JORGE GÓMEZ NAREDO
El 2007 ha sido un año de engaños, ineficacia, hipocresía y cinismo por parte del gobierno federal. Felipe Calderón, quien llegó a la Presidencia de la República a través de un fraude electoral y de una campaña de desprestigio en contra de Andrés Manuel López Obrador, seguramente considera un triunfo el haberse mantenido en el cargo y el haber pagado facturas a quienes lo apoyaron durante su campaña. Pero abajo, con la gente, en el pueblo, con la ciudadanía, el 2007 ha sido un año más de esos que se denominan “perdidos”. Y, peor aún, se auguran, para 2008, tiempos de mayor carestía.
El presidente del empleo resultó ser una caricatura, una falacia, una chanza inefable, una engañifa, un embuste. No hay empleo y los que hay están mal pagados. Los salarios son míseros, ridículos, una afrenta para cientos de miles de personas que sobreviven con un ingreso mínimo, al cual, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos ha otorgado el elocuente aumento de dos pesos. ¡Vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!
La inflación se vive, se siente, se huele, por todas partes la observamos. Sin embargo, arriba, con los panistas neoliberales que se han incrustado en la administración pública, todo va bien: la economía es fuerte, sólida, se ha consolidado, ni las crisis externas surten efecto en ella. Pero, si así fueran las cosas, ¿por qué buena parte de la población mexicana carece de recursos para vivir dignamente?, ¿por qué no se ha detenido la preocupante migración a Estados Unidos de millones de mexicanos?, ¿por qué hay pobreza?, ¿por qué no hay dinero para el campo, la industria, la educación?, ¿por qué se sigue dependiendo de los ingresos del petróleo (que quieren, en lo conspicuo del absurdo, privatizar)?, ¿por qué todo indica que la economía mexicana va mal?, ¿por qué hay tanto y tanto desempleo? Lo único que se puede pensar es: ¡vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!
Las “reformas estructurales” son una especie de medidas encaminadas a pagar favores a quienes llevaron a Calderón y a muchos diputados y senadores a los puestos desde donde hoy dicen “gobernar”. Las modificaciones a la legislación electoral, que todavía no se han publicado en el Diario Oficial de la Federación, son enmiendas pequeñitas que no solucionan los graves y grandes conflictos de una supuesta democracia que no ha servido para que el pueblo esté mejor. En el campo de lo judicial, se busca aprobar una ley que prácticamente legaliza las violaciones a los derechos humanos (como lo hizo, de facto, la Suprema Corte de la Nación al exonerar a Mario Marín). Y qué decir de lo que viene, de lo que se avecina: la reforma energética, que no es más que una nueva intentona de los “ricos muy ricos” del país y del mundo para comerse a pedazos (en opípara comilona) la industria petrolera mexicana. Eso ha significado el segundo gobierno panista en México: ¡vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!
2007 ha sido también un año de escándalos. ¿Cómo no recordar la telenovela de los dólares?, en la cual, el secretario del Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón, se vio involucrado en el depósito de millones de dólares que, supuestamente, servirían para la campaña de Calderón o para desestabilizar un posible gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Claro, todo se solucionó con evasivas, con circunloquios, todo con mentiras. No se investigó nada y desde siempre, Lozano Alarcón resultó inocente y su acusador, Zhenli Ye Gon, culpable. De escándalo también son los altos grados de impunidad, como el caso de Vicente Fox y Marta Sahagún, que viven muy cómodos y muy tranquilos porque reciben, del actual gobierno panista, la protección necesaria: ¡vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!
Tabasco se inundó y con esto miles de familias perdieron todo, absolutamente todo. El gobierno de Felipe Calderón primero argumentó que había sido culpa de las lluvias, después del cambio climático y, por último, de la luna. La ineptitud se ocultó por todas partes. Pero también se encubrió que las crecidas en los ríos y los posteriores anegamientos habían sido culpa del mal manejo de las presas hidroeléctricas en Chiapas, y todo para que compañías privadas generaran más electricidad y tuvieran más ingresos. Los gobiernos pasaron de ser ineficaces a causantes de la tragedia. Pero nada pasó. La luna, sí, la luna fue la causante: ¡vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!
La administración federal que arribó al poder en diciembre de 2006 a través de un fraude electoral, a poco más de un año de haber entrado en funciones, solamente tiene asignaturas pendientes y una estrategia de propaganda rayana en el paroxismo. Vaya, hasta se deben dar las gracias: ha logrado tanto en tan poco tiempo. Sí, el objetivo es mostrar a la población, con miles de espots, un México alejado de la realidad, de la realidad de millones de mexicanos que a diario sufren injusticias, iniquidad, discriminación y lo único que tienen es falta de oportunidades. Por eso: ¡vaya cinismo!, ¡vaya ineficacia!, ¡vaya hipocresía!
::Apoyando al Peje en 2008::
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