jenaro villamil
México, D.F., 7 de julio (apro).- La primera reacción pública de Jorge Hank Rhon, el que prometió como “hombrecito” aceptar su derrota, fue acudir ante las cámaras del noticiario Primero Noticias de Televisa para afirmar que en Baja California “el abstencionismo volvió a derrotar a todos. Entre todos no llegamos casi ni a 40% de la votación”.
Ni una sola autocrítica, ni una sola mención a las malas artes aplicadas por su equipo de campaña, con todo y cuerpo policiaco municipal de Tijuana incluido, pero también las estrategias sucias de enfrente, del grupo panista de José Guadalupe Osuna Millán y la aliada incómoda del calderonismo, Elba Esther Gordillo, quien volvió a demostrar que las viejas prácticas priistas se reciclan para cobrar futuros favores o guillotinas.
No le falta razón a Hank al señalar el alto nivel de abstencionismo en Baja California. A pesar que los votantes fueron más en 2007 que seis años antes, lo cierto es que una participación de poco más de 59% del padrón, en una entidad predominantemente joven y con una concentración electoral en dos grandes ciudades: la fronteriza Tijuana y la capital Mexicali (ambas representan 75% del padrón), deja mucho que desear ante una campaña que volvió a rebasar ostentosamente los topes de gastos.
Sin embargo, el abstencionismo también tiene una explicación profunda que no quiere analizarse: el hartazgo ciudadano, la perversión del electorado frente al uso y abuso de la guerra sucia como método para ganar a toda costa y a cualquier costo una elección.
Basta un viaje de cualquier cibernauta por el sitio de videos www.youtube.com para tener una amplia demostración de las producciones que se utilizaron lo mismo para ‘demonizar’ a Jorge Hank, quien no necesita mucho más que su currículum y sus negocios turbios para convertirse en un villano, que para promover la compra-venta del electorado ofrecida por la alianza Para que Vivas Mejor (PRI, Verde Ecologista y partido estatal de Baja California).
La guerra sucia electoral de Baja California transformó la contienda electoral en una especie de referéndum ante dos mafias. ¿A cuál prefieres: a la mafia del bingo, de la crueldad con los animales, de los narco-negocios, o a la mafia del cacicazgo magisterial, la de la corrupción burocratizada y de las relaciones poco claras también con el crimen organizado?
En el epicentro de esta batalla, no se alentó a los ciudadanos a rescatar a Tijuana de su creciente y apabullante sicilianización. Más bien parecieron condenar a esta ciudad al trágico destino de las bandas mafiosas.
En Baja California no hubo más autoridad que el dinero para “regular” la campaña. Ambas coaliciones compraron votos, credenciales de elector, despensas, voluntades ciudadanas, cargos burocráticos y despilfarraron los recursos públicos en spots televisivos. Convirtieron el tema de la inseguridad pública en el pegamento del pánico moral, ignorando que para recuperar las ciudades de la narco-delincuencia no basta con dejarla en manos de grupos que ofrecen mano dura policiaca y mano blanda para las comisiones. Estuvieron ausentes cualquier compromiso real para terminar con la impunidad y para frenar la ola de violencia y censura que alcanza a medios como Zeta.
El Instituto Estatal Electoral no dijo nada sobre la interferencia, tanto de autoridades federales del PAN como de gobernadores estatales priistas, que ya eligieron cada territorio de pugna electoral como un adelanto por el reparto del país para el 2012. Igual que en Yucatán, muy similar a la contienda de Aguascalientes, como la represión desmovilizadora de Oaxaca, en Baja California los grupos priistas que recogen los restos del madracismo se acomodaron e invirtieron.
Y Elba Esther eligió Baja California para cobrar más altos réditos para su clan. De Tijuana a la SEP, dicen sus panegiristas.
A semejanza del caso Yucatán, en Baja California la polarización borró cualquier otra opción, incluso dentro de PRI y PAN. El PRD ni siquiera pudo remontar su marginal 2%. Y la candidata de PT y Convergencia, a última hora, demostró la tradicional vocación paraestatal de ambos partidos para apoyar a Hank Rhon.
La derrota de Hank no es un triunfo cívico. Es tan sólo la demostración de que, en los hechos, la guerra sucia es el método de facto para las contiendas después del 2006.
Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx
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