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jueves, abril 10, 2008

Opinion - Roberto Castelan

Empresarios

Publico

A los yunquepanistas se les podrá acusar de todo menos de ser malos pagadores.

Dueños y usufructuarios de la conocida franquicia El Cambio empeñaron su capital y contrajeron una gran cantidad de deudas con el objetivo de dejar bien posicionada a su empresa, sabedores que con un poco de paciencia, algunos golpes bajos y alianzas estratégicas con socios experimentados, el éxito les esperaba.

Bajo la guía de su filosofía empresarial, clara y sin matices que establece como primer postulado el dicho ranchero bien conocido de sus principales ejecutivos: “Al que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija”, los empresarios de El Cambio ni tardos ni perezosos establecieron una sólida alianza estratégica con una de las instituciones más experimentadas en el tema del enriquecimiento fácilmente explicable: la Iglesia católica.

Coincidentes en sus visiones empresariales orientadas al servicio de los demás y apoyo al prójimo para que en la otra vida les vaya mejor, los yunquepanistas y la jerarquía eclesiástica no tuvieron ningún problema para ponerse de acuerdo sobre quién encabezaría la megaempresa: el cardenal en calidad de Presidente Ejecutivo y Director General y uno de los jefes del Yunque como Gerente de Silla y office boy.

En muy poco tiempo la franquicia El Cambio fue certificada por la empresa ISO-2012, las ganancias comenzaron a llegar y los hogares de los socios fueron bendecidos con un constante fluir de riquezas que les permitirá llevar una cómoda vida terrenal.

La jerarquía eclesiástica también está contenta porque los socios de El Cambio resultaron ser, además de muy buenos cristianos, muy buenos pagadores y generosos a la hora de los regalos.

¿Hay algún ilícito en esta historia? Ninguno. Ya en la Guadalajara de 1778, la Iglesia y otros empresarios visionarios de la época, frente a una alianza parecida a la actual, habían enfrentado acusaciones de esas mentes obtusas que nunca faltan.

Y aunque no pueda asegurar el fiscal que de aquí se hayan seguido algunos daños, las leyes le permiten que pueda sospechar de ellos y esto le basta para representar, como opuesta a ellas, la costumbre de esos regalos, y aun como indecente y contraria a las más sanas y buenas intenciones del soberano[...] sus dádivas no nacen de pura liberalidad, y que cometerán todos los delitos y agravios contra la república porque el que da dinero por el oficio se presume que tiene ánimo de adquirir hacienda o caudal indebidamente y de hacer por este fin cualesquiera males...

Como en 1778, en pleno 2008, la simonía existe.

rcastela@cencar.udg.mx

::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2008::

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