Intolerantes
Publico
Tan a gusto que estaba todo el mundo. Cuando los absolutos dominaban la tierra. Cuando no existía la incertidumbre. Cuando existía una sana tolerancia para lo religioso. En otras palabras, cuando había temor de Dios y de sus representantes de carne y hueso en la tierra.
El problema fue que los representantes de carne y hueso engordaron. Se hicieron más grasa que carne y al hueso comenzaron a verlo como un objetivo que había que disputar y compartir con el poder terrenal.
Igual de corruptos ambos. Unos se dieron cuenta que el reino de Dios podía disfrutarse en la Tierra con el ejercicio del poder que sí es de este mundo. Los otros percibieron que esa concepción tan relajada, que algunos llaman laica, ponía en riesgo sus riquezas espirituales y terrenales.
Entonces decidieron que de lo perdido lo que aparezca. Y se dedicaron a reclutar fieles, muy fieles, que gracias a su personalidad bipolar, lo mismo les daba servir a Dios o al césar. Para ellos eran lo mismo. El césar se podía poner de rodillas ante Dios. Y Dios sabría cómo beneficiarlos. El clásico “gana-gana”, tan de moda ahora en los manuales para emprendedores.
Y si de emprender se trata, los representantes de uno y de otro, travestidos en la misma cosa, se dedicaron a buscar la forma de disfrutar los bienes terrenales mientras se llegaba el día del juicio final. Que al fin y al cabo, para cuando esto ocurriera, las arcas del tesoro terrestre ya estarían agotadas, y ellos, gracias a sus buenas acciones en beneficio del bolsillo de sus propias familias, serían perdonados y enviados a disfrutar las mieles de la vida eterna.
Porque la vida miserable que viven los mortales, el tiempo y el espacio en el que sufren y se desenvuelven sus precarias existencias, no cuenta para nada cuando de medir el tiempo divino se trata.
Por eso, los mortales son intolerables. Piensan que la Iglesia y el Estado les quieren robar sus escasas y despreciables pertenencias cuando en realidad se trata de que entiendan que sólo con humildad sus almas podrán salvarse.
Y para ser humildes necesariamente tienen que despojarse de lo que ellos consideran sus riquezas. Como si en el más allá sus cochinos 90 millones de pesos sirvieran para algo.
Cuánta razón tiene la Arquidiócesis cuando nos advierte: “No nos movemos en el marco de un espacio neutral, sino más bien, en el endiosamiento del relativismo, donde ni siquiera la razón tiene cabida…”
Divinas palabras.
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2008::
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