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sábado, abril 14, 2007

Chespirito, Paulina y Savater

Miriam Vidriales

Publico

Como las pilas Duracell, el aborto es un tema que sigue, y sigue, y sigue. En el escenario que se ha montado es notable, como siempre, la capacidad de organización de la derecha radical que aparece estridente por todos lados. La cereza del pastel ha sido el anuncio de televisión con Chespirito. Ahora resulta que hubo la posibilidad de que no naciera El Chavo del 8. Sin contar con la pérdida que esto habría sido para nuestro patrimonio cultural, resulta patético que se haya echado mano de un cómico nacional a fin de apuntalar un debate que se busca serio.

La reaparición de Paulina Ramírez, la niña a la que le fue negado el derecho a interrumpir el embarazo provocado por el hombre que la violó, fue el as bajo la manga de los que están a favor de la despenalización del aborto. En la fortaleza de sus respuestas, en la durísima objetividad y asepsia de su reflexión se nota la mano de las feministas de GIRE, que siempre la apoyaron y quienes se han involucrado en esta batalla como pocos organismos.

Pero por espectacular que sea ver a Paulina en la tele, en su argumento está el fallo. Sólo los fanáticos pueden estar a favor de que una mujer violada no aborte. La ley lo permite en los 32 estados de nuestro país, si bien es un vía crucis, como ya lo demostró Human Rights Watch en un informe de 2006, lograr que se dé información y se realicen los protocolos pertinentes para que una mujer violada pueda abortar. El informe documenta cómo desde el Estado se fomenta la actitud antiaborto, en una claro atentado sobre los derechos de la víctima.

En el tema de la despenalización (y esto de “despenalización” suena a rollo pero es importante porque en México abortar es un crimen con tres a seis años de prisión para la que lo ejerza), es crucial brincar la barrera de la violación. Está mal que una mujer violada no tenga acceso al aborto. Pero lo que se busca es que para abortar, las mujeres no tengan que haber sido violadas. Que se respeten las razones por las que deciden no continuar con el embarazo. Que sea una decisión que ellas tomen en libertad y en conciencia, que su lucha interna, temores, dudas, preocupaciones sean una batalla privada. Que cuando ellas lleguen con una decisión tomada, ésta se respete y sea llevada a cabo en seguridad hospitalaria.

El tema del aborto cruza por el territorio de los derechos ciudadanos y de la conformación del Estado democrático. Y trae a cuento una discusión de fondo que ha resumido con maestría el filósofo catalán Fernando Savater, quien vino a México a recibir un doctorado honoris causa de la UNAM. Dijo don Fernando: “El mayor conflicto no es entre las religiones como creen algunos ingenuos; el verdadero conflicto es entre quienes quieren la democracia laica y quienes quieren la teocracia. [Entre] quienes aspiran a una democracia donde la religión sea un asunto privado y un derecho de cada cual, pero no un deber colectivo, y los que tienen visiones teocráticas de la comunidad inspiradas en la fe de uno u otro dios y quieren que la religión sea un deber de todos”. Savater se refería a los asesinatos terroristas impulsados por fanáticos de diversas religiones. Pero qué bien quedan para resumir también la discusión sobre el aborto. ¿No creen?

mvidriales@gmail.com.mx, mvidriales@puntog.com.mx

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