Calderon y el lobo
• Entre deslindes y complicidades
• Juegos y poder…
Publico
No se come chamuco, mi estimado, sin tragar cuernos. Es curiosito el modo de enviar mensajitos desde Los Pinos a funcionarios del sexenio anterior. Es divertidísimo percibir los simpáticos zapes y los amagos con meterlos… en problemas. Desde conflictos heredados pasando por la danza millonaria en tiempos foxistas para beneficios fiscales y ahora la punta del iceberg minero que se derrite en un mar que arrastrará a los primeros en la fila de la lista de los expendables.
Quién sabe si Calderón utilizará el aparato de su gobierno para, con la célebre ayuda mediática, armar una cortina con los conocidos tintes de deslinde y un gramito de credibilidad, y después proceder jurídicamente contra el ex secretario del Trabajo Francisco Salazar, y de ahí comenzar a jalar la cuerdita que llega, irremediablemente, al despacho presidencial.
Por supuesto, my friend, que la ardiente reata hace escalas también en la oficina ocupada entonces por el notarial Cabeza de Vaca, hoy flamante asesor jurídico en Los Pinos –gracias a un sugestivo file telefónico— y su bola de peritos, quienes hicieron el estudio grafológico de las controvertidas firmas de la ilegal Toma de Nota de Elías Morales, y a quienes también, con la pena, se les dio línea de retrasar el dictamen y meterlo por un tiempo indefinido a la ilustre congeladora. De todo esto estaba informado el notario (con minúsculas) y su jefecito guanajuatense quienes seguramente apaciguaban en aquellos aciagos tiempos los ánimos de sus amigos de Grupo México, de Larrea & links.
La tenebra contra Napoleón Gómez Urrutia utilizando a los medios para desprestigiarlo y denostarlo, primero por lo sucedido en Pasta de Conchos, después pasando por la fabricación de denuncias en diversos estados y por último alrededor de los 55 millones de dólares para borrarlo del mapa sindical y así comenzar el culebrón del millonario negocio, salió mal.
Mal planeado, orquestado, fabricado y pésimamente llevado a cabo. Porque si de transparencia sindical hablamos, pues para botones había (y hay) una megamercería, ¿no cree? Desde el SNTE, la UNT, el SME... u name it.. we have it. Porque los líderes de varios sindicatos mexicanos no se caracterizan, precisamente, por su transparencia y honestidad. El argumento utilizado para darle su Waterloo a Napito no fue, digamos, acertado.
Hoy, Calderón vuelve a avisarle a los foxistas refugiados con Manuel Espino en el PAN que ahí viene el lobo. Ajá.
Que ahí viene la cacería inmisericorde de brujas después de la elección para consejeros y les recuerda que él es quien está sentado en la silla presidencial.
Todo sonaría estupendo si no fuera por el pequeño detalle de que gracias a Carlos Abascal, Vicente Fox, Manuel Espino y un cúmulo de guerreros panistas (dejemos a un lado a Elba Esther Gordillo) la elección salió... como salió. Y con la institucionalidad que caracteriza a Abascal y Espino (porque Fox se cocina aparte) hay atrayentes secretos que pudieran irse a la tumba… o no.
Enviar señales de poder a hombres… que ejercieron el poder puede ser un juego peligroso. Porque todos (tiene parque) saben cuáles son las reglas del juego y los ángulos para el disparo. Porque entre gitanos azules no deberían leerse las cartas. No cuando son el partido en el poder. En el CEN azul se están dando hasta con la cubeta y en el gobierno federal, pese a lo que digan, sí están metiendo las manos en el encantador proceso que se avecina.
Normal la llamada lucha por el poder. Anormal que suceda en los términos en los que está ocurriendo. Y subnormal cuando los protagonistas principales son el inquilino de Los Pinos y el presidente del PAN.
El caso de Gómez Urrutia acabó por abrir frentes inusitados y requiere de hábiles manejos políticos que el Gymboree de Los Pinos y en el CEN del PAN sencillamente desconocen. Porque lo que está en riesgo rebasa por mucho la simpática esfera azul. Y eso lo saben quienes, desde la barrera, son testigos de la confusión, ceguera y estupidez que acompaña a quienes hoy, en ambos bandos, se sienten... ¿indestructibles?
Paciencia, my friend... paciencia. ¡Adiós!
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