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sábado, junio 09, 2007

EL MURO DE LA EXTINCIÒN

Estados Unidos alejandro maciel
San Diego, Cal.(apro).- Además de sus efectos sobre los flujos migratorios de personas, el muro que se construye en la frontera entre México y Estados Unidos provocará serios daños ecológicos y pondrá en riesgo cientos de especies de flora y fauna.
Lo anterior forma parte de las conclusiones a las que llegó un grupo de 56 especialistas de ambos lados de la frontera que se reunieron en Tijuana, Baja California, bajo el auspicio del Colegio de la Frontera Norte, para evaluar el daño que dicha medida podría ocasionar. “Para ponerlo sencillo, todos los animales que no vuelen, se verán afectados”, dijo Rurik List Sánchez, investigador del Instituto de Ecología, de la UNAM. “En el área del desierto de Sonora quedará en peligro de extinción el berrendo y el borrego cimarrón, la tortuga del desierto, el lobo mexicano y otras especies que se encuentran catalogadas como en vías de desaparición”. Eso ocurriría en el extremo noroeste de México. Pero la preocupación se extiende hasta el otro lado de la frontera: en las márgenes del río Bravo donde, de colocarse el muro, se condenaría a la desaparición de numerosas especies felinas, como el ocelote y el jaguarundi, además de lagartijas, tortugas y las famosas chachalacas. Nancy Brown, ecologista miembro del refugio de Santa Ana National Wildlife, ubicado a unas 225 millas al sur de San Antonio, Texas, pone un ejemplo: los efectos sobre el ocelote. Explica: “La cerca va a impedir que estos felinos crucen nadando el río para aparearse en el otro lado, como ha venido ocurriendo desde hace miles de años. Es cuestión de tiempo para que desaparezcan”. Acuerdos vulnerados Además de la destrucción de la flora y la fauna en la región del Valle del Río Grande, la construcción del muro violaría también el tratado de límites y aguas de 1970. “El acuerdo bilateral declara que la frontera entre los dos países está en el centro del río”, dice Sally Spener, portavoz de la Comisión Americana de Fronteras y Aguas Internacionales (CAFAI). “El acuerdo prohíbe de manera explícita la construcción de cualquier objeto que pudiera obstruir el curso del agua y lesionar los intereses del otro lado”. El muro, en cualquier parte que se coloque en un radio de hasta una milla y media del río, podría ocasionar inundaciones severas, ya que no permitiría el curso natural del agua. “Esta estructura va a alterar el curso del río, y por lo tanto modificará también la frontera”, agregó Spener. La CAFAI ha trabajado bilateralmente en el caso de la construcción de presas, plantas hidroeléctricas, plantas de tratamiento de agua y proyectos para evitar las inundaciones. Estados Unidos y México establecieron la Comisión de Aguas en 1889 para regular el uso del líquido y para vigilar la aplicación de los tratados que establecían el uso compartido de los recursos de los ríos Colorado y Bravo. La comisión está en espera de que el gobierno de Estados Unidos presente la propuesta para la construcción del muro, su ubicación y materiales que se utilizarán, dijo Spener. “Hasta el momento la comisión no ha recibido ningún documento, incluyendo el ampliamente difundido mapa que ha circulado en la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, en que se muestran 153 millas de muro a lo largo del río Grande”, agregó. El muro podría afectar una franja de 30 a 200 metros de ancho, que se destinaría para diversas actividades de construcción, operación y mantenimiento del muro, dijeron los investigadores reunidos por El Colegio de la Frontera Norte. “El impacto principal está relacionado con el cambio de uso de suelo, la emisión de partículas sólidas suspendidas, la emisión de contaminantes por la maquinaria utilizada para el movimiento de terracería y por las patrullas fronterizas, la compactación de suelos y reducción de su capacidad de infiltración, así como inundaciones locales, cambio en la topografía y erosión del suelo, acumulación de residuos sólidos en el muro, alteración de los escurrimientos naturales de agua y destrucción de lomeríos costeros para nivelar el terreno”. Vía rápida Aunque el Departamento de Seguridad Interna ha dicho que tomará en cuenta la opinión de los habitantes del Valle del Río Grande antes de construir el muro, comerciantes, campesinos y líderes comunitarios de esa región mostraron su disgusto luego de que tuvieron acceso al mapa que ha circulado entre los miembros de la Patrulla Fronteriza, en el que se delinean claramente por lo menos 70 millas del muro. Los agricultores de la zona han dicho que el muro podría interferir con los sistemas de irrigación de numerosas granjas agrícolas, causaría daños a la vida silvestre y afectaría a los consumidores mexicanos, que generan con sus compras la mayor parte del crecimiento económico de la región. Además, afectaría la industria turística, ya que todos los felinos, reptiles y por lo menos otras 500 especies de aves atraen visitantes de todo el mundo, quienes dejan un promedio de 150 millones de dólares al año, una cantidad muy significativa si se considera que el Valle del Río Grande es una de las regiones más pobres de Estados Unidos. A pesar de las preocupaciones de los habitantes, de los académicos y de los grupos ecologistas de ambos lados de la frontera, el Departamento de Seguridad Interior ha dicho, como para calmar los ánimos, que esa dependencia escuchará las preocupaciones de los habitantes fronterizos antes de tomar una decisión final acerca de las características que tendrá la cerca a lo largo de las 700 millas de extensión. Russ Knocke, vocero del Departamento de Seguridad Interior, fue muy claro: “Las preocupaciones de los ambientalistas son muy importantes, pero eso no cambia el hecho de que tenemos la obligación de asegurar nuestras fronteras y la legítima necesidad de movernos rápidamente en nuestros esfuerzos de crear una nueva infraestructura fronteriza”. Es tanta la urgencia del gobierno federal estadunidense, no sólo por el miedo al terrorismo, sino por las ya próximas elecciones presidenciales, que hasta el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, ha utilizado su poder para impedir que el muro tenga que cumplir con todos los requisitos ambientales que el gobierno de Estados Unidos debe reunir antes de ejecutar una obra. El Departamento de Seguridad Interior tiene el compromiso de completar al menos 370 millas del muro antes de que termine el 2008. El Congreso aprobó el año pasado un presupuesto de 2 mil 100 millones de dólares para la construcción del muro, y hasta el momento ha liberado un total de 400 millones para el arranque de los trabajos. Entre las especies animales que se encontrarán bajo algún grado de amenaza se encuentran el jaguar, el ocelote, el lobo mexicano, el oso negro, la zorra del desierto, el tejón, el perrito llanero, el puercoespín, el borrego cimarrón, el bisonte, y el berrendo. Las principales afectaciones sobre la flora serán la remoción, fragmentación y efecto desborde sobre las comunidades vegetales, la pérdida del sustrato (erosión y compactación del suelo), la introducción y el establecimiento de especies invasoras y la interrupción de patrones biológicos que afecten al intercambio genético entre poblaciones. Además de los efectos de la construcción del muro en la flora, se consideran los efectos de la iluminación, radares y otras medidas sobre los polinizadores y dispersores de ‘propágulos’, alteración de las comunidades vegetales por cambio de los flujos hídricos y la alteración del microclima (temperatura, humedad relativa, albedo, precipitación y corrientes de aire). (4 de junio de 2007)

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