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martes, noviembre 13, 2007

Elena Poniatowska - Nos estamos ahogando

Nos estamos ahogando

El poeta Carlos Pellicer Foto: Archivo

México no se cuida, los mexicanos no nos cuidamos los unos a los otros, tampoco nos cuidamos a nosotros mismos, de ahí el abandono, la pobreza, de ahí también la tragedia del estado de Tabasco. Carlos Pellicer seguramente preguntaría: “¿Qué habeís hecho con mi edén devastado?” Claro, poco se puede contra las catástrofes naturales, pero sí puede preverse una inundación o por lo menos pedirle a la gente que no construya al borde del agua, en zonas de alto riesgo, que no se instale sobre el pantano, que no ponga su vida en peligro. El reclamo de los habitantes es justo. “¿Por qué nuestros gobernantes, además de explotarnos, nos llevan a la muerte?” Pellicer declaró alguna vez: “servir ha sido el mayor de mis anhelos, y servir a Tabasco, la obsesión de mi vida”. ¿Por qué los dirigentes no siguieron su ejemplo?

Cuando salgo de viaje, una de mis peores pesadillas es regresar y encontrarme con que ya no tengo casa, se quemó o voló por los aires. La casa es la guarida, el techo, la certeza, el calor. “Dios mío, gracias por esta camita en la que duermo” –rezo en la noche. Imagino la desesperación de los tabasqueños que le gritan con angustia al Presidente desde la azotea de su vivienda cubierta por el agua: “Ayúdeme a recuperar mi casa”. Una mujer se queja: “ando tan cansada, que si me duermo y ahogo ni cuenta me voy a dar”. Perder la casa es una tragedia que desanima al más valiente. Ver las lanchas, los cayucos y otras barcas improvisadas (algunas prestadas por pescadores) surcar las calles de colonias inundadas es un espectáculo sobrecogedor, la gran mayoría, además, lleva una peligrosa sobrecarga. La basura y los animales muertos flotan en las aguas junto a ratas que intentan también salvarse. Es una despiadada ironía ver el agua que todo lo inunda y la gente –casi ahogándose– sin agua limpia que beber. Ni siquiera sale agua de las llaves.

En Tabasco, después de 10 días, más de un millón de personas han perdido su casa y viven sin víveres y agua potable. El gobierno podrá calificar la tragedia del 31 de octubre como la “peor catástrofe natural” en la vida en el estado, las fuerzas armadas destacadas en otras entidades podrán concentrarse en Tabasco, pero lo cierto es que las aguas debieron contenerse hace años y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) se avientan el paquete la una a la otra y la presa Peñitas se limpia de culpa mientras Tabasco vive una de las peores catástrofes de su historia.

Andrés Granier Melo, gobernador de la entidad, del PRI, declaró: “la capital es como una olla, como Nueva Orleáns devastada por el huracán Katrina en 2005. Estamos debajo de los niveles de los ríos (…) La causa del desastre es el poco presupuesto y la falta de obras para contener los ríos”.

La inundación en Villahermosa llegó al parque Museo La Venta y cubrió las cabezas olmecas, la biblioteca José María Pino Suárez y el museo Carlos Pellicer Cámara, no se diga las escuelas.

“Con el agua a la rodilla, vive Tabasco” –escribió el poeta Carlos Pellicer. En una entrevista que le hice en mayo de 1966 me dijo que gran parte del tesoro arqueológico de su estado desaparecería bajo las aguas de las enormes presas que colindan al estado. Leer articulo completo

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