Doña Cholita entró toda agitada a mi oficina. “¡Don Menfis! ¡Aqui lo buscan! ¡Vienen del vaticano!”
Sin pedir permiso entraron dos chamucos grandotes vestidos de suizos.
“¡Heil Ratzinger!”
“Pos jail,” contesté, levantandome y dando el taconazo de rigor y alzando la patita para hacer el saludo nazi. Parecia de los nazis prietos esos de la iniciación al Yunque.
“¡Usted se viene con nosotros a Roma!” me ordenaron. En efecto, un tiempo despues me encontraba en los palaciegos aposentos del sumo pontifice, mi jefe, el gran shaitan, el papa Ratzinger, tambien conocido como el fuhrerdasromankatolische kirche. Para mi sorpresa ahi tambien estaban el primer damo Mouriño y el enano quesque es presidente de México.
“¡Que bueno que ya llego, don Menfis!” dijo Mouriño.
“Licenciado Satanas, mugre jotito. ¿Y aquel? ¿Está otra vez borracho?” En efecto el enano estaba hecho un ovillo y durmiendo en una esquinita.
“Ez que el papa le habló rete golpeado ahora en la mañana. Ahora el papa eztá en junta con Teempino y Fox. Jelipe no aguanto y de inmediato pidio el zotol. ¡Hostia! ¡Creo que ya ze orinó!” En efecto, el tufo caracteristico de los meados de un borracho llego a mis narices.
“¡Puta madre! Esa alfombra es persa y ya la arruino este infeliz. Pero, digo, pa que me mandaron llamar. Como diria Fox, ¿y yo por qué?”
“El Gran Shaitan quiere zu opinion, licenciado,” explicó el primer damo. “Como uzted está a cargo de la oficina del averno en Méjico quiere saber que opina uzted zobre la pugna entre Jelipe y Teempino.”
“Y seguro usted y Jelipe quieren que los proteja…” Pero no dije mas pues un guardia suizo me hacia señal que entrara al despacho del papa.
“¡Satanas! ¡Ya era hora!” dijo el Gran Shaitan al recibirme. Portaba sus cuernotes de Hell Boy. Uno de estos dias se le va a olvidar quitarselos y ansina va a salir al balcón a dar la bendición. Se va a armar una bronca. Ojala que la suban a UTube. En el despacho tambien se encontraban Teempino y el burro parado.
“Jefe, dejeme darle una toallita sanitaria,” dije sacando un paquetito de estos y ofreciendosela al Gran Shaitan.
“¿Y para que la quiero?” preguntó Ratzinger.
“Es para que se limpie la mano. Estos cabrestos se han besuqueado con la Chucky. No le vayan a pegar una enfermedad al besarle el anillo papal.”
El papa hizo un gesto de asco y se apresuró a limpiarse la mano. Luego se dirigio a Fox y Teempino y les dijo de manera soez. “Menfis siempre me ha dado buen consejo. Carajos, que no sé que hacer con ustedes. Me han salido rete pendejos. Y el enano ese que está afuera es un…¡kleine kakerlach!”
“Eso quiere decir una cucaracha chiquita,” les aclaré a Fox y Teempino.
“¡Todo es culpa de Mouriño!” se atrevió a decir Teempino.
“¡Callese cabrón!” le dije. “El jefe no le pidio su opinion.”
Fox, que no puede quedarse callado, estaba todo rojo.
“¡Traigan a esos dos schweine!” rugió el papa. Unos suizos se apresuraron a traer a Mouriño. Este entró todo palido y lloroso. Un gigantesco suizo portaba al enano que todavia seguia borracho y roncando.
“No lo ponga en el suelo ansina nomas,” le dije al suizo. “Está meado. Pongan unos periodicos sobre la alfombra y abran las ventanas.”
El fuhrer empezó a caminar frente a un mapa de latinoamerica. La mano le temblaba. El Gran Shaitan ya está viejo aunque no quiere admitirlo.
“Contemplen ustedes esto. ¿Que ven?”
“¿Un mapa?” dijo Fox.
“¡So bruto!” murmuró Mouriño.
“¡Jah! Sois unos animales. Lo que hay aqui son almas, millones de estas, todas sumisas y devotas que proporcionan grandes limosnas. ¡Tenemos que eliminar a los regimenes de izquierda que nos atacan y que educan a su gente para no ser tan supersticiosa! ¡Latinoamerica tiene que seguir siendo ignorante y pobre! ¡De otra manera no seguira siendo nuestra! ¿Y ustedes me traen aqui sus lios de verduleras? ¿No saben que yo tengo visión estrategica? ¿Creen que me importa un pito que se anden peleando por el partiducho ese que tienen en México? ¿Que estan haciendo contra Chavez? ¡Ese cabrón es mi mayor adversario! ¡Contestenme!”
Hubo un silencio sepulcral por un minuto. Solo se oia el roncar del enano.
“Yo…yo…cabalgó contra Chavez,” ofreció Fox. Teempino se apresuró a ponerle una mano en la boca.
“Lo que el presidente Fox queria decir es que lo estamos atacando a traves de las televisoras,” explicó Teempino. “Ya vide, mein fuhrer, que Chavez se metio en una bronca con RCTV. Ya movi mis contactos en la izquierda popis europea para que lo ataquen por la clausura. Tambien estamos azuzando a la pseudo izquierda chilena para que tambien lo ataquen.”
“¡Yo shoy el unico –jic—preshidente!” Nos voltemos a ver con asombro al enano que se habia logrado medio levantar del piso.
“Jelipe prometio poner una refineria en centroamerica,” dijo Mouriño. El primer damo corrio a tratar de sostener vertical al enano.
No pude evitarlo y me rei. “Pero si Chavez ya anda construyendo una en Panama. Lo de Jelipe son puros sueños guajiros. Los centroamericanos ya no creen en sus promesas.”
“Esh que –jic—no hay que dar un pasho atrash…--jic--…”
El fuhrer se cubrio la cara con las manos. Su desesperación era evidente. “¿Ataques mediaticos? ¿Promesas falsas? ¿A poco creen que con eso van a intimidar a Chavez?”
“Yo ofreshco –jic—que pongan –jic—retenes en la carreteras que van al Orinoco…”
“¡Mein fuhrer!” dijo Mouriño con voz lastimera. “Permitame darle algo de coca al presidente para que se le baje la peda.”
“¿Ya vide mein fuhrer? ¡Si no hemos avanzado es por culpa de esos dos!” acusó Teempino.
“Chiquillos y chiquillas, es evidente que si seguimos por el mismo camino…”
“Esh que va a coshtar mucha –jic—sangre…”
“¡Ya basta! ¡Callense cabrones!” ordenó el Gran Shaitan golpeando sobre su escritorio.
“Jefe, ¿que le parece si estos cabrones tienen un desafortunado accidente en el avión?” sugeri.
“¿Y con quien los reemplazaria?” preguntó el Gran Shaitan.
Me quede pensando un momento. ¿Con quien reemplazariamos a Fox? ¿Con la piolin? ¿O a Teempino? ¿Con Serrano Limón? Y el enano, ¿lo reemplazariamos con Ramierdas Acoño?
“Tiene usted razón, jefe, toda la derecha mexicana estan bien brutos. Si no rebuznan es porque no saben la tonada.”
“¿Me llama burro?” preguntó Fox. “Respetenme. ¡Yo soy mister president Fox!”
“¡Callate chachalaca!” le dijo Teempino, volviendole a poner una mano en la boca a Fox. “¿No ves que ya estan discutiendo matarnos? Mejor ni encabrones mas al Gran Shaitan. ¿No me dan un vasito con agua? Le toca a Chente su medicina.”
Un suizo le paso un vaso con agua y Teempino saco unas pildoras de la bolsa y se las dio a Fox. Mouriño, mientras tanto, habia sentado al enano en sus rodillas como quien carga un mono de esos de ventriloco.
El fuhrer empezó a hurgarse las uñas de las manos con una navajota. “De todas maneras tengo todavia el problema de Chavez. ¡Y todos ustedes son unos brutos!”
“Jefe,” le dije, “es evidente que estos no le van a servir para nada. ¿Por qué no mejor dejar que los gringos lidien con Chavez? Ellos tienen el dinero y los agentes.”
“No esta mal la idea. ¿Y que hago con estos idiotas?”
“¿No tienen algo de coca?” preguntó Mouriño mientras sostenia al enano. “Jelipe se me volvio a quedar dormido.”
“Por el momento, ordeneles que no se anden dando patadas bajo la mesa,” sugeri. “Ahora que regresen a México, que sea todo puros besuqueos. Estos estan demasiado pendejos para ir contra Chavez. No, jefito, mejor mandelos contra centroamerica. A ver si ahi pueden hacer algo.”
El fuhrer se quedó pensando un momento. “Bien. ¡Ya lo oyeron cabrones! Se regresan besandose y muy solidarios, ¿entienden? Y vayan activando sus acciones contra Ortega en Nicaragua. Olvidense de Chavez. Hoy en la noche hablare con Bush a ver que acciones tomara. ¿Está claro? ¿Tienen alguna pregunta?”
Fox levantó la mano. “Yo quisiera hacer una petición.”
“Digame,” contesto el papa.
“Me” respondio Fox.
“¿Me?” pregunto con asombro el papa.
“Me dijo que dijera ‘me’,” explicó Fox.
“Estais dandole demasiado toloache,” le murmuró Mouriño a Teempino.
“¡Que cual es tu petición animal!” le grito Teempino.
“Ah, si, pos yo quisiera casarme por la iglesia. Martita me pidio que le hiciera la petición. El polaco no nos dejaba.”
“¡Denegado!” rugio el papa. “Y digale a Martita que la razón es porque no voy a avalar el bestialismo. Que se busque a otro que no sea el burro de Schreck y tal vez le dejare casarse. ¡Y ahora larguense!”
“¿Me llamó burro?” dijo Fox todo agitado.
“¡Callate cabrón!” le dijo Teempino jalandoselo. “Y no, no nos vamos a regresar en avion. Vamos buscando pasaje en barco o algo ansina no nos vayan a matar de todas maneras.”
Mouriño salia con el enano en los brazos. “¿Entoncez no tiene nadie coca? Tengo que dezpertar a Jelipe pues tiene otras juntaz en la agenda.”
“Buscate mejor donde lo puedas manguerear,” sugeri. “Para mi que ya se cagó.”
En efecto el enano olia a cagada. “¡Josu! Tenes razón. ¡Me cago en la virgen! ¡Voy a llevarlo a la embajada para cambiarlo!”
“¡Heil Ratzinger!”
“Pos jail,” contesté, levantandome y dando el taconazo de rigor y alzando la patita para hacer el saludo nazi. Parecia de los nazis prietos esos de la iniciación al Yunque.
“¡Usted se viene con nosotros a Roma!” me ordenaron. En efecto, un tiempo despues me encontraba en los palaciegos aposentos del sumo pontifice, mi jefe, el gran shaitan, el papa Ratzinger, tambien conocido como el fuhrerdasromankatolische kirche. Para mi sorpresa ahi tambien estaban el primer damo Mouriño y el enano quesque es presidente de México.
“¡Que bueno que ya llego, don Menfis!” dijo Mouriño.
“Licenciado Satanas, mugre jotito. ¿Y aquel? ¿Está otra vez borracho?” En efecto el enano estaba hecho un ovillo y durmiendo en una esquinita.
“Ez que el papa le habló rete golpeado ahora en la mañana. Ahora el papa eztá en junta con Teempino y Fox. Jelipe no aguanto y de inmediato pidio el zotol. ¡Hostia! ¡Creo que ya ze orinó!” En efecto, el tufo caracteristico de los meados de un borracho llego a mis narices.
“¡Puta madre! Esa alfombra es persa y ya la arruino este infeliz. Pero, digo, pa que me mandaron llamar. Como diria Fox, ¿y yo por qué?”
“El Gran Shaitan quiere zu opinion, licenciado,” explicó el primer damo. “Como uzted está a cargo de la oficina del averno en Méjico quiere saber que opina uzted zobre la pugna entre Jelipe y Teempino.”
“Y seguro usted y Jelipe quieren que los proteja…” Pero no dije mas pues un guardia suizo me hacia señal que entrara al despacho del papa.
“¡Satanas! ¡Ya era hora!” dijo el Gran Shaitan al recibirme. Portaba sus cuernotes de Hell Boy. Uno de estos dias se le va a olvidar quitarselos y ansina va a salir al balcón a dar la bendición. Se va a armar una bronca. Ojala que la suban a UTube. En el despacho tambien se encontraban Teempino y el burro parado.
“Jefe, dejeme darle una toallita sanitaria,” dije sacando un paquetito de estos y ofreciendosela al Gran Shaitan.
“¿Y para que la quiero?” preguntó Ratzinger.
“Es para que se limpie la mano. Estos cabrestos se han besuqueado con la Chucky. No le vayan a pegar una enfermedad al besarle el anillo papal.”
El papa hizo un gesto de asco y se apresuró a limpiarse la mano. Luego se dirigio a Fox y Teempino y les dijo de manera soez. “Menfis siempre me ha dado buen consejo. Carajos, que no sé que hacer con ustedes. Me han salido rete pendejos. Y el enano ese que está afuera es un…¡kleine kakerlach!”
“Eso quiere decir una cucaracha chiquita,” les aclaré a Fox y Teempino.
“¡Todo es culpa de Mouriño!” se atrevió a decir Teempino.
“¡Callese cabrón!” le dije. “El jefe no le pidio su opinion.”
Fox, que no puede quedarse callado, estaba todo rojo.
“¡Traigan a esos dos schweine!” rugió el papa. Unos suizos se apresuraron a traer a Mouriño. Este entró todo palido y lloroso. Un gigantesco suizo portaba al enano que todavia seguia borracho y roncando.
“No lo ponga en el suelo ansina nomas,” le dije al suizo. “Está meado. Pongan unos periodicos sobre la alfombra y abran las ventanas.”
El fuhrer empezó a caminar frente a un mapa de latinoamerica. La mano le temblaba. El Gran Shaitan ya está viejo aunque no quiere admitirlo.
“Contemplen ustedes esto. ¿Que ven?”
“¿Un mapa?” dijo Fox.
“¡So bruto!” murmuró Mouriño.
“¡Jah! Sois unos animales. Lo que hay aqui son almas, millones de estas, todas sumisas y devotas que proporcionan grandes limosnas. ¡Tenemos que eliminar a los regimenes de izquierda que nos atacan y que educan a su gente para no ser tan supersticiosa! ¡Latinoamerica tiene que seguir siendo ignorante y pobre! ¡De otra manera no seguira siendo nuestra! ¿Y ustedes me traen aqui sus lios de verduleras? ¿No saben que yo tengo visión estrategica? ¿Creen que me importa un pito que se anden peleando por el partiducho ese que tienen en México? ¿Que estan haciendo contra Chavez? ¡Ese cabrón es mi mayor adversario! ¡Contestenme!”
Hubo un silencio sepulcral por un minuto. Solo se oia el roncar del enano.
“Yo…yo…cabalgó contra Chavez,” ofreció Fox. Teempino se apresuró a ponerle una mano en la boca.
“Lo que el presidente Fox queria decir es que lo estamos atacando a traves de las televisoras,” explicó Teempino. “Ya vide, mein fuhrer, que Chavez se metio en una bronca con RCTV. Ya movi mis contactos en la izquierda popis europea para que lo ataquen por la clausura. Tambien estamos azuzando a la pseudo izquierda chilena para que tambien lo ataquen.”
“¡Yo shoy el unico –jic—preshidente!” Nos voltemos a ver con asombro al enano que se habia logrado medio levantar del piso.
“Jelipe prometio poner una refineria en centroamerica,” dijo Mouriño. El primer damo corrio a tratar de sostener vertical al enano.
No pude evitarlo y me rei. “Pero si Chavez ya anda construyendo una en Panama. Lo de Jelipe son puros sueños guajiros. Los centroamericanos ya no creen en sus promesas.”
“Esh que –jic—no hay que dar un pasho atrash…--jic--…”
El fuhrer se cubrio la cara con las manos. Su desesperación era evidente. “¿Ataques mediaticos? ¿Promesas falsas? ¿A poco creen que con eso van a intimidar a Chavez?”
“Yo ofreshco –jic—que pongan –jic—retenes en la carreteras que van al Orinoco…”
“¡Mein fuhrer!” dijo Mouriño con voz lastimera. “Permitame darle algo de coca al presidente para que se le baje la peda.”
“¿Ya vide mein fuhrer? ¡Si no hemos avanzado es por culpa de esos dos!” acusó Teempino.
“Chiquillos y chiquillas, es evidente que si seguimos por el mismo camino…”
“Esh que va a coshtar mucha –jic—sangre…”
“¡Ya basta! ¡Callense cabrones!” ordenó el Gran Shaitan golpeando sobre su escritorio.
“Jefe, ¿que le parece si estos cabrones tienen un desafortunado accidente en el avión?” sugeri.
“¿Y con quien los reemplazaria?” preguntó el Gran Shaitan.
Me quede pensando un momento. ¿Con quien reemplazariamos a Fox? ¿Con la piolin? ¿O a Teempino? ¿Con Serrano Limón? Y el enano, ¿lo reemplazariamos con Ramierdas Acoño?
“Tiene usted razón, jefe, toda la derecha mexicana estan bien brutos. Si no rebuznan es porque no saben la tonada.”
“¿Me llama burro?” preguntó Fox. “Respetenme. ¡Yo soy mister president Fox!”
“¡Callate chachalaca!” le dijo Teempino, volviendole a poner una mano en la boca a Fox. “¿No ves que ya estan discutiendo matarnos? Mejor ni encabrones mas al Gran Shaitan. ¿No me dan un vasito con agua? Le toca a Chente su medicina.”
Un suizo le paso un vaso con agua y Teempino saco unas pildoras de la bolsa y se las dio a Fox. Mouriño, mientras tanto, habia sentado al enano en sus rodillas como quien carga un mono de esos de ventriloco.
El fuhrer empezó a hurgarse las uñas de las manos con una navajota. “De todas maneras tengo todavia el problema de Chavez. ¡Y todos ustedes son unos brutos!”
“Jefe,” le dije, “es evidente que estos no le van a servir para nada. ¿Por qué no mejor dejar que los gringos lidien con Chavez? Ellos tienen el dinero y los agentes.”
“No esta mal la idea. ¿Y que hago con estos idiotas?”
“¿No tienen algo de coca?” preguntó Mouriño mientras sostenia al enano. “Jelipe se me volvio a quedar dormido.”
“Por el momento, ordeneles que no se anden dando patadas bajo la mesa,” sugeri. “Ahora que regresen a México, que sea todo puros besuqueos. Estos estan demasiado pendejos para ir contra Chavez. No, jefito, mejor mandelos contra centroamerica. A ver si ahi pueden hacer algo.”
El fuhrer se quedó pensando un momento. “Bien. ¡Ya lo oyeron cabrones! Se regresan besandose y muy solidarios, ¿entienden? Y vayan activando sus acciones contra Ortega en Nicaragua. Olvidense de Chavez. Hoy en la noche hablare con Bush a ver que acciones tomara. ¿Está claro? ¿Tienen alguna pregunta?”
Fox levantó la mano. “Yo quisiera hacer una petición.”
“Digame,” contesto el papa.
“Me” respondio Fox.
“¿Me?” pregunto con asombro el papa.
“Me dijo que dijera ‘me’,” explicó Fox.
“Estais dandole demasiado toloache,” le murmuró Mouriño a Teempino.
“¡Que cual es tu petición animal!” le grito Teempino.
“Ah, si, pos yo quisiera casarme por la iglesia. Martita me pidio que le hiciera la petición. El polaco no nos dejaba.”
“¡Denegado!” rugio el papa. “Y digale a Martita que la razón es porque no voy a avalar el bestialismo. Que se busque a otro que no sea el burro de Schreck y tal vez le dejare casarse. ¡Y ahora larguense!”
“¿Me llamó burro?” dijo Fox todo agitado.
“¡Callate cabrón!” le dijo Teempino jalandoselo. “Y no, no nos vamos a regresar en avion. Vamos buscando pasaje en barco o algo ansina no nos vayan a matar de todas maneras.”
Mouriño salia con el enano en los brazos. “¿Entoncez no tiene nadie coca? Tengo que dezpertar a Jelipe pues tiene otras juntaz en la agenda.”
“Buscate mejor donde lo puedas manguerear,” sugeri. “Para mi que ya se cagó.”
En efecto el enano olia a cagada. “¡Josu! Tenes razón. ¡Me cago en la virgen! ¡Voy a llevarlo a la embajada para cambiarlo!”
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