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lunes, diciembre 03, 2007

Opinión - Jorge Gómez Naredo

Artículo publicado en La Jornada Jalisco, el 2 de diciembre de 2007

Más allá de la FIL

Jorge Gómez Naredo

La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara es un acontecimiento en la ciudad. Los medios de comunicación locales hablan de ella, tratan sobre ella, la analizan, publican notas de lo que se hace y se dice ahí. A nivel nacional e internacional también hay fijación en sus eventos. Incluso varias radiodifusoras y algunas cadenas de televisión despliegan a sus reporteros y conductores para obtener entrevistas y realizar reportajes. Hay libros, muchos libros, un montón de libros. Se dan cita varias editoriales y las ventas, sin duda, son muy buenas.

La FIL, sin embargo (y no debemos ser ingenuos) es un negocio. A los “expositores” se les cobra por metro cuadrado. Y claro, es ahí cuando comienzan a surgir los “peros” y cuando inician los conflictos: una editorial, por ejemplo, como el grupo Santillana, fácilmente puede pagar un stand grande, trasladar sus libros y contratar personal para que los venda. Las editoriales pequeñas del país y de la ciudad, por su parte, jamás podrán soñar con un pedazo de FIL porque son caros. La FIL, pues, funge como la feria de los libreros mayores, de las grandes editoriales: son las que venden más y las que hacen negocio. Pero no por esto la feria es negativa.

Una cuestión que debe mencionarse y de la cual se habla poco es la gratuidad de la mano de obra, de las personas que hacen posible la viabilidad de un evento de las magnitudes de la FIL: miles de muchachos de la Universidad de Guadalajara o de escuelas incorporadas a ella realizan su servicio social en la feria. Tres semanas de arduo trabajo (capacitación, montaje, vigilancia y apoyo) que les permitirá “liberar” su servicio. Estos jóvenes no tiene sueldo alguno y muchos de ellos (la mayoría) no recibe alimentos durante su labor: ¿acaso es justo? Estos son los lados oscuros de la FIL. Pese a esto, la feria es importante y no podemos, por ningún motivo, negar su valía.

Ahora bien, se supondría que una feria del libro como la que se clausurará hoy en la ciudad debería sentar las bases para un desarrollo de la cultura en el Estado y ser un aliciente para la lectura. Esto no se ha dado. En un artículo publicado el viernes pasado en La Jornada Jalisco, Jorge Souza Jauffred argumentó que Jalisco, según la Encuesta Nacional Lectura 2006, “se encuentra por debajo del promedio”, es decir, de la media nacional en índices de lectura. La actual feria es la edición número 21. La pregunta que surge es, ¿ha ayudado la feria para el desarrollo de la lectura en el Estado? Si nos atenemos a los datos dados por Jorge Souza, la respuesta es no.

La FIL es un evento grande, que convierte por una semana a Guadalajara en la capital del libro: hay presentaciones de libros, eventos culturales, charlas con literatos, poetas y ensayistas, lecturas, etcétera: es una fiesta. Sin embargo, es una semana, y el año, si las matemáticas no fallan, tiene 48; más fácil: la feria dura nueve días, y el año 365, habría que preguntarse, ¿qué pasa en Guadalajara y en el Estado los restantes 356 días?

El problema de Jalisco es que no existe apoyo (o no existe el apoyo suficiente) a la lectura. Las presentaciones de libros y los eventos culturales y académicos en la FIL son muchos, abruman, pero el resto del año, en Guadalajara o en el interior del Estado, son pocos. No hay una cultura de la conferencia, del debate, de la presentación del libro, de la lectura de poesía y cuento. La distribución de textos es pésima (y la Universidad de Guadalajara es una de las peores instituciones de nivel superior en este aspecto) y no se tiene un plan de cultura ambicioso por parte de las autoridades. Los eventos académicos tampoco son muchos y algunos de ellos se restringen al marco de la FIL.

Se podría argumentar en contrasentido que la Universidad de Guadalajara poco a poco ha logrado conseguir espacios para la cultura: el teatro Diana y el auditorio Telmex (¡qué nombre tan universitario!). Quizá sea cierto: son lugares donde se presentan (muchas veces, no todas) espectáculos de calidad. Sin embargo, ¿dónde quedó el ciudadano que no puede pagar la entrada a dichos eventos? En la ciudad de México, por ejemplo, el zócalo sirve casi todos los fines de semana como una sala de concierto. Aquí, en Guadalajara, ni pensar en recitales al aire libre durante todo el año. Es ahí donde hace falta apoyo de las autoridades, donde se necesita pensar en la cultura para todos y no para las clases medias y/o altas.

La lectura es un hábito y es importante que la población lea. Pero no podemos apostarle todo a una semana de FIL. Sí, la feria es un evento importante y qué bueno que existe, qué bueno que poco a poco se haya consolidado (con sus peros y sus cacicazgos muy visibles). Sin embargo, las autoridades (tanto estatales como universitarias), no pueden dejar de lado la tarea de fomentar la lectura, la cultura y el arte todo el año, los 365 días. Eso es lo que en realidad hará que cada día haya más lectores en Jalisco y que la gente sea más crítica: una semana se olvida; un año de lectura y de cultura, no.

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