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lunes, septiembre 03, 2007

Auditorio Telmex: un monumento a la infamia. Primera parte

Cuarta República
Germán Robles
4 de septiembre de 2007

Auditorio Telmex: un monumento a la infamia.
/primera parte


La propuesta de espectáculo del grupo Universidad, clan encabezado por Raúl Padilla López y que controla los órganos de gobierno de la Universidad de Guadalajara (UdeG), es una muestra fehaciente del dicho que reza: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error; pero quienes solapan las aberraciones del ejercicio presupuestal pensando que se trata de la promoción de la “cultura” más que en el error viven en algo peor: en la autocomplacencia culposa y el engaño.

Unos cuantos días antes de que llegase el primero de septiembre fecha inaugural del recinto parauniversitario –que el pasado sábado tuvo la presencia del ocaso de Plácido Domingo- ; justo cuando Raúl Padilla López y directivos universitarios recibieron las obras, el primero no aludió, hasta ese entonces, que el nuevo “auditorio metropolitano” ya no se llamaría así pues se alquilaría el naming comercial a la empresa Telmex del poderoso grupo Carso de Carlos Slim, de tal suerte que a partir del pasado sábado primero de septiembre hasta la misma fecha pero del 2029 el recinto tendrá el nombre de “auditorio Telmex” por una cuestionable cifra de 10 millones de USD “tratada” y pactada a posteriori bajo “borrador”, dadas las presiones periodísticas, ciudadanas y el timorato llamado de eMiGo para que se aclarara dicho monto. Desde luego que la práctica comercial del naming en si misma no está en cuestión menos si nombran recintos privados; lo que genera más bien la suspicacia y el malestar es que sean las entidades públicas en este caso la universidad la que rente su espacios como marcas.

Un negocio de esta naturaleza no puede ser un ejercicio improvisado, debe responder a un plan maestro y a una estrategia de marketing comercial con un impacto pensado incluso a décadas; una planeación completa antes de llevarlo del papel a las varillas y el concreto; no se puede creer ese argumento de “decisiones de última hora sobre la entrega de las obras”. Desde la misma concepción arquitectónica y la presentación del proyecto, el marketing y los beneficios comerciales forman parte inherente del cálculo presupuestal y más si se quiere conocer el monto de operación del inmueble.

En la conferencia de prensa para responder a cuestionamientos y precisar el monto de las negociaciones José Elías Ayub (presidente de la Fundación Telmex) señaló que “Telmex tenía interés por obtener el nombre hace más de un año, por lo que la negociación con la universidad fue larga”. Esto no cuadra con lo dicho por Padilla López, que a saber de este “la decisión de ceder los derechos del nombre del (auditorio) Metropolitano la tomamos cuando nos entregaron las obras”. ¿Primero se decide y luego se negocia? No.

Bien, suponiendo que Raúl Padilla pidiese a alguien permiso o diera cuenta o explicación de algo de su actuar público al interior, a alguien en la universidad pues, ¿por qué el mismo Padilla al momento de solicitar presupuesto para construir esta obra que es parte del conjunto del CCU, no estipuló que se cederían los derechos del nombre del auditorio ya fuera a cualesquiera de los mercachifles en espera?

Si solicito recursos y omitió esta parte es por una llana razón, el mismo Raúl Padilla es quién tiene todos los tentáculos de los órganos de gobierno y las empresas parauniversitarias; es inaudita la figura del “fideicomiso” cuando se controla y se preside todo; el actúa a discreción; además porque sabía que era mejor ahorrarse la polémica y salvaguardar la inversión evitando todo tipo de ruido. Ningún proyecto puede presupuestarse excluyendo en el balance de ingresos y erogación operativa una suma tan importante como la de al menos los 10 millones de USD que hasta hace unos días se signaron, amen de la comisión por debajo del agua por haber cedido los derechos del mote “a cuarto para la hora” ya concluida la obra después de un “año de intensas negociaciones e interés por parte del grupo Carso”.

Lo anterior porque la operación no fue parte del presupuesto para la edificación, o al menos no hubo parte pública de ello, sino efecto de la discrecionalidad, de un anunció posterior de algo que ya se había cocinado pero de lo que no hubo previamente información. ¿Quién o quienes deciden de manera colegiada rentar el naming?, ¿Quién decide si son 5, 10 o 20 millones de USD y hasta cuantos años, así como el monto del gasto operativo después de ya presupuestada la obra?; ¿cuáles son las garantías para la estricta aplicación de esos recursos y bajo que partidas? Nadie lo sabe.

Dicen entre pasillos que a los del grupo universidad la crítica les ha levantado ámpula, hay lumbre en rectoría, y no hace falta que lo digan pues la cerrazón y el corte autoritario al seno del grupo son evidentes; aún con todo y que pregonan en sus infomerciales impresos (que leemos jornada tras jornada) los “máximos” reconocimientos en “transparencia” por parte del ITEI y de tipo académicos con los programas de “reconocimiento a la calidad que otorga a la SEP”; al ciudadano común y corriente le es muy difícil tener cuentas claras en el manejo de los dineros por parte de la Universidad.

gerarq22@hotmail.com



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