- Rodríguez Esperón (comp.). Peña Lillo/Ediciones Continente, 2004, 207 páginas.
Por Santiago Gándara.
Los llamados medios alternativos, comunitarios, populares o contrainformacionales -desde una radio comunitaria, pasando por un mensuario hasta el video o la televisión 'piquetera'- pueden ser interpretados como una respuesta a la manipulación informativa que llevan a cabo porfiadamente los medios masivos. En ese sentido, las experiencias que llevan a cabo diversas organizaciones políticas y sociales convierten el apacible territorio de la comunicación en una arena de lucha: quién comunica, sobre qué, cómo, a quiénes y para qué.
Lo que los medios no discuten -y no lo hacen porque es parte de su estrategia manipulatoria-, los alternativos lo instalan en cada una de sus intervenciones al punto de poner la cuestión en el centro del debate para 'desnaturalizar' o desmitificar lo que tanto el animador televisivo como el locutor radiofónico presentan de un modo tan natural que pasma, a saber, que las noticias son neutras u objetivas y que ellos, sus productores, son jueces imparciales que no dependen más que de las sagradas reglas de su oficio.
En Contrainformación, Natalia Vinelli y Carlos Rodríguez Esperón, docentes de la Carrera de Comunicación y especialistas en comunicación alternativa, han compilado un conjunto de trabajos que reflexionan sobre el fenómeno de la comunicación alternativa y que registran una enorme variedad de experiencias relatadas por sus propios protagonistas. Y en eso reside uno de los méritos del libro: exhibir el abanico de posibilidades realmente existente de la comunicación alternativa, en soportes tales como la gráfica (mensuarios, revistas, hojas impresas), la radio, la televisión, el video e Internet.
Frente a la escasez de publicaciones sobre el tema, cuya relevancia es directamente proporcional al poder de los grandes medios que tienden a uniformar más que a informar-, el libro es un aporte. Pero al mismo tiempo constituye una intervención. 'Si perdemos el control sobre la circulación y estos textos sirven, de alguna forma, para abonar el trabajo cotidiano, nuestro objetivo entonces estará cumplido. Por eso sostenemos que la idea de este libro es instrumental'.
Rodríguez Esperón y Vinelli apuntan en las páginas introductorias un propósito que va más allá de la necesidad de dar cuenta de un fenómeno. Procuran que el libro/herramienta contribuya a la reflexión teórica y práctica de quienes emprenden este tipo de experiencias y, por qué no, a la multiplicación de las mismas. Y una intervención también en otro sentido. Porque, desde el estudio introductorio, realizado por sus autores, se plantea el problema de la comunicación alternativa o, más bien, el de su precaria definición.
Admitamos que lo alternativo es un concepto vaporoso. Se habla de medios alternativos, pero el rótulo también rubrica la práctica de una medicina no oficial, de la indumentaria artesanal, de la llamada 'world music', de un centro cultural dependiente de un municipio... A la inflación del término, los autores contraponen algunas notas para una definición que no pretende cerrar la discusión pero sí delimitar un espacio. De allí que el concepto de 'contrainformación' aparezca privilegiado en el título del libro y que, a la hora de explicar qué entienden por otra comunicación, planteen como premisas el conflicto, la dependencia política y la manipulación no sólo para 'leer' los medios sino para constituir una experiencia contrapuesta.
El libro consta de dos partes. En 'Reflexiones', además del trabajo de los autores, se incluyen artículos sobre el problema legal de las experiencias alternativas, la prensa partidaria, la representación de los grupos de poder en los medios masivos y en los videos producidos por colectivos de videastas, la alternatividad en Internet, el rol del periodismo y los medios alternativos.
En 'Las prácticas se cuentan a sí mismas', productores de medios y productos alternativos relatan sus experiencias. Se han recogido los aportes del Foro de Medios Alternativos, de Wayruro Comunicación Popular, de Anred, de FM La Tribu, de Cine Insurgente, del grupo de videastas Alavío, de La Conjura TV.
En esa enorme variedad de soportes y, sobre todo, de perspectivas puede leerse el mapa de la comunicación alternativa, porque si bien, como advierten los compiladores, no han podido recoger experiencias de todo el territorio, presentan las experiencias de Wayruro, en Jujuy, de El Fisgón, en La Pampa, y de FM Alas, en Río Negro y La Conjura TV de Rosario. Un mapa que, al revés del que ofrecen los grandes medios hiperconcentrados, habla de una diversidad que promete -con todas sus limitaciones y sus diferencias- ir al encuentro de esas mayorías a quienes los grandes medios confiscan a diario su voz o la traducen con el doblaje que mejor se adecua a su ritmo y a su lógica.
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