Imágenes
Publico
Para continuar con la guerra sucia desplegada con mucho éxito durante las pasadas campañas electorales y como una forma de mantener ejercitados sus cerebros proveedores de ocurrencias, la extrema derecha del país mantiene una campaña aterrorizante en contra de todo aquello que molesta a sus buenas conciencias.
De un tiempo a la fecha, aparecieron sendos espectaculares que exhiben la fotografía de un feto con avanzado desarrollo en su gestación, destrozado y ensangrentado. Quienes pagan esta campaña pensaron que ésa era la mejor manera de decirle a la gente que el aborto es un crimen que una persona de nobles sentimientos no puede permitir.
Y no se equivocaron. En un país de semianalfabetos, las imágenes cumplen un papel fundamental para generar opinión. La propaganda, especialmente aquella que provoca una fuerte emoción a quien va dirigida, se convierte en la mejor forma de manipular a una población generalmente ignorante y fácilmente influenciable.
El debate de ideas, la construcción y discusión de conceptos salen sobrando frente a la imagen, visual o auditiva, que impacta y genera una reacción, por lo general de indignación, frente al hecho que se busque resaltar.
No está por demás decir que son precisamente las revistas que privilegian la nota roja, el crimen espeluznante en sus temas de portada, las que hacen subir los índices de lectores en nuestro país. La gente, el ciudadano mexicano, está educado para percibir en la imagen una enseñanza, un mensaje, una consigna.
Las imágenes que transmiten el horror no le son ajenas. Son parte de su formación, pertenecen a sus elementos culturales.
Sin embargo, el mayor problema que presentan estas imágenes espectaculares de fetos sangrantes y destrozados, no es el impacto, garantizado, que tienen en la población. El problema es que quienes promueven este tipo de campañas de página roja, están provocando una confrontación ideológica, empleando medios más usuales en tiempos de guerra, cuyo objetivo es alarmar a la población y obligarla a tomar acciones violentas.
Frente a la evidencia de la imagen que no necesita de argumentos que la expliquen, la reacción tiene que ser violenta. Una imagen de violencia, genera una acción irracional, orientada lógicamente, a la violencia.
Como ejercicio, sería útil pensar en qué pasaría en caso de que los oponentes ideológicos a estas campañas respondieran con espectaculares en donde, por ejemplo, se viera la fotografía de un sacerdote acostado en una cama con un niño. La leyenda: alto a la pederastia en la Iglesia católica.
A la larga, la guerra no sólo sería de imágenes.
rcastela@cencar.udg.mx, rcastelan@milenio.com
::Democracia Ya, Patria Para Todos. Apoyando al Peje en 2007::
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