Liderazgos cuestionados; crece la disputa
Publico
Un país sin conducción política respaldada en resultados convincentes, es incapaz de encabezar pactos políticos estables. Sin liderazgos reconocidos en las distintas esferas del gobierno, sin liderazgos aceptados suficientemente en el ámbito empresarial, y sin liderazgos sociales con capacidad de interlocución nacional, el país pasa por una época de zozobras e incertidumbres, sin poder garantizar gobernabilidad democrática. A pesar de reformas constitucionales promisorias en materia electoral y avances en regulaciones legales en las relaciones entre medios de comunicación y sistema político, falta que esos temas electorales se vinculen con propuestas democráticas participativas que liguen política y economía, pues el principal déficit de liderazgo se da en torno al combate de la desigualdad y la exclusión, cuyas propuestas de solución emergentes desde los distintos liderazgos no logran el respaldo social necesario. Se avecina una crisis económica que incrementará las disputas entre los liderazgos para sortearla.
El liderazgo moral de gobiernos, políticos empresarios, burocracias sindicales, se desmorona; su resistencia para rendir cuentas no logra ser camuflada por discursos simuladores de transparencia y esa opacidad termina por desacreditarlos. Sin ética pública comprobada no hay credibilidad en el liderazgo. Y no se trata solamente de los liderazgos políticos visibles, sino del reconocimiento, históricamente ganado, para poder conducir al país, lo cual encarna un grupo social, un partido, una función pública. Por ello, el escándalo detonado por la pareja Fox-Sahagún, no se reduce únicamente a sus contradicciones y limitaciones personales, pues su descrédito repercute en la desconfianza del gobierno, particularmente del que se reclama heredero de la ética pública de su antecesor. Esto desemboca en el deterioro de la institución presidencial en conjunto; así se explica que el presidente Calderón intente recomponer su liderazgo, al convocar a 300 líderes de los más diversos ámbitos para comprometerse en la coconducción del país.
Sin embargo, la legitimidad para encabezar esta reunión de “notables” no se acompaña de un liderazgo legítimo y eficaz de su gabinete, particularmente del encargado del gobierno interior. Su oferta de mano dura no funciona. Incapaz de negociar con fuerzas opositoras al régimen, los conflictos regionales se le escapan de las manos. Además, el efecto búmeran por haber involucrado al Ejército en tareas de seguridad interna, en la narcoguerra, golpea directamente al secretario de Gobernación, pues ni mejora consistentemente la seguridad pública ni hay logros sistemáticos en el desmantelamiento del narcotráfico; en contraste, aumentaron las violaciones a derechos humanos y la corrupción interna de tropa y mandos medios en el Ejército, sin que la justicia civil pueda sancionar esos delitos. Con una inteligencia política ineficaz para detectar y prevenir la subversión, el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), corona la falta de liderazgo en política interior.
Distintas fuerzas disputan el liderazgo en la construcción nacional, pero ninguna de ellas despierta respaldos sociales con capacidad de interlocución con los poderes realmente constituidos. Desde una desafortunada oferta de canje político, Andrés Manuel López Obrador —“si encarcelan a Fox, me retiro de la contienda política”—, arriesga su proyecto de gobierno “legítimo”, que tiene la virtud de contrapesar las propuestas del gobierno federal, manteniendo vigentes demandas por el combate contra la desigualdad y la exclusión. Liderazgo alternativo que también se deteriora al no reconocer los logros ciudadanos de la reforma electoral en curso. La silenciosa construcción de un poder popular neozapatista en La Otra Campaña, no se propone interlocución alguna con las instituciones y su horizonte nacional incluyente del “otro” está lejos de constituirse. Otras guerrillas no cuentan con bases sociales estables; están encerradas en la denuncia y el testimonio. Movimientos ciudadanos empiezan a disputar el poder, ahora limitado al tema electoral. ¿Cuándo surgirá un proyecto nacional alternativo?
El autor es presidente de la Asociación Latinoamericana de Sociologia (ALAS)
japreco@hotmail.com
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