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viernes, abril 18, 2008

Opinion - Pablo Gomez

Qué feo huele… el petróleo (II)

Publico

La presión ejercida por Felipe Calderón, con el propósito de lograr una rápida aprobación del proyecto de reformas de la industria petrolera, ha provocado la escisión física del Congreso. Este hecho implica una crisis en cuyo centro no se encuentra la acción de protesta del FAP en ambas cámaras, sino el contenido del proyecto de Calderón.

La disputa sobre la duración del debate acerca del petróleo no es más que una expresión de algo de verdadero fondo, aunque los medios de comunicación se han ido por el lado del suceso: periodismo de lo inmediato ante la falta de capacidad o voluntad de análisis. Cuando despertemos, el Congreso estará ahí y el petróleo también.

El proyecto de Calderón es violatorio de la Carta Magna, la cual define que los hidrocarburos, que son propiedad de la nación, no pueden ser concesionados en su explotación absolutamente a nadie, sino que deben ser de la directa producción y usufructo por parte del Estado bajo su exclusiva dirección. No es posible, así, permitir la instalación de refinerías privadas ni pagar servicios contratados por Pemex con alguna parte de los rendimientos de los pozos. Tampoco admite la Constitución la expedición de bonos cuyas utilidades sean determinadas por las ganancias (“desempeño”) procedentes de la explotación petrolera.

Para decirlo pronto: el proyecto de Calderón contiene un intento de fraude a la Constitución, pero cuenta con el apoyo del PAN y, en lo fundamental, del PRI, según declaró presuroso Beltrones al día siguiente del envío de la iniciativa al Senado.

El PRI sabe muy bien que el proyecto del gobierno es contrario a la Constitución. Sin embargo, defiende a Calderón como si fuera priista. ¿Cuál es la clave? La Secretaría de Hacienda (a través de Mouriño o directamente) les ha dicho a los gobernadores que sus participaciones petroleras bajarán debido a la declinación de la producción de crudo y que sólo con la aprobación del proyecto de Calderón las cosas podrían seguir igual. El PRI, sin embargo, se niega a admitir la maquila de gasolina… hasta ahora. Por lo que se refiere a los yacimientos —los pozos maduros y los futuros del Golfo de México— existe completa aceptación priista debido a que, recién ahora, el PRI admite que no existe ni dinero ni tecnología disponible para sacar el petróleo de los fondos marinos semiprofundos y profundos, lo cual es falso.

Así, Calderón ha aceptado la propuesta política de Beltrones y Gamboa en el sentido de desarrollar el llamado PRIAN como alianza de gobernabilidad no pactada formalmente. Esta es una forma de medrar al poder de parte del PRI, sin asumir éste los “costos” de la gobernación.

Ente más fuerte sea la confrontación entre el PAN y el PRD, entre mayores sean las divergencias —como las del proyecto petrolero—, más fuertes y mayores serán las realizaciones de ese peculiar sistema llamado PRIAN, mediante el cual Calderón entrega al PAN a los designios del viejo partido, contra el que —eso decían— los panistas luchaban a brazo partido.

pgomez@milenio.com

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