Artículo publicado en El Occidental, el 10 de septiembre de 2007.
Las televisoras contra la reforma electoral
Jorge Gómez Naredo
Estaba el miércoles sentado frente al televisor -suelo ver los noticieros de Televisa y de TV Azteca no porque me gusten, no porque me parezcan periodismo digno de encomio u atención. No, no por eso. Los veo porque me interesa saber qué métodos usan las televisoras para manipular o distraer a la población-. López Dóriga repetía de una manera maniquea que los nuevos malos (que no son tan nuevos, pero sí mucho peores) quieren destituir a los nuevos buenos (que no son tan nuevos, pero sí mejores). Mi dedo apretó un botón del control (o “mando a distancia”, para usar correctamente el castellano) y cambió la imagen al noticiero de Hechos. ¡Sorpresa! Javier Alatorre repetía que los nuevos malos (que no son tan nuevos, pero mucho peores) quieren destituir a los nuevos buenos (que no son tan nuevos, pero sí mejores). Es decir, lo mismo, absolutamente lo mismo: de un lado, los malos: el poder legislativo y los partidos políticos; del otro, los buenos: el Instituto Federal Electoral (IFE) y en especial su consejero presidente.
El miércoles pasado, Joaquín López Dóriga entrevistó a Luis Carlos Ugalde (que se ha convertido para las televisoras en el nuevo adalid de la democracia, el hombre fuerte de la autonomía del IFE, aquél que se ha enfrentado a los malos, es decir, a los partidos políticos, en especial al de la Revolución Democrática). El entrevistado pudo hablar, mover las manos, dirigirse a la nación y argumentar que él defiende, que él actúa, que él es una víctima del sistema, que a él no le interesa su puesto, sino el bien del país. Es decir, dijo que era un mártir, claro, sin decirlo, pero lo dio a entender. Esta cobertura a Luis Carlos Ugalde en la televisión es inusual, pues no solamente se le dio el tiempo que quiso, sino que antes y después de la perorata del consejero presidente del IFE hubo infinidad de notas relacionadas con el tema.
El jueves pasado, en el mismo noticiero de López Dóriga, se presentó con gran revuelo una carta firmada por varios intelectuales, periodistas y escritores, la cual argumenta que “la independencia y la autonomía del IFE no pueden entenderse al margen del principio de inamovilidad de sus integrantes. Si se vulnera este principio, se lesiona la autonomía”. Entre los firmantes estaban Ciro Gómez Leyva, Luis González de Alba, Leo Zukermann, Carlos Marín y Federico Reyes Heroles. Resulta extraño que se le haya dado tanta cobertura a esta misiva pública y poco a las declaraciones de otros intelectuales, escritores y periodistas que están a favor de la reforma a la ley electoral y a la destitución de los consejeros actuales del IFE.
No cabe duda que las dos principales televisoras tienen interés en que no se apruebe la reforma electoral, pues ésta implica una reducción en el dinero que los partidos políticos podrán utilizar en la compra de spots de televisión y, por ende, se disminuye (más no se termina, que sería lo mejor) el gran negocio para Televisa y TV Azteca, gracias al cual buena parte del financiamiento de los partidos políticos van a sus arcas. Por eso han utilizado a Luis Carlos Ugalde como el adalid de la independencia del IFE ante los malos, los muy malos, los peores.
Es necesaria una reforma a la ley electoral y para que pueda surtir efectos se precisa que Luis Carlos Ugalde y los demás consejeros del IFE salgan, pues ellos fueron parte activa del desprestigio que sufrieron las instituciones electorales en 2006. Ahora, los consejeros, que apoyaron el fraude electoral y nunca castigaron los excesos de la campaña negra panista en contra de un candidato, se han unido a las televisoras, aquellas que decidieron, un día, silenciar el movimiento de resistencia civil pacífica encabezado por López Obrador, aunque en las calles millones de personas demostraran su existencia a pesar de haber sido borrados de los noticieros.
En la televisión Joaquín López Dóriga y Javier Alatorre repiten y repiten que el IFE necesita independencia y que la reforma electoral y la destitución de los consejeros ciudadanos serían un duro golpe a la democracia mexicana. Me pregunto mientras los oigo, ¿cuándo el pueblo mexicano será independiente de esas televisoras que se creen dueñas del país?
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