Reseña Estratégica, 1 de junio de 2007 (http://www.msia.org.br/).-Después de más de dos décadas de neoliberalismo y globalización financiera, no se produjo el salto de la Nación hacia el primer mundo anunciado con bombos y platillos. Del circo montado apenas restó la corrupción paulatina del sistema político mexicano, la destrucción de las cadenas productivas agro-industriales y transformó al sistema bancario, a través de una indiscriminada apertura, en una gigantesca narco lavandería de dar envidia a cualquier paraíso fiscal de ultramar. El sistema colonial TLC-neoconservador cargado triunfalmente sobre los hombros de las presidencias de Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Vicente Fox, construyó un narcosistema económico paralelo que ya representa el segundo ingreso anual más importante después del petróleo. Sobre la destrucción del agro mexicano se implantó el imperio sin ley de los carteles de la droga, pasando a controlar 30% de las tierras cultivables del país. Esta terrible situación es apenas comparable al "legado dorado" neoconservador en Afganistán, donde los "guerreros por la libertad", creados por los servicios de inteligencia anglo-americanos-israelíes-paquistanos, eran impulsados desde el reino del opio.
No se discute que revertir este cuadro es tarea imprescindible para la supervivencia de la Nación y moralmente apremiante para cualquiera que valore su contribución en la construcción del futuro. Sin embargo también es claro que el combate no puede apenas limitarse a la confrontación militar de fuerzas irregulares que se alimentan de la destrucción económica y social del país y del desmoronamiento de una sociedad solidaria. Felipe Calderón desde su posición de Comandante en Jefe de las Fueras Armadas de la Nación, trata el combate al narcotráfico como tema de supervivencia política inmediata sin voltear para nada hacia las causas que condujeron a este desastre nacional.
De hecho Calderón se está valiendo de la guerra al narcotráfico para atrincherarse políticamente atrás de un Cuerpo Especial de Fuerzas de Apoyo Federales, Ejército y Fuerza Aérea, cual Guardia Pretoriana, que le permita maniobrar no solo operaciones anti narcóticos, sino también protegerse ante las crecientes ondas de insurgencia popular muchas de las cuales se aglutinan pacíficamente en el movimiento de Andrés Manuel López Obrador.
Esta maniobra, cuyo origen es político, puede momentáneamente trasferirle parte de la credibilidad legitima de las Fuerzas Armadas a su gobierno, pero a mediano plazo, con el ahondamiento de la crisis económica y social inevitable, redundarán más bien en un desgaste del prestigio de las Fueras Armadas, sobretodo porque su intervención ocurrió de manera precipitada. Esta verdad valió un comentario acertado del veterano analista Javier Ibarrolla, en su columna de la revista Fuerzas Armadas en su edición del 2 de mayo: "El Ejército ha vuelto a quedar atrapado en el debate político (...) esta guerra es improvisada y apresurada y destinada al fracaso".
La realidad es que el sistema neoliberal globalizado que impuso en la presidencia a Felipe Calderón, es narcodependiente y como se ve en el caso de México existe una relación biunívoca entre el aumento del poder del narco y la liberalización y extranjerización del sistema bancario mexicano que llegó a su auge en el gobierno de Vicente Fox. Por ello los grandes bancos herederos de las narcofinanzas del poder imperial británico, construido durante las Guerras del Opio contra China, se trasladaron a México con escala en España.
Sin atacar el ciclo en su totalidad, la guerra será irremediablemente perdida. Este límite es reconocido en varios lugares críticos. Por ejemplo en Colombia, con todo y el Plan Colombia, el vicepresidente Francisco Santos declaró a El Universal el 21 de febrero pasado que su gobierno elabora una nueva política antidroga ya que "...una de las estrategias tiene que ser ir atrás de la plata, y es una de las estrategias prioritarios". Él se refería al poder financiero que acumularon las FARC, en la actualidad el cartel de narcotráfico más poderoso de Colombia. En Colombia, y en realidad en todo el mundo, continúa vigente el abrazo que se dieron en la selva colombiana en junio de 1999 el presidente de la Bolsa de Valores de Nueva York, Richard Grasso y el Comandante de las FARC, Raúl Reyes. Grasso viajó a la guarida de la narcoguerrilla para hablar con los dirigentes de las FARC sobre las inversiones que mantienen en Colombia compañías norteamericanas, tras lo cual declaró triunfante: "Fue excelente… invité al comandante Reyes y al Supremo Comandante (Manuel Marulanda, "tirofijo" ndr) a asistir conmigo a las subastas (en la Bolsa de Valores)".
Así, junto con el combate bien planeado a la criminalidad, y a los cultivos, una estrategia anti-narcotráfico solo podrá triunfar en el contexto de un plan de reconstrucción nacional que reestablezca los objetivos nacionales de desarrollo económico y social, y sobretodo restaure el sistema de solidaridad social, sin el cual una guerra contra el narco-terrorismo es impensable. Un plan de movilización nacional donde el ejército destruya plantíos y sus batallones de ingenieros siembren progreso y civilización. Lo que se ve tarea imposible con el presente gobierno comprometido con el aparato de poder neoconservador.
Finalmente sin un programa de tal magnitud el papel del Ejército quedará irremediablemente reducido a de una fuerza policial no únicamente incapacitada para ganar una guerra, sino también con el riesgo de ser rehén a las cláusulas de seguridad del Comando Norte.
Imagen : Fotograma de la película "María llena eres de gracia"
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