Irredento
Al Padre Chuchín, por su altruismo y sus enseñanzas
Publico
Las conferencias que recientemente ha dado Vicente Fox en algunas ciudades de Estados Unidos confirman que, además de su supina ignorancia, mantiene intacta su locuacidad incontinente y su vocación a la mentira. Su incultura de confundir a Borgues con Borges, y de atribuirle a Vargas Llosa la nacionalidad colombiana y premios de literatura que hasta la fecha no ha alcanzado, sería irrelevante si sus declaraciones no mostraran irresponsabilidad, fuertes dosis de falsedad y de imprudencia.
Su afirmación en Washington de que durante su gestión dejó en México un régimen consolidado en la democracia y con mejores condiciones para los mexicanos, es una falacia total. Por el contrario, Fox, que llegó a la presidencia con una fuerte base social de apoyo, echó por la borda ese respaldo y terminó dañando seriamente la vida institucional de nuestro país.
Hace días el analista Raymundo Rivapalacio, al escribir en El Universal de la regresión democrática que dejó como saldo el gobierno foxista, invocó los indicadores de gobernabilidad y anticorrupción con que el Banco Mundial evalúa periódicamente la eficiencia y la legitimidad de los gobiernos. Los seis referentes de medición muestran saldos deficitarios del pasado gobierno. Así tenemos que en la rendición de cuentas se cayó de una calificación de 59.6 a 56.8.
La estabilidad política se redujo de 52.4 a 43.7. La eficiencia gubernamental bajó de 65.7 a 56.7. El Estado de derecho cayó de 47.4 a 45.9. El control de la corrupción descendió de 51 a 48.8 y la calidad regulatoria cayó diez puntos en relación con 1998.
A esos resultados negativos hay que adicionarle los problemas de violencia, de inseguridad y del auge del narcotráfico sin precedentes en nuestra historia, la desarticulación que privó siempre en el gabinete foxista, y la ingobernabilidad que sufrieron algunas regiones como Oaxaca, que minaron sin lugar a dudas al propio Estado mexicano.
El epílogo del ejercicio del gobierno de Fox fue su participación antidemocrática e ilegal en la elección presidencial pasada, lo que ahora cínicamente reconoce y anuncia al mundo entero, de que fue él quien le ganó a López Obrador, lo que seguramente dijo también para mantener vigente la deuda y la factura que Felipe Calderón tiene con él. No hay duda, Fox, lejos de consolidar nuestra democracia, terminó erosionándola, dinamitándola, y tampoco hay duda de que Fox es un compulsivo mentiroso y un sujeto irredento.
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