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viernes, abril 06, 2007

Opinión - Carlos Gonzalez Garcia

Guadalajara: macrolibramiento y macrodestrucción

Jornada Jalisco

Desde siempre, las vías de comunicación han detonado el desarrollo económico y el crecimiento urbano de las sociedades humanas. Recuerdo que durante años estuvo a debate en el Distrito Federal la construcción del famoso libramiento La Venta-Colegio Militar, moderno tramo carretero que pretendía servir de “valladar” al crecimiento de la mancha urbana en la estratégica zona de conservación que se ubica en las tierras agrícolas y de monte localizadas al sur de la ciudad de México.

Los supuestos fines ecológicos de dicho libramiento fueron duramente cuestionados por especialistas en la materia, economistas, ambientalistas y, sobre todo, por los campesinos –ejidatarios y comuneros– dueños de las tierras en las que se pretendía desarrollar la obra vial. Con justa razón se dijo entonces que una carretera no podía hacer otra cosa que detonar el crecimiento de la ciudad sobre los terrenos de bosque, tal como había ocurrido unos años antes con el circuito carretero del Ajusco, vialidad que provocó en forma explosiva la creación de colonias populares y fraccionamientos exclusivos en los otrora hermosos bosques del Ajusco.

Finalmente la presión popular y la derrota local del PRI en 1997 obligaron a la cancelación de la obra, pero la experiencia de entonces bien puede servir al debate actual.

Hace menos de una semana la Secretaría de Finanzas de Jalisco anunció que prevé iniciar en 2008 la construcción del macrolibramiento carretero de Guadalajara, mismo que tendrá una extensión aproximada de 109 kilómetros desde Zapotlanejo hasta El Arenal. Parte de la vialidad cruzará el estratégico bosque de La Primavera, principal reserva ecológica de la contaminada Zona Metropolitana de Guadalajara, por lo que tendrá, a no dudarlo, un impacto significativo en dicha zona boscosa y en toda la región.

Detrás del macrolibramiento se encuentran poderosos intereses económicos frente a los cuales las necesidades de conservación ambiental, planeación urbana ordenada y salud pública resultan superfluas y de poca importancia.

Efectivamente, los factores que están obligando a la agilización de la obra vial por parte de los gobiernos estatal y federal se ubican no en el ámbito de lo social, sino en el terreno llano de los negocios: 1) en primer lugar, el macrolibramiento obedece a los lineamientos del Fideicomiso para el Desarrollo de la Región Centro-Occidente (Fiderco), esquema de crecimiento económico regional que, articulado al Plan Puebla-Panamá en el sur, y a la denominada Escalera Náutica en el norte del país, busca la explotación indiscriminada de nuestros territorios y recursos naturales a favor de los grandes inversionistas extranjeros; 2) otro factor que pesa en la construcción de la vialidad son los poderosos intereses que representan los transportistas para quienes resulta primordial el rápido acceso del pacífico norte hacia el centro del país procurando evitar la tortuosa circulación a través de la zona urbana de Guadalajara; 3) un factor que se suma a los anteriores es el interés de los grupos que controlan el ramo de la construcción por acceder a los recursos públicos que se invertirán en la mencionada obra, pues se habla de una inversión cercana a los 2 mil millones de pesos; 4) por último, otra causa fundamental para el inicio de la obra es el hecho de que ésta permitirá detonar el crecimiento urbano del bosque de La Primavera y otras áreas aledañas a la zona urbana, todo lo anterior, en abono de las estratosféricas ganancias que los “desarrolladores” y demás lacras de la especulación inmobiliaria obtienen y seguirán obteniendo en detrimento de la naturaleza y la sociedad.

Como podemos ver, en el origen y en la promoción del macrolibramiento cuentan, por encima de cualquier consideración ética, social o ambiental, las cuestiones de negocios y los mezquinos intereses de un puñado de empresarios que, para el caso de Guadalajara, Jalisco y todo México, han sabido medrar con la complicidad de quienes dirigen las instituciones del Estado.

Guadalajara y su Zona Metropolitana, sumidas en la contaminación ambiental, la pobreza y el crecimiento urbano descontrolado, caminan hacia un nuevo abismo, al menos que la sociedad civil oponga un valladar real a las desmesuras del capitalismo neoliberal.

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