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lunes, septiembre 24, 2007

Opinión - Enrique Mendez

Plaza Liberación

Aquel desayuno en el rancho

Proyecto evangélico para Los Pinos


La Jornada Jalisco


El viernes pasado, el evangélico gobierno de Jalisco no sólo festejó los 50 años de ordenación sacerdotal de Juan Sandoval Iñiguez. Porque, como nada en política es coincidencia, la fecha coincidió con aquel desayuno en el rancho de Vicente Fox, el 21 de septiembre de 2003, cuando el entonces encargado de la Presidencia de la República exoneró al cardenal de Guadalajara de la investigación que, por presunto lavado de dinero, había iniciado la Procuraduría General de la República.

Apenas hace tres años, una buena parte de los supuestos involucrados en el escándalo mantuvieron una encarnizada disputa. Pero el viernes operó la desmemoria. Porque los asistentes al festejo, entre ellos el despistado perredista Carlos Manuel Orozco Santillán –que también selló con su firma la piel de zapa entregada al cardenal— pudieron darse cuenta cómo entre quienes expresaron su reconocimiento a Sandoval estaba precisamente Diego Fernández de Cevallos.

Tal vez el líder católico tapatío ya no se acuerda, pero el 17 de septiembre de ese año, mientras en el Congreso se exigía a la PGR no ceder a las presiones y aclarar ese episodio en la vida del cardenal, éste atribuyó la denuncia al ex procurador Jorge Carpizo McGregor y a un colaborador de Fernández de Cevallos.

Y en una entrevista tres días antes del encuentro en el rancho soltó: “todo el problema está en que la PGR está a merced de Carpizo. El que entra y sale, y se pasea y manda y dispone es Carpizo. El procurador no es (Rafael) Macedo. Macedo es un corre, ve y dile de Carpizo”.

En ese tono reveló entonces que quien entregó la información sobre las supuestas operaciones de lavado de dinero fue “el abogado que se llama Froylán Díaz Martínez, quien trabaja en el bufete de Diego Fernández de Cevallos”.

Pero si Sandoval ya no se acuerda de eso, el gobernador Emilio González Márquez también mantiene en el baúl del olvido el hecho de que, en aquella investigación también se involucró a quien entonces era diputado federal del PAN y hoy es su católico secretario de Gobierno, Fernando Guzmán Pérez Peláez.

No obstante, el caso en el que ambas figuras, el jefe eclesiástico y el ahora funcionario panista, se vieron envueltos fue sobreseído no por una decisión ministerial ni judicial, sino por la intervención de Vicente Fox, quien dio por cerrado el caso sin que el propio procurador Macedo estuviera enterado, ya no digamos del desayuno en el rancho, sino de los pormenores.

De qué calado fue el acuerdo para que el general no se enterara, que la fallecida madre de Fox, Mercedes Quesada, sí sabía del desayuno y ella misma dijo entonces a los reporteros: “¡Shhh, es un secreto! Voy a desayunar con ellos en el rancho de mi hijo, pero ¡shhh!, que esto es un secreto”.

Cuatro años después, el Congreso del estado cae en el exceso de avalar una iniciativa del sobrino del cardenal, José Luis Iñiguez, quien actuó no como representante popular sino siguiendo un instinto filial.

Porque si bien difícilmente pueda debatirse la influencia que Sandoval Iñiguez tiene, por definición de su cargo, en la grey católica de Jalisco –en la que están incluidos los funcionarios del gobierno– sí es cuestionable que un sector afín pueda considerarlo como un “hombre de cultura”.

Sobre todo, porque su concepción sobre la cultura está limitada a su fe. Vale la pena recordar, por ejemplo, la postura que asumió en 2002 respecto de la censura que exigió imponer a la cinta El crimen del padre Amaro o cómo festejó que dos jóvenes irrumpieran en La Casa de los Perros a destruir la obra denominada La Patrona, que mostraba desnuda a Marilyn Monroe en el ayate de Juan Diego, y hasta se ofreció a pagar la fianza para que los responsables fueran liberados.

Dijo entonces: “el arte no está por encima de la moral y esa obra ofende la fe de los católicos”.

Lo preocupante, con todo, es no sólo que el titular del poder Ejecutivo en Jalisco, Emilio González Márquez, se sume a estos festejos al considerar al cardenal como un líder social, cuando esencialmente se trata de un jerarca católico.

Lo que subyace, como se ha dicho, es el ánimo del gobernador por construir un equipo que le ayude a cumplir con su deseo de ganar la candidatura presidencial del PAN en 2012, basado fundamentalmente en el poder de Sandoval. Y de ahí la Iglesia católica a Los Pinos, ¿o qué?

Del archivero

Resulta muy curioso que uno de los promotores de la celebración sea un diputado del PRD, Carlos Manuel Orozco Santillán. Si panistas y priístas no tienen memoria, cabría esperar un poco de congruencia por parte de militantes del sol azteca. Porque ya no sea cuerda Orozco que, apenas en mayo pasado, el cardenal llamó a “prepararse, no para una batalla, sino para una guerra” contra quienes están a favor de la interrupción del embarazo. Y luego, a los perredistas que votaron por la despenalización del aborto los llamó “hijos de las tinieblas”. Es cosa de tener un poquito de pudor. Nomás.

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