar una generación de jóvenes pensando en transformar a México con un desafiante proyecto de largo plazo, solo así se vence la apatía.
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