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sábado, junio 02, 2007

Opinión - Jaime Aviles

Desfiladero

GDF: las relaciones peligrosas

La SCJN confirma el golpe contra AMLO

Félix Cárdenas, procurador de Ahumada

Aspe, la eficacia y la devaluación de 1994

La Jornada

Hace tiempo que la izquierda discute sobre los poderes que se ubican por encima de la ley y de las instituciones que, sin consenso popular, afectan la vida de millones, incluso más negativamente que los gobiernos electos. Ahí está, para no ir más lejos, el caso de Minera San Xavier, la firma canadiense que sin haber sometido su proyecto a ninguna clase de aprobación electoral está destruyendo el medio ambiente, los tesoros arquitectónicos y la salud de los habitantes de San Luis Potosí, en nombre de la sacrosanta libertad de empresa.

De todos los poderes metaconstitucionales el más agresivo tal vez sea el de la televisión, que posee casi las mismas capacidades sobrenaturales que las distintas religiones le atribuyen a sus dioses. Para los pueblos cristianos, por ejemplo, al igual que el Dios de la Biblia, la televisión está a toda hora en todas partes y todo lo sabe, todo lo ve y todo lo juzga, y lo que no muestra no existe. Además, con sus teletones y concursos evasores de impuestos viste al desnudo, socorre al enfermo, da bebida al sediento, reúne a las familias separadas y devuelve la fe al incrédulo cuando lo saca de la pobreza mediante el milagro cotidiano de las rifas.

Hoy por hoy, la televisión es una potencia política y económica tan grande como lo fue la Iglesia en tiempos de Benito Juárez. De ahí que al negarse a renovar la concesión de Radio Caracas Televisión, empresa que en 2001 apoyó el golpe de Estado en su contra, el presidente constitucional de Venezuela ha hecho algo que puede equipararse a las Leyes de Reforma que, siglo y medio atrás, despojaron a la curia de latifundios, palacios, rentas y prebendas.

Claro está que, para nuestros acongojados levantacejas, Hugo Chávez ha cometido un horrendo atentado contra la libertad de expresión que, por cierto, ellos jamás practican. Sin embargo, mientras los golpistas de aquí se solidarizan con los de allá, la Suprema Corte de Justicia de la Nación está enmendando, por fortuna, los aspectos más negativos de la llamada ley Televisa, entre otros, las cláusulas que otorgaban al duopolio electrónico el derecho de cobrar tributo a las tele y radioemisoras culturales o comunitarias, o los tocantes a la renovación automática (e ilegal) de las concesiones.

Las objeciones de los ministros a lo que la legislatura anterior aprobó alegremente confirman, una vez más, que Vicente Fox estableció un pacto secreto con el duopolio para que, a cambio de esa regulación abusiva y disparatada, las televisoras apoyaran a Felipe Calderón y lo llevaran a toda costa a la Presidencia, antes, durante y después de calumniar durante casi tres años, todos los días y todas las noches, a Andrés Manuel López Obrador, hasta la consumación del fraude electoral de julio-septiembre pasados.

Pero mientras la Corte pone al descubierto nuevas evidencias de la conspiración foxista contra la democracia mexicana, siguen surgiendo elementos para probar y comprobar la existencia de acuerdos encubiertos, con aroma ya a prevaricación y abuso de poder, entre el procurador de Justicia del Distrito Federal, Rodolfo Félix Cárdenas, los abogados panistas y salinistas Diego Fernández de Cevallos y Antonio Lozano Gracia, y el ex empresario ex argentino Carlos Ahumada Kurtz, cuyo papel en los videoescándalos de marzo de 2004 fue decisivo para que las televisoras lanzaran su primera ofensiva a fondo contra López Obrador.

El pasado miércoles, la columna Ciudad Perdida, de Miguel Angel Velázquez, detalló cómo el 16 de febrero de este año, semanas antes de que Ahumada quedara en libertad, el juez Manuel Cavazos López fue sustituido por Alberto Rubalcava Ramírez, incondicional de Fernández de Cevallos. El semanario Proceso, por su parte, documentó que en octubre del año pasado, esto es, dos meses antes de que Félix Cárdenas asumiera el cargo de procurador capitalino, Ahumada cambió de abogados y nombró como defensores a José Luis Izunza Espinosa y Antonio Maluff, quienes habían sido socios del bufete Félix-Izunza-Maluff, del propio Félix Cárdenas.

Y ahora que Félix Cárdenas ha designado como segundo de a bordo en la procuraduría del Distrito Federal a Moisés Moreno -casado con María Elena Leguízamo Ferrer, juez que en su momento benefició a Ahumada y que actualmente trabaja con el ex procurador Lozano Gracia, socio de Fernández de Cevallos-, muchos seguidores de López Obrador se preguntan deprimidos qué está sucediendo y por qué, luego de la sospechosa liberación de Ahumada en medio de estas escandalosas componendas, Marcelo Ebrard contrató a Pedro Aspe como asesor del Gobierno del Distrito Federal para la restructuración de la deuda capitalina, debido a su supuesta "eficacia".

A Ebrard, por lo visto, ya se le olvidó que fue Aspe quien durante el sexenio de Salinas emitió los tesobonos -documentos pagaderos en dólares e indexados a la inflación-, que poco antes de vencerse, en 1995, detonaron la megadevaluación de diciembre de 1994, que hundió en la miseria a millones de mexicanos, generó la quiebra de incontables empresas y aumentó exponencialmente la deuda externa del país. Hay cosas que, por tanto, merecen esclarecerse. Al tolerar los enjuagues de su procurador tenebroso con Ahumada, Lozano Gracia y Fernández de Cevallos, y poco después, al incorporar a Aspe a su equipo de trabajo, ¿Ebrard está sumando lo peor del salinismo al movimiento de López Obrador o, por el contrario, está rompiendo con la fuerza política que lo llevó al puesto que hoy detenta?

Desfiladero preguntó a sus lectores, el sábado anterior, qué opinaban al respecto. Eulalio Morales González respondió que (Ebrard) "carece de ideales, llegó al gobierno colgado de la fama de AMLO y sólo quiere que lo postulen en 2012". Juan González García dice que "es traición a la ciudad de México: lo mejor sería revocar su mandato". Alvaro Carlos Almada Lluebert insiste en pedir la remoción de Félix Cárdenas y afirma que le da "lástima mi voto desperdiciado por Ebrard".

Para Feliciano Hernández, "la contratación de Aspe y del ex abogado de Ahumada como procurador abona a la creciente desconfianza sobre Ebrard". Francisco Pérez Octavio asegura que "siguen los golpes bajos desde la izquierda contra AMLO, quien tendrá que tomar una posición al respecto y nosotros apoyarlo". Noé Eduardo Villanueva teme que ahora "Ebrard contrate a Francisco Gil Díaz para que traicione a AMLO, al que ya traicionó el actual gobernador de Chiapas para agradar a Calderón, quien todavía no se ha parado en el estado". Francisco Guzmán, desde Chicago, recuerda que Fox premió a Aspe con una línea aérea y le dice a "Marcelo (que) la gente del Distrito Federal votó por tí para vivir mejor, no para que pusieras a esas ratas salinescas".

Una disculpa porque ya no hubo espacio para las cartas de Diana López, Manuel Fernández Hierrezuelo, Sergio Romero Serrano, Jorge Alberto Patiño, Laura Pimentel, Luis Hernández Romero, Marielena Martínez Coria, Plinio Cruz López, Sara Olga Quijas y Santiago Fortson, pero la semana próxima seguimos...

jamastu@gmail.com

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