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martes, agosto 07, 2007

Desnuda.

Desnuda.
Por : Cecilia Márquez.

“Lo que no me mata me hace más fuerte”.
Friedrich Nietzsche.


A un año del fraude al desnudo he reforzado mi postura: es necesario que la sociedad tome un papel más activo en la defensa del Estado de derecho, de la justicia, la equidad, de sus derechos y del respeto a la democracia. Que la impunidad no sea la constante, sino la excepción.

La democracia no es cosa de juego, es el derecho de los ciudadanos para decidir su gobierno. A un año del performance sigo sin arrepentirme de ser políticamente incorrecta.

No importa la marginación y discriminación que he padecido en este “Estado libre”, eso no ha causado estragos en mi idea de defender mis derechos otorgados por la Constitución. Y ante la indiferencia y el boicot de muchos, los más, puedo decir orgullosamente que me quedo con la mejor parte, el respeto de una serie de personas, quienes de forma desinteresada me han prestado ayuda y obsequiado generosamente frases de aliento.

Que se cerraran los espacios para mi desarrollo profesional no me minó. Generó autocrítica y búsqueda de respuestas más allá de lo obvio.

Admiro y respeto, aún más, a los que en lugar de censurar abonan al clima de diálogo por la democracia.

No tengo miedo, luego de varios empleos denegados y de un acoso inexplicable, no me siento débil.

Mi colaboración con la XEW, esta columna en Público y mis pinturas, son los espacios donde respetuosamente comparto mi humilde opinión, para un verdadero privilegio.

Donde actualmente laboro me permiten demostrar a diario que la dignidad no tiene un precio y que uno puede ser productivo sin necesidad de ser corrupto. Requieren más ayuda esos que olvidando sus responsabilidades toman decisiones para enriquecer a las minorías, olvidando las mayorías.

Más que un desnudo era despertar conciencia democrática: el voto no es un papel, es la voluntad de un mexicano. De millones que tienen el interés de que no se continúe de mal en peor.

El mar está conformado por gotas, y poco a poco, una a una, vencen a las más grandes rocas, recordándoles que la fuerza está dentro.

México se merece un gobierno a la altura de los ciudadanos. Un país donde nunca se olvide que la democracia, la justicia y la igualdad, son principios no negociables e invendibles, sin precio. El costo lo pagamos todos cuando nos negamos a ejercerla. Es una responsabilidad compartida.

Siguen vendiéndonos espejismos, ahí está el fraude al desnudo, lo vivimos a diario, no podemos seguir pasivos ante la arrolladora evidencia.

Tenemos tareas asignadas, llegó el momento donde todos tenemos la obligación de ser sensatos, maduros y comprometidos. Es deber y competencia que asumamos con seriedad el rescate del Estado de derecho, la soberanía y la justicia. Los que ocupan el poder no lo entienden.

No es cuestión de futuro, sino de aprender de los errores del pasado para vivir el presente. Hemos sobrevivido a aniquiladores embates. Somos capaces de mostrar que la sociedad es valiente y predica con el ejemplo de enfrentar a los que pretenden controlar todo a través del miedo. Ellos tienen temor de que despertemos de la pesadilla y exijamos, con la ley en la mano, lo que por justicia nos merecemos.

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