Por Stefan Lovgren,
de Noticias National Geographic.
Un estudio nuevo revela que 20% de los genes humanos fueron patentados en Estados Unidos, principalmente por empresas privadas y universidades.
El estudio, que aparece esta semana en la revista Science, representa la primera vez que se elabora un mapa detallado para hacer una correspondencia entre las patentes y sitios físicos específicos en el genoma humano.
Los investigadores patentan genes porque son herramientas de investigación potencialmente valiosas, útiles en los exámenes de diagnóstico o para descubrir y producir fármacos nuevos.
"Quizá sea una sorpresa para muchos que en EEUU el sistema de patentes trate al ADN humano como a los demás productos químicos”, señaló Fiona Murray, profesora de empresas y ciencias en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, de Cambridge, y coautora del estudio.
"Es posible patentar una secuencia aislada de ADN de la misma manera que es posible patentar una medicina nueva, purificada de una planta, si el inventor identifica una aplicación” nueva.
Puntos candentes.
Las patentes genéticas fueron fundamentales para la explosión biotecnológica de la década de 1980 y 1990. Las primeras patentes de genes se obtuvieron aproximadamente en 1978 para el gen de la hormona del crecimiento humano.
El proyecto del genoma humano y la introducción de técnicas de secuenciación rápida trajo consigo una avalancha de nueva información genética y numerosas patentes nuevas. No obstante, la investigación en profundidad acerca del alcance de las patentes genéticas ha sido escasa.
El nuevo estudio revela que más de 4.000 genes, o 20% de los casi 24.000 genes humanos, fueron patentados en EEUU.
Aproximadamente 63% de los genes patentados fueron cedidos a empresas privadas y 28% fueron cedidos a universidades.
El principal cesionario de patentes es Incyte, una empresa farmacéutica con sede en Palo Alto, California, cuyas patentes abarcan 2.000 genes humanos.
"Las patentes genéticas otorgan a sus propietarios derechos de propiedad sobre la secuencia genética, por ejemplo en los exámenes de diagnósticos, como prueba para la eficacia de un fármaco nuevo, o en la producción de proteínas terapéuticas”, explicó Murray.
"Aunque esto no llega a reducirse a que [los titulares de las patentes] tengan la propiedad de nuestros genes, estos derechos nos excluyen de poder utilizar nuestros genes para aquellos fines que están cubiertos en la patente”, agregó.
Regiones específicas del genoma humano son “puntos candentes” en cuanto a actividad de patentes. Algunos genes cuentan con hasta 20 patentes que otorgan derechos sobre la manera en que se pueden utilizar esos genes.
"Básicamente, es más probable que se patenten aquellos genes que la gente cree que son importantes en las enfermedades, como el Alzheimer o el cáncer, que aquellos que son un tanto enigmáticos”, dijo Murray.
Laberinto de patentes.
El efecto de la patente genética en la investigación y la inversión ha sido objeto de fuerte discusión.
Sus defensores argumentan que las patentes genéticas, como todas las patentes, fomentan la exposición y difusión de ideas al hacer públicos usos importantes de secuencias genéticas.
Las patentes también brindan importantes incentivos a los inversores que, de otra manera, tendrían poco interés en invertir en ideas que los competidores podrían copiarles.
Pero sus detractores advierten que las patentes que son muy genéricas pueden obstaculizar las innovaciones futuras al impedir que los investigadores busquen usos alternativos del gen patentado.
“Puedes hallar decenas de formas de calefaccionar una habitación además de la estufa Franklin, pero solo hay un gen que produzca la hormona del crecimiento humano”, sostuvo Robert Cook-Deegan, director del Centro para la Ética, el Derecho y la Política sobre el Genoma, de la Universidad de Duke.
"Si una institución posee todos los derechos podrá trabajar bien para introducir un producto nuevo, pero también es posible que impida otros usos, incluso la investigación”, agregó.
En los casos en que existen muchas patentes en torno a un campo de investigación, los costos científicos de las patentes genéticas (financieros y demás) pueden ser sumamente elevados.
"Nuestra información plantea varias inquietudes sobre las patentes genéticas, especialmente acerca de los genes muy patentados”, explicó Murray. “Nos preocupan los costos para la sociedad si los científicos (académicos e industriales) deben atravesar un complejo laberinto de patentes para poder avanzar en su investigación”.(FIN) Third World Network Biosafety Information Service
http://www.biosafety-info.net/
Un estudio nuevo revela que 20% de los genes humanos fueron patentados en Estados Unidos, principalmente por empresas privadas y universidades.
El estudio, que aparece esta semana en la revista Science, representa la primera vez que se elabora un mapa detallado para hacer una correspondencia entre las patentes y sitios físicos específicos en el genoma humano.
Los investigadores patentan genes porque son herramientas de investigación potencialmente valiosas, útiles en los exámenes de diagnóstico o para descubrir y producir fármacos nuevos.
"Quizá sea una sorpresa para muchos que en EEUU el sistema de patentes trate al ADN humano como a los demás productos químicos”, señaló Fiona Murray, profesora de empresas y ciencias en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, de Cambridge, y coautora del estudio.
"Es posible patentar una secuencia aislada de ADN de la misma manera que es posible patentar una medicina nueva, purificada de una planta, si el inventor identifica una aplicación” nueva.
Puntos candentes.
Las patentes genéticas fueron fundamentales para la explosión biotecnológica de la década de 1980 y 1990. Las primeras patentes de genes se obtuvieron aproximadamente en 1978 para el gen de la hormona del crecimiento humano.
El proyecto del genoma humano y la introducción de técnicas de secuenciación rápida trajo consigo una avalancha de nueva información genética y numerosas patentes nuevas. No obstante, la investigación en profundidad acerca del alcance de las patentes genéticas ha sido escasa.
El nuevo estudio revela que más de 4.000 genes, o 20% de los casi 24.000 genes humanos, fueron patentados en EEUU.
Aproximadamente 63% de los genes patentados fueron cedidos a empresas privadas y 28% fueron cedidos a universidades.
El principal cesionario de patentes es Incyte, una empresa farmacéutica con sede en Palo Alto, California, cuyas patentes abarcan 2.000 genes humanos.
"Las patentes genéticas otorgan a sus propietarios derechos de propiedad sobre la secuencia genética, por ejemplo en los exámenes de diagnósticos, como prueba para la eficacia de un fármaco nuevo, o en la producción de proteínas terapéuticas”, explicó Murray.
"Aunque esto no llega a reducirse a que [los titulares de las patentes] tengan la propiedad de nuestros genes, estos derechos nos excluyen de poder utilizar nuestros genes para aquellos fines que están cubiertos en la patente”, agregó.
Regiones específicas del genoma humano son “puntos candentes” en cuanto a actividad de patentes. Algunos genes cuentan con hasta 20 patentes que otorgan derechos sobre la manera en que se pueden utilizar esos genes.
"Básicamente, es más probable que se patenten aquellos genes que la gente cree que son importantes en las enfermedades, como el Alzheimer o el cáncer, que aquellos que son un tanto enigmáticos”, dijo Murray.
Laberinto de patentes.
El efecto de la patente genética en la investigación y la inversión ha sido objeto de fuerte discusión.
Sus defensores argumentan que las patentes genéticas, como todas las patentes, fomentan la exposición y difusión de ideas al hacer públicos usos importantes de secuencias genéticas.
Las patentes también brindan importantes incentivos a los inversores que, de otra manera, tendrían poco interés en invertir en ideas que los competidores podrían copiarles.
Pero sus detractores advierten que las patentes que son muy genéricas pueden obstaculizar las innovaciones futuras al impedir que los investigadores busquen usos alternativos del gen patentado.
“Puedes hallar decenas de formas de calefaccionar una habitación además de la estufa Franklin, pero solo hay un gen que produzca la hormona del crecimiento humano”, sostuvo Robert Cook-Deegan, director del Centro para la Ética, el Derecho y la Política sobre el Genoma, de la Universidad de Duke.
"Si una institución posee todos los derechos podrá trabajar bien para introducir un producto nuevo, pero también es posible que impida otros usos, incluso la investigación”, agregó.
En los casos en que existen muchas patentes en torno a un campo de investigación, los costos científicos de las patentes genéticas (financieros y demás) pueden ser sumamente elevados.
"Nuestra información plantea varias inquietudes sobre las patentes genéticas, especialmente acerca de los genes muy patentados”, explicó Murray. “Nos preocupan los costos para la sociedad si los científicos (académicos e industriales) deben atravesar un complejo laberinto de patentes para poder avanzar en su investigación”.(FIN) Third World Network Biosafety Information Service
http://www.biosafety-info.net/
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