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lunes, diciembre 31, 2007

Cultivos ilícitos, única opción de campesinos para la supervivencia

Karina Avilés

Ante una realidad en la que más de 3 millones de campesinos se mantienen en la “infrasubsistencia”, gran cantidad de ellos se han visto obligados a abandonar los cultivos de productos básicos y recurrir a la siembra de amapola y mariguana como estrategia de supervivencia, indicó el investigador Simón David Ávila Pacheco, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

El académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón señaló que lo realizado hasta ahora por el gobierno es “atacar las concentraciones urbanas o de distribución, pero han permanecido intactos los centros de producción”.

Con 30 años de laborar en el sector agropecuario, Ávila Pacheco explicó que se ha demostrado que la participación de los trabajadores rurales en el cultivo de plantas ilícitas no es una forma de acumular riqueza; por sí solos no serían capaces de irrumpir en el escenario del narcotráfico, ya que no cuentan con los recursos ni con los contactos requeridos.

Además, añadió, no está en su concepción mental, ya que son personas que producen y generan un ingreso inmediato. En ese sentido apuntó que una persona que se dedica al corte de caña no gana en una jornada más allá de dos salarios mínimos y requiere un grado de especialización y riesgo. En contraste, en los otros cultivos obtienen entre 150 y 300 pesos al día.

Según estimaciones, una hectárea de amapola produce unos 11 kilogramos de goma de opio, equivalente a un kilo de heroína, lo que significa –de acuerdo con analistas, agrónomos y fitotecnistas– cerca de 3 millones 550 mil pesos.

En el caso de la mariguana, el beneficio económico es menor, ya que por cada hectárea se produce alrededor de una tonelada y media y una ganancia de un millón 700 mil pesos.

Sinaloa, Chihuahua, Sonora, Durango, Michoacán, Guerrero y Oaxaca son los principales estados productores de amapola y mariguana, las cuales se cultivan en áreas boscosas, territorios incomunicados que no tienen condiciones adecuadas para vivir. Y no son planicies o regiones de caña, tabaco y café, sino zonas deterioradas que han presentado altos niveles de expulsión de la fuerza de trabajo. Por ello, agregó, los enervantes son la única alternativa para subsistir.

Anteriormente, recordó, la mayoría de esas regiones eran relevantes, como la de Apatzingán-Aguililla, en la Tierra Caliente de Michoacán, la cual se destacó como productora de algodón, melón y pepino para exportación.

Por otro lado, el especialista precisó que en este tipo de cultivos ilícitos generalmente se requiere la fuerza de trabajo de los niños y las mujeres. Los hombres no participan demasiado en este proceso, porque en las áreas donde hay un desplazamiento de sembradíos tradicionales también existe una fuerte migración masculina.

De chozas a casas con parabólicas

Observó que en algunas regiones esta actividad se ha convertido en un detonante de desarrollo. Las que antes eran chozas, ahora son casas de material con antenas parabólicas, artículos eléctricos y vehículos. Es decir, se ve otro medio de vida en términos de bienestar, aunque no es una garantía de vivir mejor como unidad familiar, porque existe la disgregación.

Ávila Pacheco consideró que esta problemática requiere de una solución de fondo, que abarca a los 3 millones de campesinos en condiciones de “infrasubsistencia”. Es necesario impulsar inversiones en el sector y acciones alternativas de desarrollo, como el impulso de métodos hidropónicos y exóticos, la creación de invernaderos o la aplicación de productos orgánicos para estar en condiciones de participar en el mercado estadunidense con artículos tradicionales típicos que consumen los mexicanos en aquella nación, finalizó.

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