Entrevista: Elvira Martínez • Viuda de Pasta de Conchos
Por: Diego Enrique Osorno.
En buena medida, el caso de la tragedia en la mina coahuilense no está cerrado a causa de esta madre de tres hijos, la única que no aceptó la "ayuda humanitaria" de casi 1 millón de pesos y otros apoyos por parte de Grupo México.
Hace varios meses que dejó de guardarse el coraje, el dolor y la impotencia. “Esa vez en la tarde nos dicen que ya están muertos, pero que nos van a dar un dinero, nada más que no digamos, que nos callemos”.
Unos cuantos días después de la tragedia de Pasta de Conchos, los directivos de Grupo México hablaban con las viudas de algo más parecido a negocios en lo oscuro, que del rescate del cuerpo de sus maridos mineros.
Por eso, Elvira Martínez no ha dejado de sentir ofendida su dignidad, desde entonces.
Sus hijos, Tania de 14, Christian de 12, y Estefanía de 5, circulan con risas alegres por la modesta casa. A pesar de su juventud, Elvira tiene una mirada matriarcal. Esta mujer católica, cuando habla, no alza la voz nunca, incluso cuando critica al presidente Felipe Calderón, al gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, al sindicato minero, a algunos medios de comunicación y, sobre todo, a Grupo México. “Nos quisieron comprar con su dinero y siguen en eso”, relata.
En buena medida, el caso Pasta de Conchos no está cerrado a causa de Elvira. Sin ningún responsable del siniestro en la cárcel y con 63 de los 65 trabajadores, aún dentro del yacimiento de carbón, todas las familias de los mineros recibieron casi 1 millón de pesos “como ayuda humanitaria” y otros apoyos, por parte de la empresa.
Elvira es la única que no lo aceptó.
“Primero todas las familias acordamos que no íbamos a recibir el dinero, pero luego empezaron a presionar los supuestos tutores que puso el gobernador. De repente empiezan a decir: ‘No señora, usted cobre ese dinero’. ‘No pero es que ya quedamos’. ‘Pero es que mire, no es nada de lo que a usted le están diciendo, es una ayuda que la empresa les quiere dar, ese dinero le pertenece, a ese dinero usted tiene derecho. Es más, usted está perdiendo, ese dinero lo puede tener en el banco, lo pueden administrar y ganar tantos intereses’. Tanto estuvieron metiéndole a las señoras, que no faltaron las primeras que se fueron. Por eso digo que el gobierno estatal también ha tenido mucho que ver”.
- Después de que todas las familias aceptaron, ¿por qué no hacerlo usted también?
- Esa cantidad es para aminorar la culpa que ellos tienen. Es una cantidad grandísima comparada a lo que uno gana, con el sueldo, los salarios. Yo lo veo muy indignante por la forma en que lo hicieron. Estábamos ahí esperando noticias de ellos y nos dicen: te vamos a dar dinero. Tratando de comprarnos, de apaciguarnos.
- ¿Qué ha provocado ese dinero a la larga aquí en la región?
- Ese dinero trajo muchos problemas de división porque luego empiezan con que los padres tienen derecho, con que todo mundo tenía derecho. Es decir, ya no era el rescate, era quién era el beneficiario de 750 mil pesos. No entiendo por qué hicieron esto, pero parece que sabían bien lo que iban a provocar. Yo no quiero su dinero, lo único que pido es que se aplique la ley pero tal y como debe de ser. No porque es un empresario le vas a dar más preferencia o va a tener cosas en las que no se le va a poder tocar. Debe de funcionar como a cualquier otro, como cuando uno se roba un atún le aplican el peso de la ley.
- ¿Cómo vincula usted su demanda con su fe religiosa?
- ¿Cómo vincula usted su demanda con su fe religiosa?
- Pues yo estoy aquí por la confianza que hay en que las cosas salgan un poquito más derechas que si las hago yo por fuera, con un abogado. Más es por eso, porque como venía de la iglesia de aquí y servía para la iglesia, yo me voy con ellos y me apoyo en ellos al principio. Pero me decepcioné cuando empiezo a ver “la pelea de dioses”. Yo me encomiendo a la diócesis a la que yo pertenezco, porque vivo en esta región de Piedras Negras, pero ahí se me dice que me resigne, que ya me quede así. Y ahí es donde yo me decepcioné, me dio un bajón tremendo, a mí a lo mejor fue lo que más me dañó, el darme cuenta que aunque somos de la misma iglesia, de las mismas jerarquías y haya ese tipo de problemas. Aunque después encuentro auxilio del Obispo Raúl Vera, que me ayuda. Pero yo entendía que había política en los estados o en los partidos porque al fin es político, pero no en la iglesia.
- ¿Usted era muy religiosa?
- ¿Usted era muy religiosa?
- Los dos, Vladimir y yo, éramos matrimonio de Cáritas. Entonces ahí fue donde nosotros empezamos a entrar a la iglesia. Un grupo de amigos, de matrimonios jóvenes, en total ocho matrimonios, nos hicimos cargo de eso. Y entramos con muchas ganas, mucho entusiasmo, nosotros queríamos conocer a Dios, integrarnos dentro de la iglesia. Y nos toca aquí esto y recibimos el apoyo de todas las parroquias que van a atenderte, a darte un café, a consolarte. Pero ya cuando les hablas un poquito de más allá ya no se meten.
- ¿Lo sucedido modificó su fe?
- Mi fe ha crecido, desde ese día también ha cambiado el mirar mío. ¿Qué significa conocer a Dios? Bueno, ayudar a la gente en dar despensa, pero yo no sabía hasta dónde más puedes ayudar como cristiana. Entonces digo: no te alejes de Dios, tú no sabes, eres más terca. Y no es porque yo me acerque, sino porque él está aquí conmigo, porque él me ha ayudado a ver muchas cosas, a analizarlas, me ha abierto los ojos. La fe sí te sirve, mi fe sigue y si yo estuve allí es porque me pusieron allí. Yo tengo que hacer algo ahí. Dios nunca te pone a algo que no puedes hacer.
- Se ha convertido en una mediadora…
- Se ha convertido en una mediadora…
- Mis amistades, ya son distintas. Ahora es gente de la mina, raros los matrimonios que todavía frecuento. Mis temas de conversación ya no son temas de no dar mucha importancia, ahora ya mis temas son situaciones de trabajadores, laborales, que a mí me sorprende mucho que los trabajadores vengan y me busquen. Me ha tocado que vengan dos señores porque quieren asesoramiento y digo: yo no soy abogada, yo sólo soy intermediaria, sólo soy un puente, digamos, de aquella persona del abogado con otra persona. A mí me sorprende mucho todo eso. Lamentablemente tuve que perder a mi marido, conocer la vida de un minero, sus condiciones laborales, que no puedes hablar porque te corren los empresarios.
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